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El sendero oscuro

Relatos de andar y ver

ERNESTO RAMOS COBO

¡Hey!, si usted es bato que añora párrafo bien armado, pues tómelo, que ahí le va:

"La globalización, sea lo que sea por sí misma, es, además, un tropo que exalta fuegos fatuos populistas: sirve de centro de recogida de afirmaciones inconsistentes sobre el curso del mundo". La cita es del filósofo Sloterdijk, contenida en su libro "En el Mundo Interior del Capital".

Podemos decir que ese pensador alemán es un monstruo, de ésos de barbas largas, de los de la órbita de la Escuela de Frankfurt. A leguas se ve que por allá son también amantes recalcitrantes al taco de seso aguado, dos pa' llevar sin chile: oséase: al colega le gira particularmente de más la piedra. Esa obra, por demás recomendable, está plagada de cita erudita, de palabra rimbombante, de historia y anécdota. Su pensar específico sobre la globalización, es algo así como un estese quieto, no se me emocione todavía colega, que ni sabemos a dónde vamos como humanidad, ni podemos vislumbrar qué es lo que sigue. "Afirmaciones inconsistentes sobre el curso del mundo" -dice él.

Lo anterior viene a cuento por las voces entusiastas (a las que me sumo) que han exaltado lo ocurrido en Egipto, como si estuviéramos atestiguando mutación de paradigma, como si esta época nuestra fuera fundacional por excelencia hacia la democratización extendida, cimentada en libertad de información y transparencia. Ante tanto desbordado optimismo, y siguiendo la lógica de Sloterdijk, las interpretaciones sobre las capacidades de contagio del evento de Egipto, constituirían también hipérbole, retórica del emocionado.

¿Podría decirse lo mismo de las interpretaciones, o de la lectura sobre el potencial catalizador revolucionario de las redes sociales? Del poder virulento de elucubración personal del fanático de la blogósfera. De la capacidad expansiva de la información, que todo lo detenta, todo lo abarca, lo transforma y lo derrumba. De esa capacidad avasalladora que sorprende, al grado que chispa y efecto se confunden en círculo, mezclándose en una marea de reacciones.

Fuego fatuo: llama engañosa difícil de interpretar.

Difícil de interpretar, ya que al no saber dónde estamos, nos sentimos desorientados en la lectura de los cambios. Es como si te metieras el puño al hocico colega, como si estuvieras fisteando una búsqueda difusa, más aún, vacua, imposible saber lo que sigue, leer futuro de un mundo interconectado, vibrante, inestable y receloso, temeroso, a su vez, de la ambición que traspasa la oscuridad del sendero.

Sí: la oscuridad del sendero.

El desmoronamiento Egipcio, y lo que sigue, sus capacidades de contagio, el poder de las redes sociales como puntos de encuentro en transformaciones políticas, no sólo se vincula a dictaduras ahora existentes, la cubana, la venezolana, por nombrar algunas; sino que, más aun, ante la creciente intranquilidad de democracias incipientes y débiles, como la mexicana, donde la desigualdad genera malestar, donde la deficiencia educativa acrecienta asimetrías, sin reforma de fondo ni vuelta radical de tuerca, continuaremos viendo pugna entre el guiño del capitalismo autoritario, la democracia y la libertad.

No se trata del lacónico patetismo del pesimista. Se trata de la hipérbole continua por sentirnos abrumados. Desorientados y superados ante el oscuro sendero de los cambios que se vienen, ante los retos que nos tocará enfrentar.

Ciudadalfabetos.com @eramoscob

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