Hay una película de hace algunos años que en su escena final refleja mucho de las necesidades actuales como es la vanidad. El diablo, "personalizado" por Al Pacino intenta seducir al abogado joven que anteriormente se había escapado de un primer intento y le pide una entrevista a Keanu Reeves que protagoniza al abogado joven quien decide decir que sí a la entrevista, a lo cual el personaje infernal comenta "La vanidad el pecado más grande de la humanidad".
Existen en la actualidad una gran cantidad de personas, en todos los ámbitos y de todas las esferas, sea política, económica, deportiva, social, etc. Que se manejan con la adulación como medida para escalar peldaños laborales o tener cierto tipo de privilegios. Pero ¿En base a que se da esto? ¿Por qué es tan efectiva la medida?
En una sociedad donde el éxito, el poder y la admiración son una meta que muchos quieren alcanzar, al que uno le susurren al oído "qué inteligente eres", "Cómo te quiere la gente" "te admiro", parece ser la medicina ideal para crear al menos en la fantasía la idea de que uno es algo así como Carlos Slim.
Existen incluso personas que llegan a ver la realidad a través de su compañero de trabajo, de partido o de equipo, quien sólo le comenta los aspectos que lo hacen parecer invencible, en otras palabras sólo lo adula.
Sólo piense por un momento mi estimado y acalorado lector ¿a quién no le gustaría que le digan qué bien te ves, qué guapa estás el día de hoy, cuando en realidad la persona aludida se parece más a la "Chupitos" que a Britney Spears. Que tus ideas han transformado hacienda, cuando la realidad te dice que no sabes qué se puede hacer y qué no con seis mil pesos de sueldo. O peor aún que tienes tan buena voz que deberías de probar suerte en la academia. A todos o al menos a la mayoría nos agradaría que nos dijeran eso, aunque llega un momento que nuestra realidad nos dice que eso no es posible y que está bien un halago, pero no que te quieran ver la cara.
El problema estriba en la adicción a los piropos y cumplidos, ya que si tenemos a un individuo carente de afecto, reconocimiento y atención, éste lo encontrará en una relación con sus subalternos que ven en esto una oportunidad de crecimiento y se vuelve como el cuento del traje del rey que en realidad no existía y el pueblo tenía miedo de exponer las cosas ante el monarca por temor a represalias.
Pareciera que es un tema trillado, pero es tan actual como que el precio de la tortilla está por los cielos, y ocurre día a día en diferentes espacios. ¿Cómo se podría combatir lo anterior? Desde luego con una autoestima sólida, pero nuevamente con educación, obviamente esto no sólo pasa en nuestro país, ocurre en todo el mundo porque es una conducta humana aprendida, más en el mundo occidental en que la trascendencia personal se mide con qué tipo de coche tienes, qué ropa compras, en qué tipo de empresa laboras y no en los amigos que tienes, la calidad humana que brindas, la coherencia de tus actos con tus ideas y sentimientos. Fomentar esto último parece pasado de moda, pero reflexionando un poco, pongámonos a pensar qué sería de nosotros si sólo centramos nuestra valía en cosas pasajeras, en cosas que sí, dan tranquilidad y una vida cómoda, pero ésta pudiera estar vacía de significado.
No con lo anterior pensaría que lo correcto es el estilo arrebatado y directo que muchas personas dicen tener en su forma de ser, cuando en realidad son groseros y prepotentes asumiendo que son claros. No, lo que se busca es ser concreto, directo y respetuoso, que dicho sea de paso se identifica con personas no aptas para este mundo competitivo, demandante y exigente en pos del éxito.
Aceptemos pues un poco de halago, que no hace daño. Pero no nos excedamos, porque después pudiéramos pensar que podemos dirigir una empresa, escuela, institución o incluso una familia.
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