El silencio de un pez
Los animales no pueden expresar como nosotros lo que sienten, por eso es importante estar al pendiente de las necesidades de nuestras mascotas; sobre todo si se trata de peces, los cuales son incapaces de emitir sonidos que nos haga notar alguna anormalidad o molestia.
La gran diferencia entre los humanos y los animales es la manera de comunicarnos. Nosotros podemos externar pensamientos y sentimientos y todo lo que deseemos. Pero para ellos es difícil expresarse, aunque a través de la convivencia con mascotas como perros y gatos aprendemos a identificar si están contentos, tristes o si tienen apetito; y hasta si se sienten mal, al distinguir cambios en su conducta -por ejemplo si dejan de comer o dormir, si ladran o maúllan de forma distinta.
No obstante, en el caso de los peces puede ser usual que al llegar a casa sus dueños los encuentren flotando sin vida, sin explicarse cuál fue la causa del deceso, porque nunca advirtieron que algo no marchaba bien.
Contrario a lo que muchos creen, los peces no son ‘desechables’; es decir, no son para adornar nuestro hogar un mes o tal vez dos. De hecho pueden vivir hasta siete años si reciben la correcta atención.
Se requiere tiempo y dedicación para adoptar a un pez. Lo básico es adquirir una pecera de vidrio, de tamaño acorde a las necesidades de la especie que se haya comprado, darle el debido mantenimiento a dicho recipiente y alimentar al animalito en la cantidad que haya sido indicada en el acuario. Pero hay más que saber acerca del cuidado de estas criaturas acuáticas.
LA IMPORTANCIA DE LA LIMPIEZA
A menudo la muerte de los peces se relaciona con la falta o el exceso de higiene en las peceras. Respecto a lo primero, es indispensable que el receptáculo en cuestión cuente con un filtro o una bomba para mantener el agua libre de impurezas y bacterias.
El Médico Veterinario Zootecnista Miguel Dávila apunta: “Con frecuencia las personas son demasiado escrupulosas y lavan las peceras con materiales agresivos como cloro o Pinol, que impregnan los vidrios y cuando vuelven a meter a los peces estos se intoxican con los residuos”. Por ello lo recomendable es asear regularmente la vasija usando sólo agua y una fibra, sin recurrir a ningún detergente o especie de químico.
Una vez que el ‘hogar’ de su mascota esté limpio, llénelo usando líquido templado. Es primordial no tomarlo de la llave si se sabe que éste contiene altos niveles de cloro o arsénico: “Hay filtros que erradican ambas sustancias, pero estamos hablando de equipos muy sofisticados; para la mayoría de las personas una opción viable es comprar el agua en los acuarios”, apunta Dávila.
¿QUÉ LE PASA A MI PEZ?
Las principales enfermedades que afectan a los peces de acuario suelen alojarse en su piel, entre las escamas, impidiendo el movimiento de las aletas. Una de las más frecuentes es la linfocitosis, la cual se manifiesta con manchas blancas provocadas por bacterias que se forman si se arroja mucho alimento en la pecera y ésta no se limpia apropiadamente. Puede surgir además por la falta de algún componente básico en la nutrición del animal.
La baba en la piel es otro padecimiento; en ella el pez luce opaco o revestido por una capa mucosa de color grisáceo y blancuzco, que llega a cubrir hasta sus bronquios. Es ocasionada por parásitos que se crean igualmente como secuela de una escasa higiene en el entorno.
El punto blanco es también un mal común. En solo unos días los peces se cubren de estas marcas y sus branquias dejan de moverse; en su piel comienzan a presentarse agujeros que se infectan con rapidez, y posteriormente un quiste que revienta y provoca la aparición de más parásitos. Un síntoma inicial es cuando el pez no persigue el alimento que se le arroja.
De la misma manera, los peces pueden ser atacados por la lerneosis o enfermedad del gusano Lernaea (un parásito externo que suele reproducirse en peceras sin calefacción); ésta se detecta si nadan de lado y frotan su cuerpo contra las rocas, plantas u objetos que hay en el agua.
¿Estrés bajo el agua?
Al igual que los humanos y otras especies, los peces se estresan y ello puede acarrear daños a su salud e incluso causarles la muerte, pues en primer término la tensión perjudica su apetito.
Al adquirir un pez lo ideal es llevarlo de inmediato a casa y colocarlo en el recipiente que habitará; “hay gente que los deja durante horas en las bolsas y eso les produce estrés. Asimismo les afecta que los pongan junto a otras criaturas marinas como las tortugas o peces depredadores”, advierte Miguel Dávila. Y si cree que la ornamentación de las peceras es opcional, considere que otro factor de estrés para los peces es que ésta carezca de rocas, arena y plantas.
¡CUÍDELOS!
Si quiere que sus peces tengan una vida larga, dedique por lo menos 10 minutos al día para observarlos; si nota que alguno no se mueve o no come, o descubre alguna anomalía en su piel, es señal de que su salud no está bien, y en consecuencia hay que aislarlo para que no contagie a los demás. Para saber cómo ayudarlo a reestablecerse solicite apoyo a un veterinario. Recuerde que toda mascota es un ser vivo y requiere cuidado y atención para tener una existencia saludable.
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