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EL SÍNDROME DE ESQUILO

ESO ESTAMOS COMO ESTAMOS

VICENTE ALFONSO

¿Por qué México no crece, por qué es un país con profundas desigualdades sociales? El jueves, en el club de industriales de la Ciudad de México fui testigo de cómo tres senadores clave, coordinadores de sus partidos en la cámara, debatían para responder a esta pregunta. Carlos Navarrete del PRD, Manlio Fabio Beltrones del PRI y José González Morfín del PAN, desarrollaron frente a un puñado de ciudadanos una serie de reflexiones que trataré de consignar en este espacio.

El pretexto lo dio la presentación del libro Por eso estamos como estamos, de Carlos Elizondo Mayer-Serra (publicado por Random House Mondadori, bajo el sello Debate). Elizondo posee un sólido currículum del que podemos destacar que es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y que ha sido embajador y representante de México ante la OCDE.

Los tres senadores coincidieron en el punto de arranque, que Elizondo expone con precisión y claridad en su libro: el bajo crecimiento económico y la creciente inseguridad que vivimos en México se deben a razones políticas e internas. El Estado mexicano no fomenta la competencia, y eso genera un equilibrio mediocre que beneficia sólo a unos cuantos: empresas, sindicatos, burócratas y partidos políticos.

Apareció entonces un concepto sobre el que hemos escuchado y leído mucho en los últimos años: las reformas estructurales. En ese punto, los senadores coincidieron nuevamente. Cuando se habla de dichas reformas, pareciera que la clave está en poner de acuerdo a los legisladores: sacar borrador y pluma para enmendar la Constitución. Pero siempre salen al tema los llamados "poderes fácticos": grupos que ejercen el poder sin haber obtenido un solo voto ni haber hecho campaña, y que son capaces de presionar a cualquier presidente: monopolios, sindicatos, televisoras y, por qué no decirlo, crimen organizado.

Aquí, González Morfín reconoció que "los ciudadanos piensan que las reformas no son importantes, y eso se debe a que los políticos estamos desprestigiados". Es verdad. Pero también lo contrario es cierto: los ciudadanos somos subestimados por muchos políticos que nos ven como carne de cañón, como una masa desinformada, ávida de promesas imposibles y regalitos con logos de campaña. En lo que toca a las reformas que requiere el país, los ciudadanos nos involucramos muy poco. No cumplimos la parte que nos toca. Como observadores del trabajo público somos descuidados y estamos poco involucrados. Sin un seguimiento cercano a quienes administran lo que es de todos, abrimos la puerta a la posibilidad de que otros se beneficien.

Esa tarde el mejor argumento en ese sentido lo dimos, por cierto, los propios ciudadanos. El debate se desarrollaba cuando de pronto vivas y aplausos llegaron de un salón vecino. La efervescencia y la pasión no se debían a las innovadoras propuestas de los políticos, sino al gol que le dio el triunfo a la selección mexicana en la semifinal del mundial de futbol Sub 17. Convendría preguntarse si esos goles, por meritorios que sean, merecen el desmedido espacio que les ha dado la televisión en estos días. Un espacio que jamás le han dado a una iniciativa en las cámaras, o a un movimiento ciudadano. Elizondo lo dice así: "siempre decimos que los políticos no están a la altura. La sociedad tampoco. Si los pueblos tuvieran el gobierno que se merecen, quizá estaríamos peor".

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