El lado triste de la infancia
Se dice que los niños son el futuro del mundo, pero qué pasa cuando estos viven un negro panorama. En la actualidad la depresión no sólo afecta a los adultos sino también a los niños, quienes también enfrentan episodios de ansiedad y estrés.
A principios de año especialistas de la Facultad de Psicología de la UNAM realizaron una investigación entre niños de primaria que reveló que 20.22 por ciento de ellos mostraron sintomatología depresiva.
La académica Verónica Alcalá Herrera, del Departamento de Psicofisiología de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, señala que “En esos pequeños observamos tendencias hacia una tristeza que, en algunos casos, era profunda, así como pensamientos de muerte, preocupaciones, miedos y aflicciones”.
Los académicos universitarios utilizaron una prueba de depresión infantil de origen australiano que consiste en un cuestionario de 66 preguntas.
En ella, se miden la parte positiva u optimista, y la parte negativa o depresiva, que es la más grande e importante. “Los resultados nos sorprendieron porque 20.22 por ciento de niños con sintomatología depresiva es un porcentaje muy alto. Ello no significa que haya 20.22 por ciento de infantes deprimidos. De cualquier manera, el porcentaje fue mayor de lo que se había reportado anteriormente”, indicó.
¿Qué son?
El psicólogo Roberto López Franco explica que el estrés es un estado de ansiedad y se divide en tres niveles: el normal es el más común y se presenta cuando las personas se enfrentan a situaciones de la vida cotidiana que generan presión pero de ninguna manera paraliza las actividades, incluso en ocasiones es favorecedor porque estimula el desarrollo de actividades sociales, laborales, académicas, entre otras.
Hay un estrés intermedio donde las personas generan niveles de ansiedad que provocan el entorpecimiento de sus actividades. El primer síntoma es el orgánico con dolores corporales, musculares, de cabeza, fatiga inexplicable, malestares estomacales, dermatitis, pero no son paralizantes porque la vida sigue para la gente afectada.
En este caso se recomienda generar un espacio de relajamiento como nadar, correr, ir al cine, entre otras actividades, para superar el estrés intermedio.
El estrés profundo –nivel tres-, consiste en problemas de salud prolongados de gastritis, colitis, dolores de cabeza, insomnio, y en este caso los medicamentos no surten efecto y las personas se despiertan sin ganas de ir al trabajo o a la escuela a consecuencia de una fatiga paralizante.
“La ansiedad es un estado psicológico que repercute en una parte biológica específica, dependiendo de la forma en que el individuo pueda somatizar ese estado. Los conceptos que se utilizan es decir ‘ando nervioso’, que quiere decir ando ansioso”, explica el psicólogo.
Las manifestaciones más comunes de la ansiedad son la sudoración de las manos, en la frente y en el cuello.
El concepto moderno que se utiliza para hablar de ansiedad es el estrés.
La depresión es un estado de melancolía, con sentimientos de autodevaluación y de profunda tristeza, y la sensación de que nadie puede sacar a la persona de ese estado anímico.
En términos populares se dice que es un estado anímico “aplanado o aplatanado” porque la gente siente que no puede superar sus emociones y se retrae.
“El problema es que en la actualidad se utiliza el término depresión para todo cuando en realidad se debe hablar de rasgos depresivos como melancolía, tristeza, degradación, que en tres días se superan de manera natural”.
Roberto López Franco señala que se trata de depresión cuando la persona lleva de dos a tres años sintiendo ese tipo de emociones, y se convierte en un cuadro psicológico que debe ser atendido de manera profesional.
Cuando la persona se siente melancólica o triste, los psicólogos recomiendan hacer una introspección para tratar de detectar qué les provoca ese estado anímico que la hace llorar con mucha frecuencia y tener baja autoestima.
Es importante que la gente aprenda a detectar qué le provoca ese estado de melancolía o tristeza porque se puede superar más rápido. “El problema es que cuando se sienten así la gente les recomienda dormirse un rato, descansar, y en general minimizan esos sentimientos”.
Popularmente para todos se dice “me siento deprimido… Estoy deprimido” cuando en realidad debe expresar “estoy melancólico… Estoy triste”.
Y es que hablar de un estado depresivo es un rasgo psicológico que requiere de dos elementos para superarlo: uno de ellos es la psicoterapia verbal y si no funciona entonces será necesaria la intervención de un médico psiquiatra para que le recete un antidepresivo que le genere condiciones en el sistema nervioso central que le hará sentir mejor anímicamente y superar la depresión.
Como si fueran adultos
Hoy en día los niños presentan más estrés porque su estado de ansiedad es mucho más agudo, pues reciben muchos estereotipos y mensajes distorsionados de la realidad a través de la televisión y de los videojuegos, lo que afecta su autoestima y confianza en sí mismos, asegura Roberto López Franco.
Ese tipo de comportamientos o de modelaciones generan en el niño estrés, y también los afecta el hecho de que sus padres suelen pasar menos tiempo con ellos porque tienen que atender otras situaciones.
Además, en su colonia ya no pueden salir con su grupo de amigos porque cada vez hay mayor inseguridad, y esto genera estados de ansiedad provocados por el hecho de que tienen que permanecer más tiempo encerrados.
“El niño no sale, no corre, y no desahoga, y por si fuera poco la vida moderna le genera estereotipos de profesionistas exitosos que le dicen que tiene que ser así, y debe utilizar ciertos productos de marca y costosos, y evidentemente el niño percibe que en su entorno no es posible acceder a esas cosas y esto le genera ansiedad”.
