El ritmo y la paciencia
Cada pareja requiere ajustar su ritmo a fin de obtener la satisfacción sexual. Nos referimos al tiempo que el hombre y la mujer tardan en excitarse, en lograr un orgasmo y finalmente al que les toma recuperarse para tener un nuevo encuentro. Ante la falta de sincronía, hacen falta paciencia y comunicación.
Hablando de sexo no existe un ritmo normal o adecuado en lo que se refiere a tiempo de excitación, llegada al clímax y recuperación para el siguiente encuentro, sino que cada par de amantes construirá el suyo conforme vayan descubriendo sus estímulos eróticos.
Muchos reclaman a su contraparte la tardanza en ‘encender motores’, se sienten frustrados ante un compañero lento, que parece estar no ahí sino con la mente en otra parte.
TENGO GANAS PERO ME TARDO
La psicología de la vida amorosa nos informa que tanto varones como féminas pueden presentar dificultades para excitarse o mantener esa excitación, si algunas señales de su ‘media naranja’ les orillan a sentirse rechazados.
La mala imagen que se tenga de sí mismo o la sensación de ser un amante incompetente pueden provocar la lentitud para concentrarse en el lance amatorio. Existen asimismo frenos del placer como la aprensión o temor a un embarazo o a contraer una enfermedad venérea. También las preocupaciones económicas o la incertidumbre cotidiana pueden provocar ansiedad o estrés haciendo que el cuerpo no responda igual a las caricias, dificultando se consiga liberar la tensión sexual y propiciando un sentimiento de disgusto e insatisfacción. Igualmente puede darse el caso de que ya no se experimente el deseo de manera intensa por su pareja por algún prejuicio como pensar “ya no estamos en edad para eso”. Pensamientos como este dificultan la excitación. Es importante aclararlos para que no sigan creciendo y amenazando a la relación.
ORGASMO Y PERIODO REFRACTARIO
Al tiempo de espera posterior a un encuentro sexual, en el cual no se consigue la erección en el varón o la lubricación vaginal en la mujer -aunque se tengan ganas-, se le denomina periodo refractario. Cada par de amantes descubrirá cómo manejar este lapso. Hay quien inmediatamente después de un acto carnal pletórico de orgasmos, a los 15 ó 20 minutos, está dispuesto a otra sesión maratónica de sexo.
Algunas personas no tienen la capacidad de reponerse rápidamente y tardan 24 horas; una vez que llegan al éxtasis precisan de un día completo para lograr iniciar otro encuentro. Asimismo, existen individuos cuyo periodo refractario llega a ser de cuatro a cinco días.
La dificultad puede presentarse cuando el más ardiente quiere relaciones sexuales frecuentes e intensas, mientras que el calmado las quiere distanciadas. Eso genera frustración y enojo en uno y otro. Quienes atraviesan por esta situación reconocen lo difícil que es empatar el deseo de dos seres humanos.
Lo recomendado ante este tipo de situaciones es buscar el momento adecuado para proponer soluciones y establecer algún acuerdo que satisfaga a ambos.
SERENIDAD Y PACIENCIA
Lo natural es que ambos lados de la pareja tenga un ritmo distinto, ya que hombres y mujeres complementan sus diferencias. Sin embargo es fundamental explorar si existe algún malentendido o bien un obstáculo físico que retarde la excitación y las ganas. Tener la disposición de hablar calmadamente y no acusar, para no agravar la dificultad.
Apoyar a quien es lento en responder es la manera de no hacerlo sentir mal y para ello se requiere paciencia y más paciencia. ¿En verdad ama y desea a su ‘otra mitad’? Entonces ayúdele a acrecentar su ritmo. Esto no es algo imposible de conseguir, pero se necesita de un entusiasmo sostenido.
El que se enciende más velozmente puede contemplar la posibilidad del desquite hacia quien es tardado. Vale la pena tener en cuenta que esto no se resuelve con presiones, sino con calma y conocimiento.
De la misma forma, si en el otro persiste el ritmo manifiestamente tardado para estimularse, alcanzar la culminación o buscar una nueva sesión de coito, entonces debe ir a consulta sexual, pues el problema no podrá ser resuelto sólo con buena voluntad.
TAREA EN EQUIPO
Todo individuo sabe en su interior qué le incita más de su pareja. Pueden ser la apreciación visual de su figura completa o de alguna zona en particular como los pies, los senos, las nalgas, el pene, la vagina; el olor de la totalidad del cuerpo o de una parte especifica; la manera de besar, lamer, morder, chasquear los labios o soplar sobre algún espacio corporal; las caricias verbales y físicas previas al acto carnal darán pie a la anhelada convivencia íntima, y una vez en ésta la cadencia y profundidad de la penetración acompasarán el ritmo de ambos hasta llegar al momento del clímax.
Analice: ¿antes provocaba sin dificultad a su compañero? ¿Qué caricias le inducían con más intensidad las ganas de ser suyo? Vea si ha dejado de lado algunas prácticas que realizaba con anterioridad y ante las cuales su amante mostraba agrado y placer.
Con la edad las personas tienden a retrasar sus respuestas tanto de excitación como de orgasmo. Este es otro factor básico que es preciso tomar en cuenta. Recuerde que ‘más vale tarde que nunca’. Procure avivar la fantasía de su consorte hablando de manera sensual sobre su cuerpo, lo que le gusta de ella o de él. Hágale saber que desea más fogosidad sin forzarle o exigirle.
Dialogar con el propósito de cambiar ciertos aspectos de la vida sexual es sólo una parte de la tarea. Quien padece retraso en la excitación, dificultad para alcanzar el éxtasis y/o un bajo apetito para buscar encuentros frecuentes, necesita atenderse profesionalmente. También debe considerar cambiar algunos hábitos, por ejemplo consumir alimentos que perfeccionen su salud física. Un sexólogo podrá aconsejarle sobre este punto, le indicará complementos nutricionales que contribuyan a su intensidad erótica, al igual que le prescribirá ejercicios de focalización sensorial donde descubra o redescubra su pasión.
Si usted y su pareja atraviesan por una situación de este tipo, no descarten apoyarse en un terapeuta sexual. Sobre todo, no caigan en el recurso de culpabilizarse mutuamente, pues tanto quien es más lento como el que reacciona con mayor rapidez, sufren por la incompatibilidad de ritmo amatorio. Buscar ayuda profesional con un sexólogo calificado aclarará las dudas y malentendidos, y les proporcionará recursos para rescatar su relación íntima.
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