Se mueve como si en verdad tuviera posibilidades de llegar a ocupar la Presidencia de la República. Se mueve como si se le fuera a reconocer que obtuvo la mayoría de votos en el proceso electoral. Se mueve como si supiera que las autoridades electorales lo reconocerán como el candidato que quiere el pueblo de México que ocupe el Palacio Nacional. Lo que no sabe y si lo sabe, trata de ocultárselo a sí mismo, que no tiene posibilidades reales de ni tan siquiera figurar como candidato de los grupos que se dicen de izquierda. Se necesitaría que ocurriera algo extraordinario, inusitado, insólito para que tan siquiera su candidatura se pudiera dar. Se necesitaría que el "priista" Zedillo, no se hubiera hecho a un lado, dejando tranquilamente que arribaran grupos que ahora están dispuestos a todo y cuando digo a todo, es a todo, para conservar sus privilegios. Estuvieron preparando un candidato de los suyos, hecho a su imagen y semejanza, menos el abultado y pretendidamente disimulado vellocinio, crespón o penacho al cual se han unido los que detentan el partido, antaño revolucionario, que enriquecidos en y por el poder político, están dispuestos a olvidarse de cuando embobaban a las masas con el señuelo de que pronto los sacarían de su pobreza.
Bien, el vellón es un conjunto de lana que se le quita a una oveja o a un carnero al esquilarlo. El vocablo vellón designa toda la lana de una res y tusón sólo la de la oveja o la del carnero, que a su vez se dice vedija, guedeja y mechón. El vellocino de oro, en la mitología griega, era el vellón de un carnero alado. Su lana era de oro, siendo sacrificado y colgada su piel en un árbol, donde quedaría custodiado por un dragón. A poco se convertiría en la constelación Aries. El vellocino de oro fue llamado así porque la piel extendida sobre marcos de madera se usaba para recoger pepitas de oro, que bajaban desde placeres río arriba sumergiendo la zalea que se ponía a secar antes de sacudirles o peinarles el oro. El vellocino de oro representa la idea de realeza y legitimidad.
Jasón, héroe mitológico griego, regresa de donde andaba y cumplidos los veinte años se dirigió a casa. Su padre Esón, de ahí había sido rey, confiole el reino a su hermano Pelias en el entendido que una vez que Jasón cumpliera la mayoría de edad le haría entrega del trono. Al serle reclamado lo que no era suyo, a Pelias se le ocurrió alejarlo enviándolo hasta el pie del Cáucaso a recuperar el vellocino de oro, encargándose a un arquitecto y constructor de navíos, que hiciera su trabajo culminando en la embarcación Argo en la que Jasón, acompañado de cincuenta héroes griegos, que tomaron el nombre de argonautas, se dieron a la mar. Cuando Jasón con la ayuda de Medea, hija del rey, venció los obstáculos y se apoderó del vellocino, lo entregó a Pelias. Estas y otras aventuras, esperaba a estos argonautas que todos eran héroes e incluso hijos de dioses. A Jasón le habían vaticinado que moriría por culpa de su amado barco, lo que se cumplió cuando, durmiendo a la sombra de Argo, un tablón se desprendió y cayó sobre él. Causándole heridas que a la postre le ocasionaron la muerte.
Hasta aquí la mitología griega. Entremos a los mitos políticos. El pasado amenaza con repetirse y los primeros indicios evidentes es la disgregación de los grupos de la llamada izquierda. El dinero todo lo puede y todo lo corrompe. Si una vez estuvo a punto de ir a la cárcel, este señor López, por el asunto del Encino, no dudamos que ahora no tengan necesidad de recurrir a tan deleznable estratagema. Volverán al desprestigio, recordando aquello de que constituye un peligro para México. La verdad es que el peligro es sólo para el grupo que maneja el poder económico en este país. Lo ven y se aterrorizan poniéndoseles los pelos de punta pues se avizora el peligro a sus muy personales ganancias, que suelen traer en sus bolsillos o tienen en depósitos bancarios. Por eso se han propuesto acercarse a la candidatura del Vellocino de Oro, un hombre que haga lo que haga sigue conservando la fe y el apoyo de quienes lo ven como el único capaz de servirles de garantía de todo lo que representan sus negocios. Es la clase acomodada que no desea convivir con el peladaje que a su juicio debe permanecer ahí donde está, en la más profunda de las miserias. Al otro, en la sucesión anterior le llamaron señor López, así nomás, porque hacían esfuerzo por disminuir lo que representaba. En fin, si se deja, que sí creo que se dejará, gustosos lo despellejarán vivo. La verdad es que no ha sabido cómo canalizar el descontento de las masas populares. Vía elecciones, no debe esperar mucho, no las ganará jamás. Sus opositores son de Jalisco que nunca pierden y cuando por alguna causa, eso llegara a suceder, se pueden dar el lujo de arrebatar. A menos que . . .