En 1944, Raymond Chandler publicó El Simple Arte de Matar, ensayo que es, al mismo tiempo, una declaración de principios como novelista. En el texto, quien es considerado uno de los precursores de la corriente literaria conocida como "novela negra", echa luz sobre el anquilosamiento en el que habían caído las novelas policiales que se empecinan en plantear un enigma enrarecido al lector, también reclama para la literatura criminal el espacio que le corresponde: bien hecha es simple y llanamente literatura. "Todo lo que se lee por placer es una evasión, se trate de un texto en griego, de un libro de matemáticas, de uno de astronomía, de uno de Benedetto Croce o de El diario del hombre olvidado. Decir lo contrario es ser un esnob intelectual y un principiante en el arte de vivir".
Chandler sabía bien de qué hablaba: sus biógrafos nos recuerdan que en otoño de 1900 entró en el primer grado de Dulwich, un colegio londinense más estricto que prestigioso en donde, además de matemáticas y música, llevaba materias como latín, francés, teología y lo que se conocía como "materias inglesas". Además jugaba cricket y rugby.
El sistema de Dulwich permitía optar a los alumnos por dos modalidades: el lado clásico y el lado moderno. Raymond Chandler estudió ambas y dio desde entonces muestras de brillantez: en el lado clásico era el segundo de su clase, en el lado moderno era el primero.
Quién iba a pensar que allí se gestaban las bases para la literatura de Chandler. Quizá el desafío más importante para el autor fue conservar la tensión de las historietas policiacas llamadas pulps (que entonces eran tremendamente populares) y al mismo tiempo hacer crónicas certeras del lado amargo de la vida.
El escritor realista, nos dice, "escribe sobre un mundo en el que los pistoleros pueden gobernar naciones y casi gobernar ciudades, en el que los hoteles, casas de apartamentos y célebres restaurantes son propiedad de hombres que hicieron su dinero regentando burdeles (...) un mundo en el que un juez con una bodega repleta de bebidas de contrabando puede enviar a la cárcel a un hombre por tener una botella de un litro en el bolsillo". Para quienes esperan enigmas de duquesas y bibliotecas, la respuesta de Chandler es apabullante, pues nos devuelve a un entorno de narcotráfico, devaluaciones, desempleo y mercados financieros que se revuelcan desahuciados: no es un mundo muy fragante, pero es el mundo en que vivimos.
