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En Grecia, la crisis

GILBERTO SERNA

El gobierno de Grecia se encuentra sumido en un brete. Dicho tal cual, en sus orígenes era un cepo estrecho de hierro que se ponía a los reos en los pies para que no pudieran huir. En otras palabras, es desde luego, un aprieto sin efugio, esto es que no tiene evasiva. Una muestra más descarnada del terrible mal social a que ha dado lugar la crisis económica en Grecia, es que se ha incrementado el índice de suicidios en un 40 por ciento. El trance se ha venido gestando desde hace varios años. No tantos como se pudiera pensar, pero sí los suficientes para llenarle los bolsillos a los que prestan dinero. El gobierno lo contrató sin informar a la ciudadanía. Ahora el primer ministro Papandreou anda con el Jesús en la boca, sin encontrar una salida. Como todo buen político, reunió a su gabinete para plantear el problema escuchando un sinnúmero de propuestas decidiéndose por convocar a un referéndum, lo que fue rechazado por líderes europeos y sus propios legisladores del Partido Socialista muchos de los cuales piden su renuncia. Al final se llegó a una solución: que dimita el primer ministro y se celebren elecciones, queda fuera George Papandreou.

Hasta aquí todo bien. Lo malo es que el gobierno contrató la deuda sin informar a sus gobernados del lío en que estaba metiendo a las finanzas públicas dándose el lujo de no dar una información verídica y oportuna a la ciudadanía, hasta que le brincó la fiera. Sabiéndose entonces que utilizó cifras falsas ante sus acreedores. Se contrató lo que vendría a constituir la deuda pública de manera excesiva evitando transparentarla. Lo que produjo al final una quiebra de proporciones tales que puso a temblar a los demás países europeos, que temieron se produjera un caos en cadena que involucrara al resto del mundo.

Los griegos de la clase acomodada ya no quieren queso sino salir de la ratonera. Se habla de un nuevo plan de ajuste o Programa de Estrategia fiscal a Medio Plazo para los próximos cinco años. Este enésimo plan de ajuste a sido calificado como "un nuevo chantaje al pueblo." Esto es o te ajustas el cinturón o tejones porque no hay liebres.

Los tres ejes básicos del plan, son: a), un aumento de los impuestos (siempre el pueblo es el que paga los platos rotos, sin siquiera haber sido invitado al banquete). Se impondrá un impuesto especial al gas doméstico y un nuevo impuesto para viviendas cuya superficie sea de 100 metros cuadrados, además un impuesto solidario de entre 1 y un 5 por ciento según las rentas, aumentándose los impuestos a los autónomos una media de 300 euros al año, se recorta el gasto público, aquí es donde la puerca tuerce el rabo, eliminándose 150 mil empleos públicos. La jornada laboral se ampliará y los salarios se reducirán, se suprimirán prestaciones sociales, recortándose el gasto sanitario y el gasto militar.

Se privatizarán empresas y organismos estatales; vendiéndose el monopolio de apuestas y loterías del Estado. Se pondrá en venta las refinerías, las empresas eléctricas, los ferrocarriles, otros bancos públicos, así como los derechos de explotación de minas y bienes muebles e inmuebles del Estado. El IVA de bares y restaurantes se elevará del 13 al 23 por ciento.

Bien, no hay un plan b), nada se dice de las medidas que se vayan a tomar contra los responsables de este desastre. Tampoco se menciona sobre qué va a pasar con los magnates que están lucrando, sabiéndose que muy a tiempo hubo una escandalosa fuga de capitales. Se dice que las nuevas medidas de austeridad. "se van a cargar a la clase media". "Subir más los impuestos supone lanzar a la pobreza a la mayoría trabajadora y a los pobres a la indigencia más absoluta. No se trata sólo de una lucha entre acreedores y deudores sino de una verdadera guerra de clases. De ahí que hayan surgido el grupo de los "indignados". La actitud de los trabajadores griegos, es clara: vamos a resistir porque no tenemos nada que perder. La CIA alertaba que el aumento de la tensión social podría llevar a un golpe militar.

Se ve que la clase dominante no rechaza ningún método de lucha. El gobierno trata de disuadir a los manifestantes diciendo "que hay que elegir: el paquete de medidas o los tanques". "La opinión pública está basculando hacia posiciones que dificultan dar nuevos pasos", es decir, el escenario que se abre es el de que los trabajadores no van a permitir más ataques sin una lucha a muerte contra los capitalistas. En fin, este es el oscuro panorama del otro lado del charco.

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