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EL CIUDADANO

RAMÓN I. GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Llenos de sabiduría popular y deseosos de participar en la vida sociopolítica de nuestra ciudad, los banqueros de la Plaza Principal, sin relación alguna con sus similares financieros de Wall Street, aportaron otra clasificación: "pentontadas", definida como "evasión de contestación por parte de alguna autoridad oficial o representante popular, a pregunta de la sociedad civil o regidor relacionada con dar explicación de sus errores o destino de recursos públicos sin rendición de cuentas, aduciendo golpeteo político con motivo del proceso electoral del 2012". Con un atrevido agregado sería: "contestación simplista y burla que ofende y les permite a esos pseudo políticos, con cinismo, seguir caminando...

...seguir caminando con la cabeza erguida entre el pueblo".

En diálogo coloquial con los gomezpalatinos, ratificamos que ninguno rechaza programas sociales y educativos innovadores, que apoyen a los pobres y las zonas marginadas; que lo que quieren son mínimas y mejores condiciones de vida y progreso. No buscan dádivas con dinero público, sino que los capaciten y preparen para ganarse la vida con dignidad humana. Anhelan programas que los impulsen y permitan crecer en lo cultural, deseando que de Santa Rosa y de todas las colonias de la ciudad surjan más creadores y artistas, rescatando a verdaderos líderes y promotores de sus barrios y comunidades. Necesitan y desean, por derecho, un desarrollo urbano armónico, con calles pavimentadas y limpias, agua en cantidad y calidad, gozando en familia de dignas áreas verdes y deportivas, sembrando y promoviendo a más deportistas triunfadores en todos los rincones de nuestro municipio. Poco identificados con su ciudad y con desconocimiento de sus inicios industriales, ansían como familia, unidos a nuestros empresarios, dar lo mejor para triunfar, reactivando en las nuevas generaciones la semilla del industrial exitoso de antaño. Entonces, si hay sueños, deseos, condiciones y elemento humano, ¿por qué demonios estamos estancados?, ¿qué nos falta?, ¿cómo fue que nos convertimos en apáticos e indiferentes?, ¿por qué no luchamos como comunidad por Gómez Palacio?

Analicemos primero ¿qué inventario tenemos, dónde estamos parados y de cuánto dinero disponemos?, ¿hacia dónde vamos, con cuáles proyectos, políticas y herramientas? De inmediato, el primer paso se ve obstaculizado, nos enteramos de que no conocemos nuestro patrimonio, de que existen pocos inventarios y proyectos, de que falta demasiado orden, disciplina y no tenemos identidad, ya que los reflectores solo son requeridos para la autoridad, además, todo está guardado bajo llave y se convierte en secreto de Estado; de que no existe y a las autoridades no les interesa la transparencia, comunicación y participación entre servidor y comunidad, solo cuando se necesita la foto o la aportación de mano de obra del habitante. Es respuesta generalizada: ¡no hay dinero! Quienes deberían pedir y exigir rendición de cuentas de nuestro dinero, con desdén y "pentontadas", parecen seres muertos. Nadie sabe cuánto se debe ni cómo se maneja nuestro dinero, nunca hay información pública del balance financiero municipal. Hay poco acceso a la información, los datos cruzados no coinciden. Los programas y obras se manejan al antojo, sin directriz y de acuerdo a las circunstancias, ¿cuándo seguiremos un plan social rector sin tener como objetivo el beneficio de los grupos políticos?

En propuestas de campaña (no promesas ni compromisos), muy comentadas, pero poco sustentadas, la educación (donde enseñarían valores como la honestidad), cultura y deporte, iban a ser básicos para el despegue y progreso de una nueva reestructuración social; nadie conoce los planes ni las políticas y estrategias municipales, olvidamos que una cosa es "campaña" y otra es la vida real. Entonces, ¿por dónde comenzar?, ¿cuándo vamos a priorizar?, ¿cuándo podrán participar verdaderamente los habitantes, las cámaras organizadas, las instituciones académicas y los especialistas locales reconocidos en las políticas públicas?, ¿cuándo aprenderemos que los obsequios de despensas y apoyos son curitas o aspirinas al problema, que es más importante la causa que el efecto? Dejemos de utilizar a los habitantes como carne de cañón, a contar con infraestructura moderna y progresista, a no seguir parchando, a realizar excelentes proyectos y contar con verdaderos servidores públicos, a no tener cada tres años que enseñar al personal improvisado y novato dentro de la función pública.

Pronto los sueños y la realidad se empiezan a encoger, a un año las pocas esperanzas que teníamos se van entristeciendo; existen demasiadas y variadas preguntas sin respuesta. Sin control y con indiferencia, seguimos con un enorme desorden urbano, la ciudad continúa vendiéndose a cualquier postor. Y aún así, como sociedad civil, con dificultad asumimos que vale la pena vivir, que hay un mejor mañana y que seguiremos luchando sin dejar el camino. Que nadie hará nuestro trabajo, ni nadie nos ha dado nada, que sabemos compartir con el Estado, pero tenemos escasa respuesta de nuestra capital, y a pesar de todo, somos una sociedad fuerte, tenaz y luchona; pacífica, pero sí con límites; que necesitamos unirnos para hacer valer nuestra voz. Los invito a meditar internamente al final del día con una oración: ¿Señor, hasta cuándo?, y siempre escucharemos la misma sabia respuesta: ¡Hasta que tú lo sigas permitiendo!

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