Caras vemos, corazones no sabemos... este dicho se aplica perfectamente a la adopción.
Lo primero es ser sincero contigo mismo y saber si contamos con el tiempo y el espacio para darle vida digna a ese ser. Sería frustrante para un perro venir de un hogar donde no lo quieren y terminar en otro donde al poco tiempo sea un "estorbo".
Cuando adoptas un perro te topas con diferentes horarios de comida, costumbres en alimentos, hábitos de sueño pero con un gran corazón necesitado de amor y cariño. Al principio el periodo de adaptación es muy difícil para ambas partes pues están conociéndose y aceptándose. Es algo muy común y al mismo tiempo demandante de paciencia, pero vale la pena. El primer problema es el estar marcando territorio, las travesuras a los muebles o zapatos y los ladridos sin sentido. Pero ya cuando se ha superado esta etapa nos daremos cuenta que tenemos un gran amigo, un cuidador y un compañero fiel a nuestro lado.
La adopción es una gran oportunidad de reivindicarnos como seres humanos ante los malos tratos, la violencia y el abandono de perros. Apoyemos a los albergues caninos en su labor adoptando un perro y demostrando que podemos hacer felices a ese mejor amigo.