Todas las mañanas tomo el Metro en la estación Universidad, al sur del de efe. En esa estación, el andén donde los usuarios aguardan está al centro, y el Metro puede llegar por el lado izquierdo o el derecho. Esto da pie a algunas situaciones que reflejan, de manera muy gráfica, lo que ocurre en muchas otras esferas de la vida en México.
Para orientar a los usuarios, a ambos lados del andén hay letreros con flechas luminosas que anticipan de qué lado llegará el convoy. Pero esas señales no son siempre las correctas: a veces las flechas no parpadean, pues los focos están fundidos. En otras ocasiones parpadea la flecha de la izquierda y el tren llega por el lado derecho, o viceversa. Peor aún, a veces parpadea la flecha izquierda y efectivamente llega un tren de ese lado. Pero cuando los pasajeros ya están abordo llega otro tren por la derecha (que también se llena de gente) e inicia su recorrido antes que el primero, dejando a los pasajeros de la izquierda con una matinal dosis de frustración.
Así pues, la lucha por un lugar en el Metro tiene mucho de incertidumbre, y cada usuario resuelve ese problema cotidiano de acuerdo a su experiencia: algunos pasajeros permanecen al centro, cautelosos para correr a izquierda o derecha apenas vean aparecer un tren al fondo del túnel. Otros apuestan a ciegas por la izquierda o por la derecha, conscientes de que según el lado en que se ubiquen pueden llegar a la oficina temprano o con retraso. Cuando las flechas parpadean, algunos corren hacia el lado contrario, apostando a que ocurrirá lo que comenté unas líneas más arriba. El caso es que invariablemente, cada vez que llega un tren, se arman los empujones y los insultos entre los usuarios.
He titulado a este texto La Parábola del Metro porque -en una escala mucho mayor- ocurre una situación muy parecida en todo el país: al final quien manda las señales es el gobierno. Lo malo es que las manda de forma equivocada, de modo que nadie puede abrigar certezas respecto a lo que sucederá. En el ejemplo del Metro podemos pensar que los errores se deben a un operador distraído, a decisiones de último minuto, a fallas en el sistema eléctrico, yo qué sé. Excusas hay miles. El problema real es la falta de certeza, compromiso y responsabilidad por parte de las autoridades para enviar señales conscientes e informadas.
Durante el proceso electoral de 2006, el país se dividió también entre izquierda y derecha. Las señales de ambos lados eran confusas, y en medio quedamos muchos ciudadanos azorados y desencantados. De entonces a ahora, el Dstado de Derecho se ha deteriorado, y la polarización del país ha crecido enormemente. El pasado miércoles, el magistrado Alejando Luna Ramos fue electo nuevo presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife). Si el escenario es tan cerrado como en las pasadas elecciones por la Presidencia, a Luna Ramos y al Trife les tocará llevar a buen puerto el proceso electoral. Se escucha ya un tren al fondo del túnel: ¿de qué lado llegará?