Agua salada. Los flamencos se alimentan de la artemia.
MÉXICO, D.F.- Al escuchar el motor de la lancha, los cangrejos negros escapan, se refugian entre los mangles. Vamos recorriendo la orilla de Río Lagartos, Reserva de la Biósfera de Yucatán. Estamos en busca del flamenco, aquél que con sólo aletear, pinta el paisaje de rosa.
Todo tiene un porqué y el secreto de su coloración será revelado en este lugar, situado a dos horas y media de Mérida. Los mejores observadores de aves se encuentran en el muelle del pueblo Río Lagartos, ellos son los lancheros, los mejores guías.
Vamos seis personas con los ojos bien abiertos porque en cualquier momento nos sale de entre los humedales un águila o un cormorán, tan típicos de la zona. Pero hay uno que no conocemos y su aspecto llama nuestra atención. Se ha postrado en medio de la laguna, sacude el cuerpo delgado y abre sus alas pintas y grisáceas. Su cabeza apenas tiene una que otra plumilla roja. Es el tapacaminos y nuestro guía está por contarnos la leyenda.
Ahora sabemos que él quería ser el rey de las aves, pero el pavo real lo despojó de su plumaje. Mientras concluye la historia, la lancha llega a Las Coloradas, ahí donde viven los flamencos.
De junio a agosto se encuentran en periodo de anidación, así que sólo podemos ver a los machos caminando en medio del agua. Es verdad, el paisaje se torna rosado. En grupos de diez flamencos, se van desplazando en busca de artemia, crustáceo que vive en aguas saladas y en Ría Lagartos, el mineral abunda hasta formar montículos.
La lancha arranca el motor y las aves levantan el vuelo. Se quedan volando sobre nuestra embarcación, unas siguen nuestro trayecto a la salina, donde el agua es también de color rosa y el piso de pura sal, tanta que hasta nos recomiendan descender descalzos, así tendremos una exfoliación natural.
Aceptamos la recomendación. Aquello que pisamos está esponjoso y suave. Vuela espuma, en ella van miles de cristalitos de sal. Nuestro guía nos invita a probarlos. Se disuelven enseguida. Aprovechamos para untar un poco en la cara y limpiarla de toda impureza. Dicen que aquí es como el mar Muerto, todo aquel que intente nadar, sólo flotará. A pesar de que llevamos el traje de baño puesto, desistimos. El agua está llena de artemias.