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El fantástico mundo de los políticos

Periférico

ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

Ser político en México significa formar parte de un selecto club de personajes con enormes privilegios. Reciben sueldos onerosos por un trabajo que deja mucho a desear; pueden jactarse cínicamente de lo poco que hacen con propaganda pagada por el erario; utilizan recursos públicos para perpetuar en el poder a su camarilla; algunos hasta gozan de fuero constitucional, es decir, inmunidad -mejor dicho, impunidad-, y por si todo lo anterior fuera poco, pueden declarar lo que les venga en gana sin sufrir consecuencias de peso.

Por eso, no es de extrañar que los políticos mexicanos vean una realidad totalmente distinta a la que percibe y padece la mayor parte de la población. Como constancia de ello está la serie de declaraciones hechas la semana pasada por colaboradores de Felipe Calderón y por el presidente mismo, de extracción panista. Declaraciones a las que podríamos sumar las realizadas meses atrás por funcionarios de Coahuila y Durango, éstos de filiación priista. Porque es un hecho que en este país la falta de vergüenza no conoce de colores partidistas.

El lunes 21 de febrero, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, declaró que la recuperación económica ya había llegado a los bolsillos de las familias mexicanas. Y para tratar de sustentar su declaración soltó una frase de antología: "Hay familias mexicanas -dijo- que con ingresos de seis mil pesos al mes tienen crédito para una vivienda, tienen crédito para un coche, se dan tiempo de mandar a sus hijos a una escuela privada y están pagando las colegiaturas".

No conforme con este disparate, el funcionario se atrevió a decir que "siempre, por alguna razón, los mexicanos somos más exigentes con respecto a lo que nos gustaría y eso hace que siempre tengamos una perspectiva más negativa de lo que los datos duros muestran". O sea, dejemos de quejarnos y ya no seamos pesimistas.

Luego de revisar el sueldo que percibe Ernesto Cordero, estas declaraciones no me resultan extrañas. Sus opiniones son las de una persona que gana al mes, en bruto, 205 mil 122.05 pesos, es decir, seis mil 837.4 pesos diarios. De esto se deduce que el secretario gana más en un día que lo que, según él, necesita en un mes una familia para tener casa, carro y mandar a sus hijos a un colegio. He aquí el origen de su desconocimiento e insensibilidad, los cuales, en un país serio, no deberían tolerarse en alguien con tan alta responsabilidad.

Al día siguiente, en el más puro estilo politiquero mexicano de "lo que yo quise decir fue", Cordero intentó corregir su dicho. Pero ese mismo martes 22 de febrero, su patrón, Felipe Calderón, demostró que el optimismo ciego es ya una política de Estado. Al referirse al desarrollo de las empresas en México dijo: "les está yendo bien a todas, si no a muchísimas (...) que están invirtiendo aquí, con todo y lo que pasa, se hace y dice". Debería el presidente darse una vuelta por La Laguna para que viera de cerca cómo batallan los empresarios para mantener sus negocios abiertos pese a la inseguridad y el abandono de los tres niveles de Gobierno.

Un día después, el miércoles, el secretario de Economía, Bruno Ferrari, secundó a su jefe con declaraciones sobre el impacto de la violencia en la inversión privada. El funcionario dijo que "no se están yendo las empresas. (...) Los empresarios se quejan de los criminales, no de la inseguridad". Lo obsceno de esta aseveración se evidencia con datos que reporta la Coparmex: en el último año, 10 por ciento de las empresas en la región cerraron a causa de la inseguridad.

Pero el afán de negar la realidad es característico de toda la llamada clase política nacional. La reciente andanada de desvaríos de funcionarios federales panistas trae a mi mente la declaración hecha el 23 de diciembre de 2010 por el fiscal de Durango, Ramiro Ortiz, de filiación priista, sobre la violencia en la comarca. Dijo entonces que, el de la inseguridad en La Laguna, "es problema grave por supuesto, pero no una situación tan alarmante como lo quieren manejar (...). Prueba de ello es que estamos en esta soleada tarde como en otros lugares seguramente no se tiene esta oportunidad". Cuando sabemos que el área metropolitana de esta región está considerada como la decimoséptima zona urbana más violenta del mundo, la frase del fiscal se convierte en lo más parecido a una burla.

Un mes y medio antes, el jueves 4 de noviembre, el entonces gobernador de Coahuila y hoy presidente nacional electo del PRI, Humberto Moreira, se valió de su más grosera demagogia en su quinto informe de gobierno para espetar a los torreoneses una frase cuyo eco aún resuena como insulto. Luego de los asesinatos de decenas de jóvenes en dos bares y una quinta de esta ciudad, el político priista tuvo la osadía de decir: "(...) A mí me dieron la encomienda de no permitir que nadie, por poderoso que sea, atente contra los coahuilenses".

Insatisfechos con mofarse de la población, quienes dicen gobernar a este país todavía esperan que les demos las gracias, mientras ellos continúan viviendo -siempre a costa nuestra- en su mundo de fantasía.

Twitter: @Artgonzaga

E-mail: argonzalez@elsiglodetorreon.com.mx

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