En los últimos meses he seguido en la prensa el caso de Vicky Marcos Fuentes, una mujer de 51 años que vive en León, España. Se trata de una variación contemporánea de una pieza del teatro griego que conocemos bien: la del gemelo perdido. Pero en este caso, la ciencia ha resultado mejor guionista que los griegos.
La historia, contada a muy grandes rasgos, es la siguiente: hace unos meses, el diario español El País hizo una nota sobre un caso de corrupción en una vieja maternidad en León: cuando nacían gemelos en dicha maternidad, el personal fingía la muerte de uno de ellos, y lo que en realidad ocurría es que el menor era robado y dado irregularmente en adopción.
Vicky Marcos había escuchado esa historia antes: desde pequeña le habían dicho que junto a ella había nacido una hermana gemela, y que esa hermana había muerto después del parto. Tampoco nadie de la familia vio el cuerpo de la niña fallecida, y los empleados de la maternidad dijeron que habían procedido de inmediato a enterrar el cuerpo.
Vicky comenzó a investigar. Y efectivamente, comenzaron a brotar las irregularidades. Una radiografía hecha en 1959 confirmó que Pilar Fuentes, su madre, llevaba en su vientre a dos niñas. No eran, pues, simples sospechas de que hubiera tenido gemelas: había razones para pensar que una melliza de Vicky podría estar en algún sitio lejano.
La mujer acudió entonces a varios periódicos para contar su historia, y junto a la nota, los diarios publicaron una foto. Esa foto fue vista en Valencia por el marido de una mujer adoptada que llevaba más de 30 años buscando a su familia original. Se llamaba María José Carbonell Borja, y tenía 51 años, es decir, la misma edad de Vicky. Le bastó ver la foto de la mujer que buscaba a su hermana para darse cuenta de que eran, a decir de la familia, "idénticas como dos gotas de agua". El 11 de mayo de este año, una nota periodística anunciaba "Dos gemelas se reencuentran 50 años después de su nacimiento". A manera de sumario, añadía: "las pruebas de ADN deberán confirmar que son hermanas". Junto a la nota, una foto muestra a dos mujeres de rasgos casi iguales, que sonríen a la cámara.
Hasta allí podemos reconocer, casi paso por paso, la vieja historia que hace miles de años escribió Plauto bajo el título de "Los Menecmos". Podemos resumirla así: dos gemelos son separados de pequeños, y se reencuentran años después, sólo para darse cuenta de que son casi idénticos. Pero en el caso de Vicky y María José, la ciencia vino a darle una vuelta de tuerca más a la historia: tras un mes de tratarse como hermanas, de acostumbrarse a la idea de que son mellizas, el examen de ADN arrojó lo que nadie esperaba: Vicky y María José no tienen lazos de sangre. Al saberlo, Vicky declaró: "Que el ADN diga lo que quiera, pero María José y yo somos gemelas".
¿Quién tiene la última palabra?
Comentarios: vicente_alfonso@yahoo.com.mx
