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El reloj

GILBERTO SERNA

El hombre se ve satisfecho. Hace días uno de los uniformados le robó su reloj. Le fue devuelto. Detrás de su abundante mostacho y tupida barba ¿acaso esbozaba una sonrisa de satisfacción?, ¿se mostraba enigmático pensando que cualquiera es atropellado en sus derechos y nadie le regresa cuando menos la tranquilidad perdida, ni recibe una disculpa del pretor por el abuso y el atropello?

Con mirada cansada desde aquella noche en que con lujo de violencia entraron en su hogar, el poeta Efraín Bartolome no deja de observar la carátula del reloj de pulsera cuyas manecillas marcan las horas más terribles que pudo haber pasado en toda su existencia. ¿Qué le dice el encargado de marcar el tiempo? Si pudiera hablar le diría que estos son malos tiempos.

No es que quieran ser malos, añadiría, es que los hombres los vuelven malos. El bardo que es un espíritu sensible sabe que los tiempos envuelven el planeta en una atmósfera perversa que es cuando los hombres abusan de su infamia. Los réprobos esperan las horas nocturnas apurando al reloj de la vida para que ensombrezca las horas. El reloj del vate por fin se decide a hablar, después del mutismo en que había permanecido.

En un poema sobre el tiempo, Renato Leduc, diría "la dicha inicua de perder el tiempo"; quiso decir que ¿la dicha es perversa, ignominiosa o malvada cuando permitimos dejar que pase el tiempo y hacemos maldita la cosa o sea nada?

Y qué decir de Roberto Cantoral cuando implora al reloj que no marque las horas, que detenga el tiempo en sus manos, que haga esa noche perpetua, que nunca amanezca. Sólo a un consagrado compositor se le ocurre esa locura porque, viéndolo bien ¿qué culpa tenemos los demás de que nomás le quede esa noche para vivir sus cachondeces? Pero si de poetas atracados hablamos, demos paso a la inspiración: "El reloj de la vida es un martillo incansable, que camina con prisa en su ruta imparable. En su ya largo viaje recuerdas de niño, al tren de la vida, viajar de subida, viajando despacio, en su andar paso a paso. Y la vida va pasando, con sus risas y sus llantos, con amores y pasiones, con amargos desencantos. En distintas estaciones, en su largo recorrido, a los seres más queridos ves bajar con tus amigos. Te asaltan los recuerdos, vivencias ya pasadas, grandes emociones, noches añoradas. El reloj de la vida continúa andando con su pasar de los días, con su pasar de los años. Y al final de la subida llega la bajada y ves cómo acelera y ves que ya no para."

Hay relojes cu-cú, que generalmente están provistos de péndulo y gong. Un pájaro de madera hace sonidos que se asemejan a la onomatopeya "cu-cú", saliendo cada media hora por una abertura. Su diseño conserva la tradición de un bosque con algunos fusiles y aspecto de casa con tejado, con motivos relacionados con la cacería, como trofeos, escopetas, morrales para la pólvora, trompa de caza, cabeza de ciervo, etc., con cadenas y pesas.

Se llamó clepsidra al reloj que usaba el agua. Hagamos un alto y regresemos al reloj de Bartolomé. No había motivo para pensar que haya alguien capaz, portando el uniforme de la corporación, de apoderarse de un bien que no le haya sido trasmitida su propiedad, por lo que habría que hacer algunas consideraciones. El que lo tomó debió ser alguien perteneciente a los mandos, no era un policía de bajo rango. De otra manera no habría por qué ocultar su identidad. ¿Se estará buscando un "chivo expiatorio" al que le prometerán cubrirle sus salarios, reinstalándolo apenas haya pasado el escándalo con un ascenso? Todo es posible. Los mandos medios aprenden siguiendo aquello de lo que hace la mano hace la tras. Hay una corrupción incontenible en todo el país. No sabemos como es que irían a abstenerse de adoptar la comodidad de esa conducta que es obvio que si no se trata de un personaje conocido nada se hubiera hecho para recuperar lo hurtado, que no fue sólo el reloj sino además una chamarra, un abrecartas de plata y una USB.

Pero ¿cuáles fueron los hechos?: un grupo de hombres vestidos con uniforme negro irrumpió violentamente durante las horas de la madrugada en tres viviendas de la colonia Torres de Padierna, cuyas familias fueron amagadas y amenazadas con armas de alto poder.

El poeta Efrain Bartolomé que habita una de esas viviendas, fue obligado a arrodillarse y le apuntaron a la cabeza con una pistola, a gritos le exigían mostrar el lugar de la casa donde guardaba armas; los policías permanecieron en su domicilio cerca de una hora, abriendo cajones, rompiendo puertas, destruyendo objetos, robándose entre otras cosas, una cámara.

Explicó que las personas armadas vestían de negro, trayendo pasamontañas en la cabeza. Dijo en entrevista con Carmen Aristegui, titular del noticiero MVS que los policías no presentaron ninguna orden de cateo cuando, después de romper la chapa de la puerta principal entraron en su domicilio; que fue interrogado golpeándolo en la cabeza mientras estaba de rodillas.

En fin, todo sea por el bien comunitario, aunque la prudencia indica que la Policía debe apegarse a los procedimientos legales.

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