Creí, tonto de mí, que ya estaba zanjado el asunto planteado en mi anterior colaboración pues mientras el PAN aseguraba que el presidente Calderón infamaba con sus declaraciones a ese instituto político, el mandatario negaba que así hubiera sido, indicando que el corresponsal del diario The New York Times, al formularle preguntas, era el que había hecho la imputación que a los blanquiazules les pareció incriminatoria.
Todo ello hizo surgir la escandalera. Bueno sea una cosa u otra, esta columna no toma partido a favor ni en contra, pues cabe considerar que se aproxima en unos meses más la decisión sobre quién deberá llevar la banda tricolor en su pecho sustituyendo al presidente de la República, lo que da lugar a que desde ahora se produzcan encuentros entre las diferentes fuerzas políticas, mediante zacapelas en que habrá fuegos artificiales o sea se quema pólvora en infiernitos, que no son otra cosa que ejercicios previos cuyo objetivo el de medir fuerzas. Esto se comprueba, en el caso que aquí nos ocupa con la ridícula amenaza de denuncia que se sabe no procede contra un presidente, dada la disposición que ordena sólo puede ser enjuiciado por los delitos de Traición a la Patria y delitos graves del orden común.
Por lo que concierne al delito de Traición a la Patria, no hay duda de que significa que la persona quebrante la fidelidad o lealtad que se debe guardar al lugar en donde nació o como en el caso, en el que ha sido elegido con el cargo de presidente.
En cuanto a los delitos graves del orden común. ya se decía en anterior colaboración, se refiere a la protesta que rinde el presidente al asumir el cargo, esto es, prestará ante el Congreso de la Unión, donde levantando el brazo con la palma de la mano hacia abajo, un juramento formal, diciendo: "protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por bien y prosperidad de la Unión", el constituyente no se quedó sólo en esa enunciación sino que la sujetó a la voluntad popular para que en su caso pudiera buscar la aplicación de una sanción, por ello en la parte final de esa protesta dirá: "y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande."
¿A qué se refiere al hacerle decir que la Nación se lo demande? Todos los que ocupamos este territorio somos connacionales. Es nación un concepto sociológico y está caracterizado como el sentimiento de patria. Pero no nos perdamos en disquisiciones. Como no podemos demandar todos los habitantes en conjunto, a menos que lo hagamos fuera del orden jurídico, es lógico que tengamos que acudir a las instancias legales. A ese efecto, debemos considerar la Nación, así concebida por la ley, como una persona moral que estará representada por el procurador general de la República, quien por mandato constitucional preside al Ministerio Público de la Federación. Es él quien tendrá la obligación de acudir a tribunales a solicitar la orden de aprehensión contra el funcionario que incurra, en el caso de que se den las siguientes hipótesis a), que no defienda, custodie o proteja, con su propia vida de ser necesario, las instituciones jurídicas b), el que no desempeñe leal y patrióticamente el cargo c), que lo haga sin mirar el bien y prosperidad de la Unión.
Muy difícil sino es que de imposible realización, cuando el presidente está en funciones. El titular de la Procuraduría, que por mandato legal preside el M.P., debe su nombramiento y está sujeto a las órdenes presidenciables quien puede nombrar y remover libremente a su inferior jerárquico. Otra cosa sería si hubiera un cambio que le diera autonomía al M.P. frente al Ejecutivo que no debería tener injerencia en su nombramiento, desapareciendo la facultad de deponerlo a su arbitrio.
En fin, algo se podrá hacer. Quizá se debe volver a los albores de la democracia, cuando el pueblo ateniense era la principal preocupación de los gobernantes, esto en fechas antes de Cristo.
Habría que recordar, de la antigua Grecia, a Clistenes quien implantó el ostracismo con el fin de defender la democracia de la tiranía como arma popular para desterrar por diez años al ciudadano cuya influencia podía ser peligrosa para las libertades públicas. El ostracismo es un destierro político, acostumbrado entre los atenienses; exclusión forzosa de los oficios públicos, a la cual suelen dar ocasión los trastornos políticos. A propósito de pum, olvidaba decir que el ciudadano Vicente Fox insiste desde Washington en que el gobierno puede buscar un "cese al fuego" para disminuir los altos niveles de violencia que viven algunas regiones del país.