Irresistible, la tentación de prolongar la guía publicada ayer aquí por Carlos Loret para quien quiera seguir el curso del proceso electoral de Guerrero, que tendrá una escala importante el próximo domingo, pero que muy probablemente continuará en acciones post electorales y finalmente en los tribunales.
Se trata -sí- de la primera elección de 2011, como antesala de las elecciones presidenciales de 2012. Y atrae una alta visibilidad en los medios nacionales e internacionales por la densidad de las campañas negras, lo cerrado que se prevé el conteo de las urnas, la violencia verbal y la violencia física y los cálculos sobre el futuro de Acapulco como destino atractivo para el turismo proveniente de fuera del país.
Pero también es importante abundar sobre la guía de Loret para seguir las elecciones de Guerrero porque su decálogo demencial sobre las excentricidades que unen y desunen a los principales contendientes no sólo es muestra de pintoresquismo tropical: tras esa apariencia se esconden las luchas por el poder de los jefes políticos de la capital que suelen jugar con los destinos de los políticos locales como los dioses del Olimpo lo hacían con los humanos en la literatura de la antigua Grecia.
Empecemos con el PRI y sus desgarramientos a la hora de escoger sus candidatos en los nuevos tiempos. Si antes existía el arbitraje superior del presidente de la República para dirimir las diferencias manteniendo la disciplina, a partir de que el PRI perdió la Presidencia los gobernadores de ese partido se arrogaron el poder de decidir las candidaturas de su partido a sucederlos, con resultados tan catastróficos -o tan benéficos para sus competidores- como los del año pasado en Oaxaca y Sinaloa.
Eso, en los estados donde el PRI conserva los gobiernos estatales. Pero donde no los conserva, como en Guerrero, el problema no es menor. Porque allí las candidaturas se dirimen con base en los arreglos de quienes se disputan el control del partido a escala nacional y en sus escaramuzas con quienes se disputan también el control nacional de los otros partidos.
Y en Guerrero ocurrió que la todavía presidenta del CEN del PRI, Beatriz Paredes, en alianza con el líder de los senadores priistas, Manlio Fabio Beltrones, colocaron a su prospecto, Manuel Añorve, sobre el muy allegado de éste en la política local, Ángel Heladio Aguirre, el gallo de Peña Nieto, el gobernador mexiquense puntero en la carrera de 2012.
Y es en este punto en el que entran a escena otros dioses del Olimpo político nacional, los de la fracción aliancista del PRD, encabezada por Manuel Camacho y Marcelo Ebrard. Y traen nuevas complicaciones para los destinos de los políticos terrenales del estado al imponer a Aguirre como candidato de los partidos de izquierda. Nada importa su pasado en la violencia anti-izquierdista. Lo que cuenta es que es el desplazado por Paredes y Beltrones en sus pruebas de fuerza con Peña Nieto.
- ¿Y ELBA? Y por si el enredo no fuera suficiente, entra en escena una diosa del mismo Olimpo, la líder del magisterio, Elba Esther Gordillo. Y su complicación adicional para los destinos de los políticos terrenales consiste en su oferta de apoyar al candidato de Paredes y Beltrones, si éstos -sus némesis en el Olimpo- le allanan la llegada a la presidencia del PRI al gobernador de Coahuila Humberto Moreira, una opción que dejaría complacido a Peña Nieto, que con esa fórmula dejó a su prospecto Aguirre a merced de las tentaciones que le allegaron los dioses perredistas.
El polvorín armado en Guerrero no sólo se debe a la real o supuesta idiosincrasia violenta de los guerrerenses, ni a las pasiones fratricidas de los contendientes, ni al atraso y al pintoresquismo de sus políticos. Los artífices de un eventual estallido en el Estado están también entre los jefes nacionales de los partidos que, como los dioses del Olimpo llevaban a la exageración las pasiones y ambiciones de aquellos a los que mandaban hacer atrocidades en la tierra.
Académico
