El dolor sigue. Un hombre se separa de la multitud para llorar. De pronto recuerda la pérdida de sus amigos y familiares hace diez años y no pudo seguir en el acto conmemorativo. Estados Unidos hace diez años cayó, hoy es diferente.
Estados Unidos honró ayer domingo la memoria de las más de 3 mil víctimas de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 en la Zona Cero de Nueva York.
A diez años de esos ataques, que dieron paso al duelo más largo en la historia de EU, llegó el día de pasar la página. La necesidad de encontrar sentido al caos y destrucción de hace una década, se produjo en un ambiente de remembranza y recogimiento. Con un orden y concierto imposibles de imaginar aquella fatídica mañana del 11-S de 2001, el domingo la Zona Cero surgió como un inmenso mausoleo.
Poco antes de las 08:30 de la mañana, los primeros en llegar fueron el presidente Barack Obama y el ex mandatario George W. Bush, quienes realizaron breve recorrido por las fosas o espejos de agua que representan el vacío dejado por las Torres Gemelas.
Frente a los paneles que llevan los nombres de las víctimas y rodean las fosas, Obama y Bush permanecieron un momento en silencio. Por primera vez, el hombre que inició las guerras de represalia en Irak y Afganistán, así como la cacería de Osama bin Laden, coincidió en la Zona Cero con el presidente que ha conseguido eliminar al líder de Al-Qaeda y para poner fin al estado de guerra inaugurado bajo el mandato de Bush. Pocos minutos después, ambos ocuparon juntos en el podio principal. Cabizbajos, permanecieron en silencio protegidos por un cristal blindado, al lado de sus esposas Michelle y Bárbara.
Frente a ellos estaban los familiares de las víctimas, que portando las fotos de sus seres queridos se concentraron en la explanada principal de la Zona Cero para ocupar el lugar que la historia les asignó de forma caprichosa 10 años atrás. "Los ataques convirtieron una hermosa mañana en la más oscura de las noches", dijo el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, el primero en hablar, a las 08:40 de la mañana.
Acto seguido, tras un primer momento de silencio que marcó el choque del primer avión contra el World Trade Center a las 08:46 de la mañana, Obama dio un paso al frente para leer el salmo 46 de la Biblia: "Dios es nuestro refugio y fuerza. Vengan a ver las cosas sorprendentes que el Señor ha hecho en la Tierra. Ha puesto fin a las guerras hasta el último rincón del mundo, ha roto los arcos, ha hecho pedazos las lanzas, ha prendido fuego a los carros de guerra", recitó el mandatario .
Luego fue el turno de Bush, quien, a diferencia de Obama, cosechó un discreto aunque significativo recibimiento de aplausos y vivas, para enseguida leer el contenido de la carta que el presidente Abraham Lincoln escribió a la madre que perdió a cinco hijos durante la guerra civil: "No puedo dejar de decirles que ellos han muerto para salvarnos. Tal vez eso ayude a consolar el sentimiento ante la pérdida de sus seres queridos y el orgullo que deben sentir por aquellos que entregaron su vida para salvar a los demás".
Con esos mensajes se dio inicio a una ceremonia en la que los familiares de las víctimas pudieron, por primera vez, visitar los paneles que han sido grabados con los nombres de las víctimas y que hoy rodean los dos espejos de agua de la Plaza de la Remembranza, un espacio salpicado de robles y bancas, que ha sido inaugurado de forma parcial como parte de una obra monumental que deberá concluir en el 2013.
Mujeres llorosas, hombres de gesto contrito, niños entre sorprendidos y desconcertados. Todos acariciaban los nombres de sus seres queridos y depositaban flores entre las letras perforadas; algunos calcaban el nombre en papel o pronunciaban una frase amorosa o esa oración que se dice frente a la tumba de quien nos ha dejado atrás.
El triste peregrinar de los familiares se desarrolló en cámara lenta, mientras los nombres de las víctimas volvían a ser evocados en una lectura colectiva que se realiza desde el 2002 y que ayer sólo se vio interrumpida durante las actuaciones del chelista Yo-Yo Ma y los cantautores Paul Simon y James Taylor, quienes le imprimieron al acto el toque más poético.
La ceremonia que duró varias horas y convirtió a la Zona Cero en el epicentro de los actos en memoria de las víctimas del 11-S, formó parte de los actos que el presidente Obama encabezó en Shanksville, Pennsylvania, para rendir homenaje a los "héroes" del vuelo 93 y, poco más tarde, en las inmediaciones del Pentágono, donde depositó una ofrenda floral en memoria de quienes perdieron la vida en el ataque dirigido contra el Departamento de Defensa.
Por la noche, Barack Obama y su esposa Michelle asistieron al "concierto por la esperanza", donde el presidente dirigió el mensaje que puso fin a los actos que marcaron el décimo aniversario del 11-S en Estados Unidos.
En un emotivo discurso en el que alabó a los rescatistas, a las víctimas y a sus familiares, Obama recordó que hace 10 años el país enfrentó una de sus noches más oscuras.
Desde entonces, dijo, mucho ha cambiado en Estados Unidos, que ha pasado por la guerra y la recesión, debates apasionados y divisiones políticas.
Pero algo no ha cambiado, precisó: el carácter y la fe de los estadounidenses, que han demostrado que EU "no se rinde ante el miedo".
Reiteró que, como dijo el entonces presidente Bush hace diez años, el país no está en guerra contra el Islam o cualquier otra religión; aludió a la continua llegada al país de inmigrantes de todo el mundo, por lo que reina una diversidad racial y religiosa. En ese sentido, destacó que todos responden a una sola bandera, porque "todos somos uno".
Obama remató su discurso señalando que en los años por venir la gente visitará los memoriales por el 11-S y "sabrán que nada puede quebrar la voluntad de Estados Unidos.
Honran a mexicanos
Fue un acto lo más alejado a la majestuosidad de la ceremonia en la Zona Cero. Un sencillo, y por momentos pintoresco, evento que incluyó la lectura de los nombres de los 16 mexicanos que perdieron la vida durante los atentados del 11-S.
Pero fue también una oportunidad para evocar la memoria de "los desconocidos". De esos mexicanos, la mayoría de ellos indocumentados, que jamás fueron encontrados y cuyo destino sigue siendo un misterio.
"Queremos honrar la memoria no sólo de los mexicanos y mexicanas cuyo nombre conocemos y que perdieron la vida en esos atentados, sino también la de muchos otros que perdieron la vida y que no se tiene conocimiento preciso de su identidad. Honramos la memoria de todos ellos", dijo el cónsul general de México en Nueva York, Carlos Sada, ante los asistentes a una pequeña ceremonia en el consulado mexicano.
Estaban presentes líderes comunitarios, el grupo de rescatistas "Los Topos", familiares de las víctimas y un puñado de periodistas. Destacaba Yanitza Menéndez, hija de Antonio Menéndez, un carnicero que trabajaba en el restaurante Windows on The World que estaba ubicado en el Word Trade Center, y que tenía 10 años el día de los atentados.
"Ha sido muy difícil levantarse un día y saber que ya no tienes a tu padre... que ya no va a regresar a casa", dijo Yanitza, una joven de 18 años, cuyo sueño es convertirse en un agente encubierto de la ley.
"Sigo estudiando porque mi papá me dijo que era importante ser alguien en la vida", asegura la joven, hija de inmigrantes, quien ha tenido que salir adelante junto a su madre y sus tres hermanos, tras la muerte de su padre en los atentados terroristas.