El Santos, el Tigres, la final y la psicología.
Seguramente usted vio el partido de ida de la final del futbol mexicano el pasado jueves, algunos desde la comodidad de su hogar, otros desde las frías tribunas del estadio y uno que otro le pasó de noche aunque tuvo conocimiento del encuentro.
Hablar del tema meramente futbolístico no es nuestra área, a pesar de que el amor por el color verde lo tengamos hasta en las venas. Lo que intentaremos abordar en nuestra columna de esta semana es el aspecto psicológico de la victoria o del éxito, situación que se da en los dos equipos contrincantes, uno con casi tres décadas de no levantar la copa y el otro que en dos finales anteriores ha sucumbido o por falta de ganas de ganar de los jugadores o por el miedo extremo de un director técnico.
Peor vayamos al tema. ¿Qué le faltó a Tigres? En esencia nada, jugó maravilloso, se defendió aún mejor y ganó el partido, que es lo importante. ¿Algún problema si el juego es a ganar? No, el problema estriba que tenemos un cuadro de futbol que tiene todos los atributos para ser campeón tomando una ventaja considerable en el primer partido y deja vivo al rival, cansándolo, sí, dándole toque como dicen los que saben, sí, pero llevándose una ventaja nimia.
La pregunta viene aquí al darnos cuenta de que esta forma de jugar sí puede ser encomiable, ordenada, funcional e incluso exitosa, sin embargo cuando tienen todo para ganar terminan dejando al rival vivo, lo que sucede en muchos de los individuos en México que tenemos todo para crecer, triunfar e incluso trascender y nos conformamos con tener algo estable, seguro y pasar por un largo rato por la mediocridad aduciendo que es mejor algo seguro que inestable, aunque lo último sea lo que nos lleva a ser competitivos.
Sé que muchos de ustedes dirán que es ardor el que me lleva a escribir así, y que estoy enojado con el equipo santista, y sí estamos enojados, creo que todos, pero con la expulsión infantil de Rafa Márquez, perdón de Juan Pablo Rodríguez, que decide expulsarse en el partido más importante. Volviendo a Tigres excelente equipo, buen entrenador pero por algo no ha ganado nada en 29 años, a pesar de su gran afición.
¿Qué pasa con Santos? Dejando el error de John Cena, perdón otra vez, el señor Rodríguez, me confundí por aquello de las patadas voladoras, la actitud es de un equipo con ganas, garra y deseos de ser campeón. Sé que con esto no basta y de ganas estamos cansados todos, pero estoy convencido que los resultados llegaran cuando se pone esa actitud, y sobre todo del orgullo de La Partida, no, no piense en la patada de Juan Pablo, del ejido La Partida, Coahuila. Oribe Peralta, que parece contagiarse de la actitud ganadora del presidente del club, que por cierto ese es un punto más que importante dentro del desarrollo de la gran final, ya que tener un presidente que es exitoso en su empresa, triunfador en las canchas, no sólo de futbol, sino de beisbol, y además tener valentía e inteligencia para manejar una situación de seguridad en el estadio, habla de una persona capaz que contagia al club, que si bien es cierto no se ha ganado el cariño total por los tratos hacia ídolos de la afición lagunera como Rodrigo Ruiz y Jared Borgetti, demuestra tener los tamaños para manejar una empresa y un equipo que ya es grande.
También me imagino que pasará por su cabeza que este divanero quiere hueso en el Santos, pero no, realmente es lo que pienso de la cabeza del equipo. Por lo que para concluir, espero que con esta actitud mostrada el jueves ante la adversidad de parte del Santos y de las pocas ganas de ser campeón del Tigres, tengamos en La Laguna la cuarta estrella tan anhelada.
Igual sé que en este momento usted ya sabrá el resultado y se estará carcajeando de mis esperanzas o estará comprando la carnita asada junto con el rosario, pero créame que si la actitud sigue siendo la tomada por los equipos el jueves, me atrevo a decir que existe una gran posibilidad de que el equipo de todos logre el campeonato.
¿Usted qué opina?