El número de niños con estrés es una realidad y también quienes padecen depresión. Obviamente también hay cuestiones relacionadas con la alimentación y con la carga genética, porque hay muchas mujeres que se cuidaron muy bien en el embarazo y nacen sanos y a estos pequeños les podrá pasar mil cosas pero no se van a deprimir.
Pero hay niños que nacen de madres mal alimentadas, fumadoras, alcohólicas, y en consecuencia su carga genética disminuye y se convierte en un factor de predisposición para estresarse y deprimirse de una manera más aguda.
Los niños generalmente externan su estrés, ansiedad o depresión, a través de desórdenes del sueño, es decir, tienen pesadillas, terrores nocturnos e insomnio y obviamente una hiperactividad que indica que algo malo le está pasando.
El niño comienza a somatizar sus emociones, y es importante tener en cuenta que no es común que antes de los 11 ó 12 años de edad, tenga problemas de salud como gastritis, dolores de cabeza o dermatitis.
“Puede tener problemas estomacales derivadas de una infección estomacal pero de ninguna manera por otras cuestiones, y hoy en día es común que los niños padezcan gastritis y dermatitis como si fueran adultos; lo más importante es que el niño comienza a manifestar verbalmente mucho desacuerdo con su cuerpo y con lo que hace socialmente”.
En la escuela presentan bajo rendimiento escolar y dificultad para convivir con sus compañeros de clase, y problemas con las figuras de autoridad. Las materias más afectadas son las matemáticas y la lecto-escritura.
El síntoma de alerta para los papás es cuando el niño manifiesta un terror nocturno fuera de lo normal. La recomendación es no esperar a que se vuelva a repetir ese mal sueño, y justo en ese momento deben generar condiciones de confianza con sus hijos, estar más tiempo con ellos y darles amor, pero sobre todo buscar de inmediato ayuda psicológica para buscar si otros síntomas están afectado al niño.
Roberto López Franco señala que cuando hay terror nocturno o pesadillas, el siguiente síntoma que el niño desarrollará será el insomnio y después un bajo rendimiento físico y emocional durante el día debido a la falta de sueño.
“A los niños en estas condiciones se les debe dedicar más tiempo del normal, también buscarle una actividad deportiva de una interacción social para que su sistema nervioso central se relaje y evite la sensación de ansiedad o depresión”.
Si no funciona ni ponerle más atención ni mantenerlo ocupado físicamente, entonces los padres no deben tardar mucho tiempo en buscar ayuda profesional para sus hijos.
“Si en un lapso de 45 días no disminuyen esos síntomas hay que llevarlo con un psicólogo para establecer qué le provoca esos sentimientos porque podrían tener un trasfondo más serio”.
En La Laguna no hay centros médicos gratuitos para atender a los niños con esos depresión, ansiedad o estrés. “Obviamente está el DIF con sus centros comunitarios donde ofrece apoyo psicológico pero la atención no es la ideal porque las sesiones son muy retiradas una de otra, y hacen esperar horas, por eso son recomendables los consultorios privados pero son muy caros y no está a la mano de todas las personas”.
Es importante atender los síntomas porque un niño que crece con estrés se convertirá en un adolescente o joven con episodios depresivos muy fuertes, que lo pueden llevar a tener ideas suicidas.
Esos niños, al llegar a la adolescencia, comienzan a ingerir bebidas alcohólicas o drogas como la marihuana. “No en todos los casos llegan a estos extremos pero sí en la gran mayoría”.
Por fortuna, la depresión es uno de los elementos que tienen un pronóstico bueno de recuperación en términos psicológicos, siempre y cuando se atienda de manera constante y disciplinada.
Un niño o una persona deprimida tarda de dos a tres años en salir de este estado a través de un proceso psicoterapéutico, y si se quiere una recuperación más rápida se debe combinar con un tratamiento psiquiátrico.
Para que no recaigan los padres de familia deben estar vigilantes de sus hijos, “cuando alguien se deprime es porque siente que no tiene un continente emocional afectivo en su familia, colonia, escuela, trabajo, y la recomendación es que sus padres y hermanos generen condiciones de contención afectivos para que sientan un puerto donde llegar”.
La responsabilidad de los padres es muy alta porque un niño que se deprime es porque siente abandonado, incluso este estado es una llamada de atención para que su familia voltee y ponga atención.
Los menores con mayor riesgo de deprimirse son hijos de padres que trabajan la mayor parte del día, sus abuelos ya murieron y no tienen hermanos o la diferencia de edades es muy grande.
También están en riesgo de deprimirse los niños que viven en colonias donde no tiene con quién jugar, además de quienes perciben el mundo como poco digno de ser vivido.
“Las niñas se deprimen más que los niños porque tienen menos posibilidades de discurrir en el espacio y tiempo. Los varones tienen más libertad en todo, por eso las mujeres son más susceptibles de caer en depresión”.
Padecer depresión tiene afectación muy fuerte porque los niños dejan de dormir o tienen desórdenes del sueño, además los síntomas sicosomáticos inducen a que dejen de comer y esto daña su sistema inmunológico y lo convierte en presa fácil a cualquier tipo de enfermedad, desde una gripe hasta una hepatitis o tifoidea.
“Se convierten en personas delicadas, cadavéricas, con una expresión de distanciamiento afectivo muy evidente”.
Si usted nota que su hijo tiene problemas de aprendizaje o trastornos del sueño, no lo deje pasar. Recuerde que su salud mental está en sus manos y que no atenderlos a tiempo podría tener serias consecuencias en su desarrollo.
Fuente: Dirección General de Comunicación Social de la UNAM, psicólogo Roberto López Franco.