"La manera de morir puede ser más triste que la propia muerte."
Marcial
Ayer el New York Times y el Washington Post publicaron editoriales en los que pedían a la Suprema Corte de Justicia emitir una orden para suspender la ejecución del mexicano Humberto Leal García en Texas. El presidente Barack Obama había manifestado antes su oposición a esta ejecución que, señaló, pondría en riesgo la relación con México y colocaría a los estadounidenses en el exterior en riesgo de que se violaran sus derechos consulares.
Estas influyentes declaraciones no lograron ni una orden de la Corte ni una suspensión que podría haber ordenado el gobernador de Texas, Rick Perry. Leal García fue ejecutado ayer por inyección letal.
A Leal García le fueron violados los derechos consulares establecidos por el Tratado de Viena. Nunca se le informó que tenía derecho a recibir apoyo del consulado mexicano en Texas. De hecho, nunca pidió que lo comunicaran con él porque, habiendo vivido en Estados Unidos desde los dos años de edad, no se veía a sí mismo como mexicano. Dicen sus actuales abogados que enfrentó un proceso injusto. Alberto Rodríguez, un tío político de Leal, me dijo ayer que estaba convencido de la inocencia de su sobrino.
La información disponible del caso, sin embargo, no avala esta opinión. En la madrugada del 21 de mayo de 1994 Humberto Leal, entonces de 23 años de edad, se llevó de una fiesta en su vehículo a Adria Sauceda, de 16, quien se encontraba visiblemente intoxicada, pero consciente. Después de un tiempo el hermano de Humberto llegó a la fiesta espantado y afirmó que su hermano había llegado a casa con sangre en la ropa diciendo que había matado a una muchacha.
Leal ofreció dos versiones distintas al ser interrogado por la Policía de San Antonio. Primero dijo que Adria lo había golpeado en el vehículo, se había bajado y había corrido, y que él permaneció más de una hora en el interior esperando que regresara. Cuando se le informó de la declaración de su hermano, cambió la versión. Dijo que había seguido a la chica cuando se bajó del auto, pero que ella se dio la vuelta y lo agredió por lo que él la empujó y ella cayó y quedó inconsciente. Leal dice que tuvo miedo y por eso huyó.
Las pruebas periciales muestran que la chica fue violada no sólo con el pene sino también con un palo de madera, con el cual fue golpeada. El golpe mortal le fue propinado en la cabeza con un pesado pedazo de asfalto. Quienes encontraron su cuerpo desnudo la vieron todavía estremecerse con estertores. De su vagina salía un palo con un tornillo en el extremo.
La Policía encontró una blusa ensangrentada de Adria en casa de Leal. Había también rastros de sangre en su vehículo, que alguien había tratado de lavar. El cuerpo de Adria tenía mordidas en el cuello y en el pecho, las cuales correspondían a la dentadura de Leal.
Hay tan pocas dudas sobre la responsabilidad de Humberto Leal en la violación y muerte de Adria Sauceda -una chica, a propósito, de ascendencia mexicana- como de que no se le informó al acusado que tenía derecho a recibir apoyo del consulado mexicano. Los abogados que llevan ahora su caso dicen que los defensores originales no hicieron bien su trabajo. No le dijeron al jurado, por ejemplo, que Leal había sido objeto cuando niño de un abuso sexual por parte de un sacerdote católico, lo cual, a su juicio, reducía la responsabilidad de Leal en la muerte de Adria.
Esther Ruiz, la madre de Adria, se opuso siempre a que se perdonara a Leal. Un tecnicismo legal, declaró, no debe darle a nadie permiso de violar y matar. Pero las declaraciones de Ruiz nunca tuvieron el mismo peso en los medios como las de Obama, el New York Times, el Washington Post y el Gobierno mexicano.
DERECHOS CONSULARES
El Gobierno francés ha argumentado que a Florence Cassez, convicta por secuestro en México, también se le negaron los derechos consulares. Esto, sin embargo, no ha llevado a su liberación o a su traslado a Francia para cumplir su condena.
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