El emperadorMaximiliano condecoró con la “Orden de Guadalupe” a Juan Nepomuceno Francisco Flores Alcalde, quien fuera propietario de más de un millón de hectáreas en el Estado de Durango, además de precursor de su industria. En 1885, en Ciudad Lerdo, fundó la “Compañía Agrícola del Tlahualilo Limitada”, firma productora de algodón y granos; ahí tuvo como socios a José de Teresa yMiranda y a Ignacio de la Torre yMier, concuño y yerno del presidente Porfirio Díaz. Sus herederos la vendieron a inversionistas ingleses.
“DIOS DE BONDAD, PROTÉGENOS” De religión católica por tradición familiar y practicante de sus ritos, cuando adquiría alguna de las haciendas que poseyó, Flores Alcalde remodelaba o construía sus casonas y capillas. Sobre los dinteles de las puertas principales de estos históricos inmuebles, mandó inscribir la siguiente frase de mística invocación: “Dios de Bondad, Protégenos”.
Su devoción mariana se la dedicó a la Virgen del Refugio, cuya efigie la mandó plasmar en lienzos que eran creación de pintores que contrataba; se desconoce el número de cuadros que con esta imagen mandó realizar. De origen italiano, la Virgen del Refugio era entronizada por Flores Alcalde en los altares de las capillas de sus haciendas, evento que celebraba con el oficio de una misa solemne y una romería popular; su fiesta patronal es el 4 de julio. Esta deidad del catolicismo también fue venerada por otros hacendados de la entidad, entre ellos la familia Torres Saldaña, de Nazas, Durango.
UN RELOJ PARA DURANGO
La elegante y barroca catedral de Durango poseía un viejo reloj público que databa de la época del virreinato, empotrado estaba en su torre oriental, la misma donde cada noche se aparece la blanca silueta de la legendaria monja Beatriz. Sus agujas siguieron marcando las horas hasta la época del México independiente, fue durante los primeros años del Porfiriato que dejó de funcionar; sus manecillas se detuvieron, ya no volvieron a caminar. Y así estuvo inerte por años.
Uno de aquellos tantos días, Juan Nepomuceno habló con las autoridades eclesiásticas, les externó su deseo de obsequiar un nuevo reloj al catedralicio templo donde asistía con su familia a escuchar la misa.
Y así lo hizo. Regaló el flamante aparato que se instaló por allá a principios de los años mil ochocientos ochenta, poco antes de su fallecimiento; fue colocado en el mismo sitio que ocupaba el anterior. Gracias al óbolo de Flores Alcalde, los habitantes de Durango, de antaño y hogaño, pueden consultarle a su suntuosa catedral la hora y los minutos del día que viven.
GOBERNADOR, SU SOBRINO-YERNO
Juan Manuel Flores Ceniceros, era sobrino de Juan Nepomuceno Flores Alcalde. Fue jefe político de Indé, y también, como su tío, apoyó en sus mocedades al Imperio de Maximiliano; años más tarde se afilió a las filas de un brillante militar oaxaqueño, quien de los campos de batalla subiría a la presidencia de la república: Porfirio Díaz.
Flores Ceniceros se adhirió a los levantamientos a que convocó Díaz en el Plan de la Noria (1871) contra Benito Juárez, y al Plan de Tuxtepec (1876) contra Sebastián Lerdo de Tejada; en el primero fracasó y en el último derrocó a Lerdo.
Ya en la presidencia, Porfirio recompensó a los militares que lo apoyaron en su acceso al poder, y a Juan Manuel Flores Ceniceros, por ser su amigo y haber sido su fiel seguidor, lo hizo gobernador de Durango.
(Siglo de Caudillos. Autor: Enrique Kruze. Tusquets Editores México. 1994) Díaz y Flores Ceniceros tuvieron cosas en común: amaron el poder con pasión. El primero duró 35 años en la presidencia, hasta que se la arrebató Francisco I. Madero; y el segundo ocupó por 17 años la gubernatura duranguense, hasta que la muerte lo separó del cargo el 30 de enero de 1897. Y tenían un paralelismo en sus matrimonios: sus esposas eran sus familiares. La de Porfirio, Delfina Ortega Díaz –la primera mujer-, era su sobrina; la de Juan Manuel, María de los Ángeles Flores y Quijar, era su prima hermana, hija de Juan Nepomuceno Flores Alcalde, su tío.
