"La prensa ve no lo que es, sino lo que desea ver".
Walter Lippmann
Algunos espacios mediáticos mexicanos parecen actualizar este hallazgo del legendario periodista y estudioso de la comunicación Walter Lippmann, publicado en un artículo clásico que exhibió los sesgos del New York Times en la cobertura de la revolución rusa.
Para el autor de Public Opinion, los medios estadounidenses no reportaron lo que estaban viendo, sino lo que estaban deseando ver de acuerdo a sus esperanzas y temores.
Toda proporción guardada, algo parecido pasa hoy con una parte de la cobertura a un proyecto de 46 intelectuales, académicos y periodistas junto a tres de los aspirantes rezagados a las candidaturas presidenciales de sus partidos: del PRD, Marcelo Ebrard, que hace suyo el proyecto como conjuro contra el regreso de su expartido, el PRI, a la Presidencia; Santiago Creel, del PAN, y a la cabeza de la empresa el priista Manlio Fabio Beltrones. Como previsibles derrotados, su apuesta es a que, quien gane en 2012 no alcance mayoría en el Congreso. Y su propuesta es que un gobierno de coalición le dé a los perdedores la oportunidad de compartir el poder con el ganador.
Por eso no están entre los firmantes los presidenciables que van a la cabeza en la preferencias electorales: Peña Nieto y López Obrador. Y eso hace que, con independencia de los méritos de la propuesta y de la sinceridad con que algunos de los firmantes crean que ella resolvería el estancamiento del país, esta ausencia entre sus promotores de quienes cuentan con la fuerza para sacarla adelante la hace inviable y, por tanto, poco "noticiable", como se refieren los españoles al valor noticioso de los sucedidos.
Y en este contraste entre la nula viabilidad política y la alta visibilidad mediática de la propuesta aparecen, precisamente en el México de hoy, en los términos de Lippmann, los medios que no ven lo que es, sino lo que desean ver.
CLIENTELISMO
Estos sesgos se agravan en México por el arraigado clientelismo político de sus medios, que analizó a su vez un artículo pionero del académico Daniel Hallin. Y ese clientelismo explicaría la portada de un diario con un titular que decía: "¡Coalición, ya!", bueno para manta de manifestación, pero no para encabezado de noticia en un diario. Además el "balazo" -la línea sobre la cabeza principal- dramatizaba: "Claman a una voz intelectuales y miembros de AN, PRI y PRD".
Sí: todos, a una voz, como si no hubiera voces mayoritarias en sentido contrario en los tres partidos, igual que en la población, que en un 49% piensa que es preferible un presidente con mayoría en el Congreso, contra un 42% que sostiene que es mejor un presidente en minoría obligado a negociar coaliciones para gobernar, según la encuesta de la semana de Ulises Beltrán.
ESTEREOTIPOS Pero hay otro clientelismo. Con las excepciones honrosas de muy pocos políticos, gente de los medios e intelectuales no alineados a alguno de los aspirantes presidenciales que los acompañan en el desplegado, es conocida la filiación clientelista de la mayor parte de sus firmantes, con Beltrones o con Ebrard, especialmente; o es pública la militancia de otros contra Peña o López Obrador, lo que disminuye todavía más, por lo previsible, el valor noticioso del pronunciamiento.
Y aquí vuelve el Walter Lippman que anticipó la tendencia de los medios a crear estereotipos, como el que ha hecho de Peña un mero producto televisivo y de Beltrones un modelo de estadista democrático (a partir, hay que reconocerlo, de una eficaz y tenaz operación de restauración de imagen).
Pero también en este caso dichos medios ven no lo que es -una fuerza real construida hasta ahora por un Peña que propugna un modelo de gobierno de mayoría-, sino lo que desean ver: la reducción obligada del resultado electoral a un gobierno de minoría, obligado a entregarle el poder a ese Beltrones que desean ver esos mismos medios como el hombre de Estado que nos falta. Se les puede hacer, pero todavía no es.