Era cosa de tiempo para que ocurriera: la semana pasada, creadores y público de Torreón hicieron en las redes sociales un reclamo: el programa de la Dirección de Cultura de Torreón, a cuyo frente está Norma González Córdova, no tiene rumbo.
Jacobo Tafoya escribió: "Estamos cansados de la ineficiencia de la Dirección de Cultura Municipal, de la falta de compromiso con los artistas locales. La DMC no tiene un plan certero de desarrollo cultural y rechaza los proyectos de artistas locales comprometidos (...) se vanagloria con eventos intrascendentes, pero no realizan algo con verdadero valor cultural para los artistas y demás ciudadanos; son evasivos, demagogos (entre muchos otros adjetivos) y además se dan el lujo de censurar a los artistas que les exigen trabajo y respuestas".
Guillermo Colmenero, otro creador, se lamenta: "La DMC me debe 2 mil pesos desde septiembre 2010 y me hablaron en enero que disque para pagarme y hoy mayo 2011 todavía no he visto ni un cinco. Sin contar los 30,000 que me deben de mi premio que gané de Financiarte, premio otorgado por DMC y CONACULTA en 2009".
Hace apenas unas semanas era Daniel Maldonado quien señalaba que lo habían censurado en las redes sociales por hacer señalamientos a Radio Torreón. Y junto a él somos ya muchos ciudadanos a quienes se nos ha eliminado del acceso a dichos espacios. Así pues, ni transparentes, ni incluyentes.
Norma González respondió sólo la primera de muchas preguntas que le hacían en las redes sociales el 3 de mayo. Luego prefirió cortar la comunicación. Yo también tengo muchas preguntas, pero por el momento me limitaré a hacer un comentario.
Estimada Norma: el 28 de noviembre de 2009 publiqué en este espacio que me parecías una candidata idónea para el cargo. Lo sigo creyendo. Reconozco tu trayectoria como gestora cultural, y me consta, por la amistad que llevamos desde hace más de 15 años, que eres una mujer muy culta, preparada. Pero en este caso, eso es sólo un agravante: tu administración ha sido, por mucho, la peor en lo que tengo memoria. No lo digo yo: lo dicen quienes en este momento te hacen preguntas que no quieres o no puedes responder.
No es éste un golpeteo político: mucho antes de que fueras directora, te incluí en los agradecimientos de mi novela, y tu nombre sigue apareciendo en las tres ediciones que lleva ese libro. Me sorprende que la colega solidaria se haya convertido a las filas de la insensible burocracia. Cuando me ofreciste trabajo, decliné convencido de que en este momento mi trinchera está del lado de la creación, no de la administración. Te pedí entonces que estuvieses abierta a las propuestas que los creadores queríamos poner sobre la mesa. Fue la última vez que hablamos.
Traté de establecer contacto contigo por teléfono muchas veces, y fue imposible. Como en el cuento de Hans Christian Andersen, quizá sea hora de reconocer que tu proyecto va caminando desnudo, por mucho que lo lisonjeen quienes sólo persiguen la nómina.
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