"Aprendemos geología la mañana siguiente al terremoto."
Ralph Waldo Emerson
As autoridades japonesas han elevado el cálculo de la magnitud del terremoto del 11 de marzo de 8.9 a 9.0 grados. De confirmarse, el sismo japonés empataría al de Kamchatka del 4 de noviembre de 1952 como el cuarto mayor desde 1900, que es el período en que se tienen mediciones de razonable precisión; y superaría al que ahora está en quinto lugar, el de Maule, Chile, del 27 de febrero de 2010.
Un sismo de 9.0 grados equivale a una explosión de 474 megatones o megatoneladas (millones de toneladas) de TNT. Esto representaría cuatro veces la intensidad del sismo de 8.5 grados (84.4 megatones) de 1985 en México y 999 veces el de 7.0 grados (474 kilotones o miles de toneladas) de Haití de enero de 2010.
La intensidad, por supuesto, no es el único factor que define las pérdidas humanas o materiales de un sismo. En el momento de escribir este artículo el gobierno japonés tiene una cifra oficial de 1,833 fallecidos, pero se estima que una vez que se registren todas las víctimas, particularmente las del tsunami, la cifra se elevará a unos 10 mil, número similar al del sismo de México de 1985. En contraste, el de Haití de 2010, mucho menos intenso, dejó más de 300 mil muertos y destruyó la ya frágil economía de ese país.
Japón es una de las naciones más desarrolladas del mundo con un PIB de 42,325 dólares por persona, el 17º del mundo en la lista del FMI sin ajustes de paridad cambiaria. También es una de las más preparadas para un terremoto. Los códigos de construcción en el Japón son muy estrictos. Quienquiera que vive ahí recibe información sobre qué hacer en caso de un sismo. La enorme mayoría de los muertos de este terremoto, de hecho, perecieron como consecuencia del tsunami, un fenómeno para el que poca protección previa se puede generar.
Independientemente de la tragedia, el terremoto puede tener un lado positivo. La economía japonesa lleva casi dos décadas de estancamiento. El gobierno y el Banco de Japón han tratado de impulsarla sin hacer reformas de fondo -como liberalizar el mercado interno- con un exceso de gasto que lo único que ha hecho es aumentar la deuda pública.
El Banco de Japón ha reaccionado ahora con una nueva inyección de dinero a la economía. En esta ocasión las consecuencias pueden ser más positivas. En los últimos años el gobierno de Japón ha estado invirtiendo en proyectos no productivos -como caminos que no llevan a ninguna parte- que no han impulsado el PIB japonés. Hoy se invertirá en la reconstrucción. La experiencia nos dice que esto sí impulsará el crecimiento de la economía.
Quizá la mayor consecuencia económica del terremoto será en la industria nuclear para generación de electricidad. Japón tiene fama de contar con reactores muy seguros. Si a pesar de ello el terremoto produce una amplia contaminación por radiactividad, las consecuencias sobre esta actividad a nivel internacional serán muy negativas. El repunte de la industria en estos últimos años, producto de los altos precios del petróleo y el miedo al cambio climático por contaminación de la atmósfera, podría estar en peligro.
Japón está viviendo una catástrofe: su mayor reto desde la segunda guerra mundial, como se ha dicho con insistencia. Las grandes tragedias, sin embargo, suelen obligar a la realización de grandes cambios. La derrota de la guerra promovió cambios políticos, económicos y sociales que habrían sido imposibles de otra manera. Quizá el terremoto obligue a transformaciones similares que hagan que Japón supere el estancamiento económico de tantos años.
CAMBIO DE HORARIO
Con el adelantado cambio de horario en Estados Unidos, la Bolsa Mexicana simplemente empezó a abrir una hora más temprano esta semana. Yo me pregunto si no sería más sencillo tomar medidas prácticas como ésta en otras actividades -como cobrar más por la electricidad en horas pico-en vez de mantener un horario de verano que se vuelve cada vez más complicado.
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