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El PRI de Moreira

ALFONSO ZÁRATE

Bailador y dicharachero, neopopulista y modernizador, simpático y peleonero, Humberto Moreira llega a la dirección nacional del PRI con dos misiones esenciales: procurar la unidad y ganar la Presidencia de la República en el 2012. Más allá de lo aparente, no la tendrá fácil.

En su paso por la gubernatura de Coahuila se afirmó como dueño del estado, lo que le permitió anticipar el sentido del voto mayoritario de un Congreso a su servicio y, en el más viejo estilo, repartir algunas de las posiciones mayores entre su parentela, uno de sus hermanos, Rubén, le heredará la gubernatura, recibirá un estado lastimado por la violencia delincuencial, con muchos "levantados", enfrentamientos en las calles, miedo creciente entre la población...

Como gobernador, Moreira tuvo iniciativas progresistas como la ley que protege los derechos de las parejas del mismo sexo que hagan vida en común, que seguramente, no pasó desapercibida al clero mexicano; y su admiración por la Cuba de Castro (incluso nombró a uno de los centros oftalmológicos ubicado en Nueva Rosita, "Comandante Fidel Castro Ruz"), podrá despertar suspicacia en los intereses estadounidenses.

Sorprendente en sus desplantes, ante el tema de los secuestros llegó a decir que en Coahuila ya había una definición: "pena de muerte para los secuestradores", lo que no hemos decidido, advirtió, es cómo se les privaría de la vida. Su propuesta, que halagaba a una sociedad harta de ese crimen abominable, encontró un fuerte rechazo de los defensores de los derechos humanos y se desentendía de la Constitución que prohíbe la pena de muerte.

Moreira representa un cambio generacional y, también, un cambio de estilo en el liderazgo del partido, mucho más protagónico. No parece un hombre de ideas, como don Jesús Reyes Heroles, pero sus formas foxianas le gustan a la gente.

En los próximos días iremos conociendo si tiene una visión de mediano y largo plazos o sólo se mueve en la coyuntura; si es un estratega o un táctico. Por lo pronto, su discurso inaugural muestra un estilo rancio, pueblerino, de los días de Pepe "El Toro", en el que no hubo asomo de autocrítica ni amplitud de miras, que careció de definiciones en torno a algunos sobre los temas centrales de este tiempo mexicano: el estancamiento económico, la pobreza, el desempleo, la desigualdad y la inseguridad.

Moreira optó por llevar la ceremonia de toma de posesión a Querétaro, allí donde el 4 de marzo de 1929 nació el Partido Nacional Revolucionario (PNR) que ideó Plutarco Elías Calles y al que Luis Javier Garrido llamó "coalición de caciques". El partidazo volvió a sus orígenes, hoy es más que nada una confederación de reyezuelos, que eso y no otra cosa son hoy gobernadores sin contrapesos. Por otro lado, el acarreo de miles de priistas mostró el regreso -si es que alguna vez se fueron- de los viejos usos del poder.

Pero más allá de sus tareas en el PRI (queda por verse la integración del Comité Ejecutivo Nacional), no puede ignorarse que Moreira trae su propia agenda. Desde la presidencia del PRI tendrá a su alcance enormes recursos políticos y financieros, más los que le aporte su hermano desde Coahuila, lo que le permitirá ampliar su red política; la movilidad exigible a su responsabilidad lo hará crecer en los niveles de conocimiento a nivel nacional y si se despeña Peña Nieto, bastará un nuevo retoque a los estatutos del partido para que le entre al juego de la sucesión.

El PRI, insiste, quiere regresar a la Presidencia, pero todavía no sabemos para qué.

La diplomacia tiene sus reglas y cuando los jefes de Estado las ignoran pagan un costo personal y corren el riesgo de afectar los intereses nacionales. Vicente Fox nunca las aprendió, por eso anduvo exhibiendo su frivolidad e ignorancia por todas partes.

Los agentes diplomáticos tienen la responsabilidad de allegarse, sin ingenuidades, información sensible sobre lo que ocurre en los países en los que están acreditados. Lo inaceptable habría sido que Carlos Pascual hubiera replicado el comportamiento insolente de algunos de sus antecesores, John Gavin, por ejemplo, pero ha sido cuidadoso en sus declaraciones públicas.

Calderón se equivocó al litigar en los medios el reemplazo del embajador en vez de hacerlo de la manera discreta y cuidadosa que marcan los cánones de la diplomacia. La respuesta del Departamento de Estado es obvia: el embajador se queda.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario

Twitter: @alfonsozarate

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