La cultura autoritaria mexicana sigue permeando la vida interna de los partidos políticos, que no se atreven a dejar las elecciones de dirigencias y candidatos a sus militancias o la ciudadanía en general; los diversos intentos en ese sentido todavía tienen demasiados controles y límites o terminan en conflictos que fracturan a las distintas fuerzas políticas.
Sin embargo, hoy tampoco es posible revivir impunemente los dedazos del pasado, por dos razones: hoy hay otras opciones políticas que pueden llevar a los aspirantes desplazados a lograr su objetivo; y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, puede revertir las decisiones arbitrarias y discrecionales de las dirigencias partidistas.
Así los aspirantes que sienten desplazados por las dirigencias de sus partidos políticos, tienen tres alternativas: una, disciplinarse y acatar la decisión cupular; dos, recurrir a las instancias jurisdiccionales, primero dentro del mismo partido y después fuera, para revertir dichas decisiones; y tres, renunciar a esa fuerza política y buscar una vía alternativa para conseguir su propósito.
Esto dificulta mucho más a las dirigencias de los partidos políticos la elección de sus sucesores y los candidatos a los puestos de elección popular. Y, si algunos partidos todavía se resisten a la posibilidad de las candidaturas no partidistas, es porque todavía los complicaría más, pues para tomar la tercera vía señalada en el párrafo anterior, bastaría con la decisión del agraviado de romper con el partido político que le cierra el paso.
Todas las fuerzas políticas mexicanas viven esta lucha interna, sin embargo, sus manifestaciones públicas son muy diversas. Hay que reconocer, que algunas fuerzas políticas parecen aprender de sus errores, como es el caso del PRD que parece haber encontrado en las encuestas de preferencia electoral una vía más transitable que las elecciones abiertas; ya han resuelto por este método la candidatura presidencial y la de candidatura a la gubernatura de Tabasco y, todo indica, que también lo harán en el DF, pero eso no garantiza que en el resto de las candidaturas puedan lograr tanta civilidad y concordia.
Las encuestas son una alternativa transitable siempre que la diferencia entre el puntero y el resto de los candidatos sea amplia, pues en contiendas muy cerradas donde el resultado sea el llamado empate técnico, fracasará.
El PRI apuesta a las candidaturas de unidad, que ya le funcionó en la elección presidencial, pero que no parece ser una vía transitable en los estados y, particularmente, por los compromisos establecidos en los documentos de la coalición "Compromiso por México", que ya le generaron problemas en Chiapas.
Sin embargo, el más complicado en estos momentos es el PAN, por la intención de su dirigencia nacional de designar directamente a los candidatos a diputados y senadores y de limitar el número de precandidatos en la elección presidencial.
En el primer caso, primero la dirigencia resolvió que habría designación directa para candidatos a diputados federales en 141, de los 300, distritos electorales y para senadores en 24, de las 32, entidades; dicha decisión fue impugnada por millares de militantes blanquiazules y el TEPJF la revocó y le solicitó al partido que en caso de persistir en su intento, lo motivara adecuadamente. Reincidieron los panistas, pero únicamente en 41 distritos y tres fórmulas de senadores, particularmente en todos los puestos federales de Nuevo León y Tamaulipas; el Tribunal debe haber resuelto las nuevas impugnaciones ayer sábado, después de que concluí esta colaboración.
En el segundo, los esfuerzos de Gustavo Madero se han dirigido a tratar de limitar la contienda interna a un máximo de tres precandidatos y de ser posible a dos; todo iba muy bien hasta que surgieron dos espontáneos: Javier Livas y Luis Paredes, que ya tramitaron su inscripción y ayer sábado la Comisión de Elecciones tuvo que resolver si les otorgaba el registro o no. El sábado 17 se volvió fecha clave porque las precampañas de todos los puestos de elección federal inician hoy domingo 18.
En caso de negarles el registro, los aspirantes rechazados podrán acudir al Tribunal y el PAN podría sufrir un nuevo revés, con lo cual sus posibilidades de sacar provecho de ser la única fuerza política que realiza una elección para definir a su candidato presidencial, prácticamente se cancelan. El último domingo de noviembre señalé, en este espacio, que el PAN podría aprovecharlo para posicionarse entre el electorado nacional, pero parece que los blanquiazules están empeñados en desperdiciarlo, pues su dirigencia se ha ocupado más de ver cómo lo limita y controla, que en cómo lo aprovecha.
Cierto que una contienda interna con muchos precandidatos dificulta la organización de eventos e, inclusive, el aprovechamiento de los espacios en radio y televisión de sus aspirantes, pues éstos tienen que repartirse entre más y, por lo tanto, tendrán menos exposición pública, sin embargo, una contienda abierta, competida y transparente pudo haberse convertido en una palanca frente al electorado. Parece ser que nuevamente los temores a la democracia terminan por impactar negativamente a las cúpulas partidistas y, por ende, la imagen pública de los mismos partidos, como en el pasado ha ocurrido con el PRD y el PRI.
Ahora es el PAN el que está enredándose en sus procesos de selección interna, pues sin importar las decisiones de ayer sábado, ya desperdiciaron una brillante oportunidad de sacarles el mayor provecho posible. Aunque hay que reconocer que de dichas decisiones y el desenlace final sí depende que no sólo no hayan sido capaces de aprovecharlos, sino que se les conviertan en un lastre.