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Ella combate el fuego como cualquier varón

Progreso. Laura asegura que como bombera encontró una vocación y el crecimiento personal, ya que ahora estudia la preparatoria y toma un curso de atención prehospitalaria.

Progreso. Laura asegura que como bombera encontró una vocación y el crecimiento personal, ya que ahora estudia la preparatoria y toma un curso de atención prehospitalaria.

EL UNIVERSAL

La necesidad encaminó a Laura Elena Reyes Antimo a la Central de Bomberos; ahí, dijo, ha forjado su carácter, encontró su vocación y su segunda razón de vivir, la principal son sus dos pequeños hijos. A sus 23 años de edad es la primera bombera operativa de León, se retrata como una mujer de carácter y con confianza en sí misma. Su trabajo es muy peligroso, admitió, pero las llamas no la asustan. "¡Todo tiene un riesgo!", "hay que estar preparada y tener el control", enfatizó con una discreta sonrisa.

El oficio exige preparación, disciplina, temple y control para enfrentarse a situaciones intensas. Ella, al igual que sus colegas, trabaja con el abrigo de la virgen de Guadalupe, cuya imagen veneran y decoran con flores en el acceso a la base.

Enfundada en su uniforme oculta el discreto maquillaje de su rostro. En los incendios pasa desapercibida y cuando concluye el evento se despoja del casco y capta el asombro de las personas: "¡Mira, es una mujer!".

"Después de un servicio la gente muestra aprecio y eso te llena", explicó. En dos años que lleva en la corporación se ha ganado el respeto de sus colegas y un galardón como la número uno en la competencia regional extrema de bomberos, que recientemente se desarrolló en Guanajuato, un año atrás se impuso en la segunda posición en Michoacán.

"Soy parte de la tripulación, bombero (a) raso, hasta ahorita, me ha tocado de todo, tanto ir a incendios, atención de enjambres y fugas de gas", manifestó en el aula de la Central 1, en su turno de 24 horas de trabajo por 24 de descanso.

Ocupa un dormitorio independiente al de sus colegas hombres, ahí lee y guarda sus posesiones. En un reducido espacio pasa la mitad de su vida, el resto del tiempo es para su familia.

En su actividad y la de sus compañeros, dijo que no hay ninguna distinción por el hecho de ser mujer, "el desempeño es el mismo y el trabajo es igual, la única diferencia es que a veces se necesita mucha fuerza, pero como este es un trabajo de equipo, todos nos necesitamos".

En la competencia ha destacado en el "levantamiento de mangueras, la cual consiste en subir una torre de tres pisos con una manguera muy pesada y enseguida levantar otra con una piola, pegarle al riel -a un tanque de gas se le ponen dos rieles y lo tenemos que recorrer con un marro de cinco kilos- después de eso pegarle al blanco, es decir, pegarle a la primera con el chorro de agua y seguir con una técnica de arrastre con un maniquí (víctima) de 85 ó 90 kilos en un determinado periodo de tiempo".

 TRABAJO EN EQUIPO Entre los varones, Laura, de 1.68 metros de estatura y 68 kilos, se tiene fama de ser "bien entrona" y hábil en las maniobras de auxilio.

"Un bombero no puede hacer nada solo, siempre vamos a trabajar en equipo, entonces lo que a mí me falta ellos lo complementan y lo que a ellos les falta yo lo complemento. Siempre hay un plan A y un plan B, todos debemos ir en la misma sintonía".

De seis mujeres que están en la corporación, dos son paramédicos, dos radio-operadoras, una pertenece al departamento de prevención y Laura es la única bombera operativa. Todos juntos, sin distinción, hombres y mujeres integran el Benemérito Cuerpo de Bomberos de León.

La misión de un bombero es "salvaguardar la vida y el patrimonio de los ciudadanos atendiendo cualquier siniestro en el que se solicite la intervención de la corporación", describe el reglamento del Patronato de Bomberos de León.

Todos los días, Laura inicia su rutina a las 06:00 horas, desde que suena el despertador: "Primero una miradita a los niños, bañarse, agarrar la mochila y tomar el camión para estar antes de las 08:00 horas en la Central de Bomberos, una vez ahí debo ponerme del uniforme para el pase de lista; después sigue el ejercicio, el desayuno, las actividades de limpieza a las instalaciones y vehículos (motobombas y unidades de ataque rápido), para seguir con la académica teórica-práctica y a las 20:00 horas a los dormitorios, si es que no hay ningún servicio, haciendo guardias de dos horas", relató.

Cuando tenía 15 años apenas alcanzó a concluir sus estudios de secundaria, nació su primer hijo y al siguiente año llegó la niña, a quienes ha sacado adelante con las batallas de ser madre soltera.

"Por mis hijos digo que voy a hacer lo que sea y a cuidarme a mí misma, es lo más importante para mí, estar bien conmigo y con ellos", expresó. Divertida, describe a sus pequeños de seis y siete años, quienes cursan los primeros años de primaria. "Mi hija quiere ser bombera cuando crezca y mi hijo quiere hacer pastelitos".

En sus días libres convive con sus hijos, los ayuda en sus tareas, lava la ropa, limpia su casa y "duerme".

Sus padres son clave en su desarrollo personal, como madre y como bombera. "Mis padres me dicen que lo que haga, lo haga bien; si no, mejor que no lo haga", recalcó. Laura recordó que en su niñez y adolescencia soñaba con ser policía, por el enojo que le provoca la gente que roba.

 'EL ATAQUE AL INCENDIO' Primero trabajó como guardia en una empresa de seguridad privada y de ahí incursionó a la Central de Bomberos como radio-operadora; un par de meses después, admirada por el desempeño de los hombres, pidió la oportunidad de integrarse al equipo.

"En este trabajo se siente la adrenalina desde el momento en que suena el timbre (alerta de emergencia), el miedo, los nervios y el control que se deben asumir, para no bloquearte, para hacer las cosas bien, para visualizar el lugar y la manera en que vamos a atacar el incendio", describió.

Laura sabe que para ser bombero se requiere de condición física, capacitación, valentía, porque es un oficio en el que se arriesga la vida. "Al tiempo de estar en un incendio cualquier cosa puede pasar, uno no sabe: te puedes quemar, se te puede caer encima una barda, te puedes desmayar por inhalar humo o un golpe de calor.

"Es riesgoso, el simple hecho de ir atrás de la unidad (motobomba), ya que hay muy poco espacio para poner los pies y en tiempo de lluvias el tubo se vuelve resbaladizo".

Hace poco vio caer a un compañero de la unidad. En una emergencia el bombero tiene que estar preparado, "puede pasar cualquier cosa, llevas la sirena abierta, con velocidad, puedes chocar, muchas veces los conductores de vehículos no te dan el paso; al contrario, te quieren ganar".

Como bombera, dice haber encontrado una vocación y el crecimiento personal, ahora estudia la preparatoria, además obtuvo una beca para un curso de atención prehospitalaria que toma en la capital del Estado.

Recuerda que su primera intervención como elemento operativo fue el 5 de octubre de 2010, en la zona industrial de Irapuato en el incendio de la fábrica de velas La Gloria que dejó ocho bomberos deshidratados y dos más con quemaduras, y que propició el cierre de la carretera libre Irapuato-Salamanca, la evacuación de 3 mil trabajadores y pérdidas materiales por más de 100 millones de pesos.

Después han venido otras conflagraciones en industrias, algunas de calzado, en pastizales y ha cubierto tareas en la "unidad enjambrera", dedicada a bajar panales de abejas y en la atención de fugas de gas.

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