EL SÍNDROME DE ESQUILO
En días recientes un grupo de creadores y administradores que participaron en el Festival Internacional de las Artes de Lerdo hicieron público que no les han pagado. Además de no pagarles, Othón Reuter, Director del Festival, llevaba meses ganando tiempo con "abonos verbales" (léase promesas incumplidas) para sus acreedores.
Ayer un diario informaba que los adeudos por 1.5 millones de pesos responden a que el Municipio de Lerdo debe una aportación que ya estaba pactada. Eso elevaría el presupuesto del Festival a $14.5 millones, considerando que reunieron 13 millones entre el Conaculta, la SEP, el Gobierno de Durango y el Municipio de Ciudad Lerdo. Habrá que esperar la respuesta del Municipio lerdense.
Lo deseable sería que el asunto se resolviera lo más rápido posible, pues no se trata de descalificar al festival. Como ha señalado el grupo de creadores y proveedores, el único fin "es recibir el pago justo por los servicios que prestamos en el Festival, cuya importancia y trascendencia para nuestra región, nunca ha sido puesta en duda por parte de nosotros".
Más allá de las pifias administrativas, lo sucedido invita a reflexionar sobre el papel de los creadores en la Comarca. Estoy seguro de que, además de lo que se debe, hubo muchos creadores que participaron sin cobrar un peso por su intervención. Y lo sé porque cuando me invitaron, yo acepté participar sin cobrar (aunque luego una enfermedad me lo impidió). Esto no es nuevo: hay quienes suelen operar así. Yo mismo he pagado boletos de avión para financiar conferencias que después la Dirección de Cultura de Torreón (dirigida por Norma González) ha presentado como esfuerzos del Ayuntamiento.
Lo cortés no quita lo valiente, dice el refrán. Puede entenderse que no haya dinero, pero no que falte respeto para los creadores. Recuerdo un texto en el que Jaime Muñoz Vargas defendía el derecho a ganarse la vida escribiendo. Uno de sus argumentos (que cito de memoria, no literalmente) es que nadie esperaría que el carnicero le regalara tres kilos de sirlón, o que el plomero cambiara un grifo gratis. Nadie espera que un policía o un futbolista regalen su trabajo. ¿Por qué, entonces, habríamos de esperarlo de un músico, una pintora, un escritor? Comentarios: vicente_alfonso@yahoo.com.mx