El lugar donde duermes
El número de hilos en las sábanas, el color del edredón y la cantidad de almohadas son detalles a los que muchos prestan atención tratándose del espacio para dormir. Lo contradictorio es que la mayoría pasa por alto lo que en verdad es básico para el descanso y la salud: el colchón.
La persona promedio duerme de siete a nueve horas cada día; eso significa que pasa la tercera parte de su vida en la cama. Por lógica, resulta esencial contar con un colchón confortable y que se encuentre en excelentes condiciones.
Muchos dan por hecho que estos muebles duran ‘para siempre’. En efecto son artículos de larga resistencia, pero eventualmente requieren un reemplazo; es preciso revisar continuamente en qué condiciones se encuentran.
Dentro de los principales aspectos que deben evaluarse se encuentra el nivel en todas sus zonas: si se observan depresiones o huecos es momento de pensar en uno nuevo. La memoria es también determinante; ésta se refiere a la capacidad del colchón para adaptarse al cuerpo. Si tras levantarse usted nota que alguna parte de la superficie tarda en recuperar su forma original, urge renovarlo.
Asimismo, al comprar un colchón es esencial pensar en la cantidad de tiempo que se pasará sobre él. Por ello no hay que dejarse guiar por la suavidad, sino buscar un amoldamiento que combine comodidad con firmeza, entre otras características que recomienda la comunidad ortopédica.
UN ANTIGUO ALIADO
¿Alguna vez se ha preguntado de dónde surgieron los colchones? Hace miles de años el ser humano comenzó a idear la manera de cambiar el suelo por una superficie más suave que mejorara su descanso. Con esta finalidad, en civilizaciones como la egipcia y la mexica eran utilizados palmas, hilos de caña, plumas, seda de gusano y pieles de diferentes mamíferos.
Poco a poco los ancestros del colchón fueron tomando formas cada vez más complejas y enfocadas a las necesidades que se iban identificando. Por ejemplo con la llegada del Renacimiento en el siglo XVI, se confeccionaron sacos rellenos con el mismo tipo de elementos naturales pero usando éstos en grandes cantidades, poniendo así una barrera considerable entre el piso y los cuerpos.
Fue hasta el siglo XIX que la Revolución Industrial y los avances en Medicina conjuntaron esfuerzos para producir el primer colchón con soportes formales y materiales más higiénicos, pues uno de los problemas principales con las plumas y las pieles eran los parásitos y microorganismos que causaban enfermedades respiratorias y afecciones en la piel. La solución para ello fue el algodón tratado, componente que se introdujo rápidamente en la fabricación de colchones a gran escala.
También los soportes de madera fueron reemplazados, en su caso por otros de más resistencia y durabilidad, como el acero, el aluminio y el cobre; además los diseños de los colchones empezaron a incluir coberturas.
En 1875 el sector médico hizo posible otro salto positivo con la colocación de resortes, desarrollados en Estados Unidos luego de que diversas pruebas demostraran que su estructura recubierta con material suave contribuía a aminorar los malestares en la columna vertebral.
ESCOGER EL MEJOR
Con el paso del tiempo y los avances tecnológicos, los colchones continúan evolucionado. Hoy en día las opciones en el mercado son muchas. Si no sabe cuál le conviene más, esta información puede serle altamente útil.
De poliuretanos o espuma
Cuentan con una amplia demanda al cumplir con la mayoría de los requisitos de la comunidad ortopédica: confort, durabilidad, correcto acomodo del sistema óseo, resistencia moderada a la circulación y memoria. Algunas variaciones en los diseños de este grupo pueden incluso ser auxiliares en tratamientos médicos específicos.
De agua
Están hechos a base de una bolsa llena de líquido que es revestida con materiales elásticos para lograr consistencia y una ligera memoria sobre todo el cuerpo. Son recomendados a quienes sufren de contracturas musculares, estrés o dificultades circulatorias, ya que su resistencia en las articulaciones es muy baja. Están contraindicados para personas con problemas óseos en general; no obstante en algunos casos concretos son indicados por ortopedistas.
De aire
Su diseño es uno de los más básicos, se trata de una bolsa que se infla hasta lograr una forma específica. A pesar de lo innovador de su tecnología no cuenta con gran aceptación entre la comunidad médica, pues al ser inestable y no permitir una postura independiente entre las zonas del cuerpo puede causar lesiones considerables.
Viscoelásticos
Son fabricados con un material desarrollado por la NASA, cuyo propósito fundamental fue la adaptación perfecta del cuerpo humano. Es lo último en tecnología de memoria y ofrece todos los beneficios médicos para gente con problemas de columna o usuarios regulares. Esta clase de colchón es un excelente auxiliar para individuos con padecimientos como espina bífida, daños vertebrales o hasta dificultades para conciliar el sueño, pues algunos estudios efectuados en Estados Unidos revelan que mejora el descanso hasta en un 40 por ciento.
SU RECETA: UN BUEN COLCHÓN
A la hora de adquirir un colchón es aconsejable que éste sea del gusto total del comprador. Más que el costo es básico tomar en cuenta las recomendaciones de la comunidad ortopédica.
Cabe decir que la vida estimada de cada colchón varía en función del modelo y el fabricante. Algunas empresas advierten que en términos generales estos no deben conservarse por más de 10 años.
Por otro lado, se sugiere que antes de comparar marcas y precios se consulte a un especialista ortopédico; él puede indicarle qué tipo de colchón es idóneo para su cuerpo.
La próxima ocasión que vaya a cambiar de colchón no olvide que éste le acompañará durante mucho tiempo y que si le brinda el reposo apropiado, ello hará la diferencia para que su día comience con energía o cansancio y malestar.
Correo-e: riturriaga@elsiglodetorreon.com.mx
Fuente: Médico Ortopedista Juan Manuel González.