En su cargo de gobernador, Juan Manuel Flores Ceniceros buscó reivindicar por haber sido imperialista la deteriorada imagen de su tíosuegro Juan Nepomuceno Flores Alcalde, quien había reiniciado con éxito la marcha de sus negocios y después recuperaría influyentismo político. Fue fundador y presidente del consejo de administración del Banco de Durango, donde también fueron accionistas su esposa Ángela y su cuñada Rosa de Jesús Flores y Quijar; además, figuró como cofundador de la Compañía Minera de Peñoles, con yacimientos mineros en el Municipio de San Pedro del Gallo.
Esta empresa fue formalmente establecida en 1887, es antecedente del actual consorcio “Industrias Peñoles”, S.A. de C.V., principal refinadora de plata en el mundo y que ocupa más de ocho mil trabajadores. (La Paz Porfiriana y Los Bancos en Durango. Ponencia de María Guadalupe Rodríguez López. Chicago, Illinois. 1998).
FAMILIA Y FORTUNA
En su magnífico ensayo “Dios de Bondad, Protégenos; el Durango de los Flores”, la historiadora Guadalupe Villa Guerrero dice que Juan Nepomuceno y su esposa María de la Luz, formaron un matrimonio bien avenido, el que engendró 12 hijos y sólo sobrevivieron 6, quienes heredaron su vasta fortuna.
Juan Francisco, elmayor, nunca contrajo matrimonio y vivió en la soledad hasta su muerte en la hacienda “Guadalupe”, en Peñón Blanco, donde fue sepultado en la capilla junto a su padre en 1906. Hombre de negocios, fue accionista de las siguientes empresas: “Compañía Durangueña de Tabacos”, “Harinera de Durango” y “Ferrocarril Eléctrico de Lerdo a Torreón”; heredó el inmueble rústico donde falleció, además heredó las haciendas de “San Juan de Avilés” y el 50% de la de “Ramos”.
María de la Luz, de naturaleza enfermiza, tenía una marcada dependencia de sus padres; falleció pocos años después de éstos. Su capital lo heredaron sus hermanos Juan Francisco y Rosa de Jesús.
María de los Ángeles casó con su primo hermano Juan Manuel Flores Ceniceros, quien fue gobernador de Durango, con sus herencias paterna y conyugal, al quedar viuda, se convirtió en la mujer más rica de la entidad. Fue prestamista, fundó instituciones de beneficencia e intervino en política al apoyar a Pascual Orozco y Victoriano Huerta, fue calificada de antirrevolucionaria y por ello padeció confiscaciones; heredó el 50% de la hacienda de “Ramos”.
Juan Fernando, quien murió joven, se unió en matrimonio con Enriqueta Manzanera con la que engendró 6 hijos. Una de sus 4 hijas, María Enriqueta, casó con el abogado Pedro Lascuráin Paredes (1856-1952). Lascuráin fue presidente de la república por 45 minutos al presentar su renuncia Madero, y luego recibir la presidencia para renunciar casi de inmediato y entregársela a Victoriano Huerta, al final de la “Decena Trágica”.
Apuntó la escritora Sara Sefchovich que “seguramente la señora María Enriqueta Flores Manzanera de Lascuráin (nieta de Juan Nepomuceno Flores Alcalde), ni siquiera se enteró de que fue Primera Dama, pues para cuando su marido volvió a casa esa noche y se lo contó, ya había sido y ya había dejado de ser Presidente de México”. (La Suerte de la Consorte. Autora: Sara Sefchovich. Editorial Océano. Quinta edición. 1999).
Juan Nepomuceno, al igual que Juan Francisco, fue hombre de negocios; su esposa fue María de Jesús Refugio Asúnsolo Zubiría, con la que tuvo una sola hija. Cultivó amistad con Porfirio Díaz, fue diputado local en varias ocasiones y jefe político –alcalde- de Durango. Figuró como accionista de la “Compañía Durangueña de Tabacos” , del “Hotel Santa Ana” y de la Plaza de Toros de aquella ciudad; heredó las haciendas “Guatimapé” y parte de “Tlahualilo”.
Rosa de Jesús celebró matrimonio con el rico español Sinforiano de Sisniega, quien fue cónsul de su país en Durango y accionista de la “Compañía Minera de Peñoles”; heredó las haciendas “Ferrería” y “San Fernando”. (Dios de Bondad, Protégenos; el Durango de los Flores.
Autora: Guadalupe Villa Guerrero. Editorial: Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales. Universidad Veracruzana. 2000).
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