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EL SÍNDROME DE ESQUILO

LA LÓGICA DEL CIUDADANO

VICENTE ALFONSO

Hace tiempo un amigo me dijo que no le gustan las novelas policiacas porque, según él, esconden una compleja maquinaria para fabricar policías. Cuando le pedí que fuera más claro me dijo que esas novelas inyectan en los ciudadanos "la lógica del policía", es decir, crean ciudadanos "al servicio del gobierno".

Le respondí que en muchas novelas ocurre lo contrario: enigmas declarados insolubles o encarpetados por las autoridades son resueltos por un ciudadano. Hoy lo tenemos más claro que nunca: en México hemos visto civiles que se involucran en construir un México sin violencia, donde prive el estado de derecho que tanta falta nos hace. Marisela Escobedo, Isabel Miranda y Eduardo Gallo son ejemplos de padres que, insatisfechos con los resultados presentados por las autoridades y la forma en la que se cerraron los casos de sus hijos, buscaron a los culpables y (al menos los dos últimos) lograron su detención y condena.

Más aún, tenemos el caso de funcionarios que al ser tocados por el crimen dejan el discurso oficialista. Quién no recuerda el desesperado "¡no tienen madre!" de Nelson Vargas (director de la Conade en el gobierno de Fox) contra la PGR y la Secretaría de Seguridad Pública a un año y dos meses del secuestro de su hija Silvia, pues las investigaciones se habían vuelto mucho ruido y cero nueces.

Así pues, una literatura habitada por ciudadanos que cuestionan, investigan, exigen, es causa y consecuencia de lo que ocurre en nuestras calles. En lugar de formar policías, fomenta el pensamiento crítico. Llamo a esto la Lógica del Ciudadano.

En estos días comienza a circular, bajo el sello Planeta, un volumen titulado Todo Belascoarán, que agrupa las novelas en las que interviene este investigador creado por Paco Ignacio Taibo II, que es también un civil que investiga por su cuenta.Y no pretende volvernos agentes.

Si nos limitamos a una lectura superficial de la primera aventura de este detective azteca, podríamos decir que es una exposición literaria brillante de una situación que hemos visto repetirse en distintos contextos, de Boston a Tacuba: el estrangulador. Pero pronto, muy pronto, es evidente que Días de combate es una gran novela desde el momento en que los personajes reflexionan sobre el género, sobre la procuración de justicia, sobre las necesidades del país.

Hay mucha ironía en los párrafos de Taibo II: si el lector se sorprende al encontrar un empresario que emplea a un mayordomo en su mansión, el empresario se asombra al saber que Belascoarán es un detective privado: "creí que no existían en este país", dice. Con ello, parece afirmar que en el México de los setentas no había más verdad que la que dictaba el Estado.

Además, el primero de los libros de la serie Belascoarán trasciende el divertimento porque advierte que, mientras el estrangulador ultima a sus víctimas, el Estado implementa (verbo tan político) programas que matan a cientos de campesinos, de obreros. De allí que en la mente del detective cristalice la certeza de que "el gran estrangulador es el Estado". ¿Diría esto un policía?

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