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El noveno pasajero

CARLOS LORET DE MOLA A.

¿Por qué no te subes al helicóptero con el secretario? En el vuelo puedes contarle lo que han hecho en este año y ponerlo en contexto para la inauguración.

Rolando de Lassé lo pensó. Estaba a punto de dejar el cargo como dirigente de la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia (AMIJ) y siempre un encuentro con el secretario de Gobernación puede abrir puertas.

Recibió la sugerencia del coordinador de giras de Francisco Blake Mora, la noche anterior al choque del helicóptero, cuando afinaban los detalles del arranque de la VI Asamblea General Ordinaria de la AMIJ, en el World Trade Center de Cuernavaca.

Pero Rolando de Lassé, que antes era Jurídico del IFE al que renunció cuando empezaba aquello a descomponerse, decidió que no. Le ganó lo institucional. Recibió y atendió esa noche a su jefe, el ministro presidente de la Suprema Corte, Juan Silva Meza. No se fue por carretera al Distrito Federal ni se presentó la mañana siguiente en el Campo Militar Marte para abordar el Super Puma TPH-06.

La avanzada le notificó que el secretario de Gobernación volaría en un Puma que necesitaba un lugar amplio y limpio para aterrizar porque el viento que desatan sus aspas puede dar a cualquier grava suelta la fuerza de una bala. Hallaron un sitio a 800 metros del salón sede. Por la tarde le dijeron que había cambiado de parecer, que viajaría en un helicóptero de PGR, pidieron las coordenadas y todo, pero al final confirmaron que era el original, el de la Fuerza Aérea Mexicana.

De Lassé se despertó temprano el viernes para recibir a los invitados. Aunque el código de vestimenta del encuentro era de guayabera, el ministro presidente de la Corte apareció de traje porque de ahí se ligaba a un compromiso solemne. A través de un colaborador, Blake pidió, antes de abordar, que Silva Meza se quitara saco y corbata porque él se presentaría de guayabera.

Lo siguiente que supieron fue que llegaría tarde pues, tras despegar, había encontrado un banco de niebla que le obligó primero a cambiar la ruta y luego a intentar volar por encima del obstáculo. Lo demás fue la incertidumbre por la espera.

Ante el inexplicado retraso -en Bucareli seguían diciendo que iba en vuelo-, el gobernador, el panista Marco Antonio Adame, quien recibiría a Blake Mora al pie de la nave cuando aterrizara, acordó con el presidente de la Corte que inauguraran aunque no estuviera el secretario.

Cuando bajaron del estrado, Silva Meza ya sabía. El Estado Mayor Presidencial, a cargo de su seguridad, le había informado: cayó el helicóptero del secretario. La primera versión era que Blake estaba gravemente herido. Así lo comunicó el jefe del Poder Judicial al puñado de altos funcionarios presentes y emprendió de urgencia el regreso al DF.

Dejó en su representación al ministro Jorge Pardo Rebolledo, quien al confirmarse la muerte, apretó con De Lassé la duración de las mesas de trabajo y clausuró la Asamblea esa misma noche.

Hasta entonces, Rolando cayó en cuenta de lo que no le pasó y se soltó a llorar.

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