El presidente de la Cofetel dijo en el foro que organizó EL UNIVERSAL que el camino para la licitación de las frecuencias de tv será tortuoso y largo.
Mony de Swaan es sensato. No puede echar campanas al vuelo porque incluso no podría haber más competencia en el sector ante los obstáculos que vienen. Así de simple y así de grave.
Si la licitación se ha podido detener en todo el sexenio ¿por qué no entorpecerla más y llevarla al fracaso? En el foro dije que el tema es añejo y que en realidad nunca hubo voluntad política para ampliar la competencia en la tv ni una política pública para el sector.
Recordé que antes de asumir la competencia, Felipe Calderón prometió llevar a cabo 100 acciones en los primeros 100 días de su Gobierno, entre las cuales se incluyó la licitación de frecuencias de radio y tv. En broma, Mony de Swaan respondió que leí mal y que más bien esta decisión se tomaría en los últimos 100 días de su Gobierno. Ojalá así sea, pero me temo que ni siquiera se llegará eso por las siguientes razones:
Diferencias en pleno. Los mismos comisionados están divididos no sólo en cuanto a si se lanzarían las convocatorias de la licitación para armar dos cadenas nacionales o una cadena nacional y algunas regionales, sino hasta si debe llevarse a cabo el concurso.
Aunque parezca increíble, al menos uno de los comisionados, José Luis Peralta, ha manifestado que no ve futuro en la tv abierta y que lo mejor es que las frecuencias se destinen a servicios de banda ancha móvil, como en Estados Unidos. ¿Influirá Peralta en el resto de los comisionados? Mi impresión es que al menos uno más lo apoyará.
No hay suficientes incentivos. Dice la Cofetel que entre los participantes en la consulta sobre la licitación de frecuencias, unos 19 manifestaron interés en participar como inversionistas. La cifra suena atractiva, pero ¿cuántos de ellos estarán realmente convencidos de entrar al negocio como operadores nacionales?
Con el multicasting o multiprogramación autorizada mediante una simple "toma de nota" por la Cofetel para los actuales concesionarios y permisionarios, el futuro operador no podrá competir en igualdad de circunstancias.
Frente a las cuatro cadenas de Televisa y las dos de Televisión Azteca, multiplicadas al menos por tres señales en cada uno de los canales, el concesionario entrante poco podrá hacer para competir contra 18 señales abiertas, una experiencia sobrada, construida durante décadas, en producción y conocimiento de los televidentes, así como un mercado publicitario prácticamente cooptado por las principales televisoras y sus demás plataformas de distribución de contenidos (tv por satélite y por cable, radio, revistas, telefonía, Internet, etcétera).
Tiempo, enemigo a vencer. Aún si la licitación se llevara a cabo sin obstáculos, montar una red nacional de tv no es tarea sencilla. Si para enero se publicara la convocatoria, transcurrirían al menos unos 12 meses más para la entrega de los títulos de concesión. A partir de ese momento vendría la emocionante pero tortuosa tarea de la compra de los terrenos, de la adquisición de los transmisores y de equipos, de la construcción de estudios, de la contratación de personal, de la adquisición de derechos de retransmisión de contenidos y muchas tareas más. ¿Cuánto tiempo más? ¿Al menos un año más para salir al aire en las primeras ciudades? ¿le gusta en junio de 2013?
Para entonces, es indudable que Televisa y Televisión Azteca se fortalecerán más en sus diferentes plataformas, la tv de paga habrá crecido, al igual que la penetración de Internet y los llamados nuevos medios. Los hábitos de consumo continuarán modificándose en los próximos años y aunque la tv -como lo advierten diferentes estudios en México y el extranjero- seguirá siendo la reina de la información y el entretenimiento, ya no será lo mismo a lo que era en el 2011 ni mucho menos en el 2000.
Litigios. La licitación no será tersa como se ha reiterado. ¿Habrá litigios en su contra? Es posible, como parte de la estrategia de los operadores para hacer mucho más lento el proceso. He sostenido que incluso esta posibilidad podría presentarse antes, con la licitación de frecuencias de radio abierta de FM que Cofetel prepara en el sureste del país, donde también se apuesta a su fracaso. Si esta licitación falla, por lo que sea, la de las frecuencias de tv también porque en esencia hablamos de procesos similares.
Decodificadores. La licitación está pensada, sobre todo, para servicios digitales, lo que hace indispensable aumentar la penetración de televisiones digitales o de decodificadores. Sin embargo, no hay recursos para hacerlo. La Cofetel dispone ahora de sólo 500 millones de pesos, pero no habrá más dinero en 2012 porque así lo determinaron los diputados.
Si bien nos va, habrá recursos en el 2013, pero eso ya dependerá del nuevo Gobierno y de los acuerdos políticos con las televisoras. Le recuerdo una cifra impactante: se requieren alrededor de 13 mil millones de pesos tan sólo para el subsidio de equipos sintonizadores a 6.5 millones de hogares en pobreza o pobreza extrema. Definitivamente el Gobierno no puede solo ni tampoco creo que el ganador de la licitación asumiría parte importante de esas cuantiosas inversiones.
La opción. Por eso reitero lo que dije en el foro: la posibilidad más inmediata y posible para mejorar la competencia en tv abierta es mediante un sistema de tv satelital gratuita. ¿Por qué no se analiza más seriamente la propuesta presentada por el ingeniero Carlos Casasús? De igual manera, la creación de una televisora pública nacional podría ser un camino paralelo menos tortuoso y sí más esperanzador para ampliar la diversidad y la pluralidad en la tv mexicana.
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