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En El Hongo

GILBERTO SERNA

Agarrando el vaso de tequila, con simiesca fuerza, eufórico, apuraba su contenido, pasándolo por su garganta de un solo trago, rodeado de mujeres, celebraba algún suceso, quizá evocaba algo de su pasado. De niño había recibido, en demasía, mimos y apapachos. Desde joven esa había sido su vida, festejo tras festejo, copa tras copa. No pues no; se llamaba igual, pero no era lo mismo. El dinero fácil lo había esclavizado. Al paso de los años, las juergas, los jolgorios, las francachela y cierto desenfreno le habían llenado la cabeza de humos nocivos. Él, de vez en cuando usaba una frase: maldita sea mi estampa. Era la imprecación a lo que más llegaba en un reniego. Ni bebido se daba el lujo de soltar una palabrota. Lo aprendió bien de su padre que era todo un caballero con un léxico fluido y respetuoso, que lo llevó a la cúspide de la política (no llegando a la primera magistratura por no ser hijo de padre mexicano). El hijo se aficionó a los juegos de azar, primero como pasatiempo, después como un modus vivendi (aquí en Torreón, por la avenida Paseo de la Rosita, abrió una casa de apuestas, el Gallery).

Dos de los herederos quisieron "entrarle" a la política. Aspiraron a las gubernaturas del Estado de México y de Baja California. Jorge a cuyo alrededor se mueve un remolino que amenaza con romperle la maceta, tenía la costumbre de llevar puesto un chaleco de piel de lagarto, ahora vestirá la camisola grisácea que llevan el común de los reos en un centro penitenciario llamado el Hongo, en Baja California. El tequila especial preparado "con miembros de un león, de un tigre, de un perro, agregando un cuerno de venado, hiel de oso, ocho víboras de cascabel y alacranes", lo dejará para una mejor ocasión. Se va ha hacer un chaleco de pene de burro, cuando gane; decía Rodolfo Valdez, candidato en ese entonces a presidente municipal de Mexicali, que no lo bajaba de patán, afirmando que "Hank es un hombre de vida frívola, escandalosa, con vínculos personales, de amistad, con un asesino", (es factible se refiriera a Antonio Vera, su jefe de seguridad, que hace más de veinte años asesinó a mansalva al periodista de la revista Zeta: Héctor Félix Miranda, alias "El Gato"). Total, una vida de disipación que ahora lo tiene tras las rejas de un Centro de Readaptación Social.

Durante el sexenio del presidente José López Portillo adquirió una gran relevancia la figura de Arturo Durazo Moreno, quien se vio involucrado en varias desapariciones de personas sobre todo de delincuentes sudamericanos, que huyó a Canadá y posteriormente detenido por la Interpol en Puerto Rico entregado a la justicia mexicana, quien le había abierto proceso entre otros por acopio de armas, que en su momento negó le pertenecieran. El apodo del "Negro" obtuvo en la sociedad mexicana de aquellos días, un gran éxito gracias a un libro escrito por uno de sus excolaboradores, que luego trajo dos películas y varias cumbias que, junto a la finca a la que se dio por llamar el Parthenón le dieron una celebérrima fama; también su extradición y condena de cárcel por varios años produjeron se hablara de él en las décadas de 1970 y 1980. Se le juzgó, entre otros delitos, por el de acopio de armas de uso exclusivo del ejército. Es una coincidencia que a varios detenidos que brillaron en un sexenio anterior se les encontrara, en el siguiente, armas de uso exclusivo de las fuerzas armadas.

En fin, Jorge Hank Rhon es ingeniero industrial egresado de la Universidad Anáhuac. Tiene reconocidos 19 hijos. En 1995 fue detenido en el aeropuerto internacional de la ciudad de México por contrabando, de cuyo delito fue absuelto, sin que se le fincaran cargos. Al parecer todo indica pertenecía o pertenece al grupo político Atlacomulco, en el estado de México, mismo que impulsa la precandidatura a la Presidencia de Enrique Peña Nieto, quien se dice ha ordenado se le dé al caso de Jorge, un tratamiento con poco ruido evitando declaraciones que lo puedan salpicar. Ayer eras mi hermano, hoy no te conozco, parecería ser la conducta a seguir; nada de rasgarse las vestiduras ni arrancarse los cabellos. Que el recluso se rasque con sus propias uñas, todo indica fue la consigna. De su arresto ya nos ocuparemos cuando yo esté en la silla. Por ahora nada se puede hacer, como no sea rezar, pues ya ni llorar es bueno. Es la política de los lobos el no tener compasión de los que, por una causa u otra, se quedan en el camino. Total, él se lo buscó y a otra cosa mariposa. Las autoridades escogieron bien, ni quien meta las manos en el fuego.

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