Ayudan a otros. Los dos jóvenes aseguran haber mejorado su vida social al contar sus historias y apoyarse dentro del centro.
Fernando y Paulina son dos jóvenes laguneros, ambos con empleos y familias como cualquier otra persona, sin embargo hoy se encuentran discutiendo un problema en común: la neurosis.
Desde hace algunos meses Paulina comenzó su "militancia" en el grupo Neuróticos Anónimos de la Laguna por diversos problemas emocionales, luego de terminar una relación amorosa comenzó a caer en depresiones, tristeza y ataques de ansiedad constantes.
Ante la situación de presión psicológica Paulina acudió a un médico, su cuerpo se encontraba desgastado ante la pérdida de apetito y el aseo personal, ahí descubrió que tenía una enfermedad crónica, esto terminó de empujarla hacia nuevas depresiones.
"Ni siquiera me podía bañar, yo no era capaz de atenderme... Me sentía ansiosa y con mucho resentimiento contra los demás, por eso me decidí a venir", asegura Paulina mientras se frota las manos.
DISCRIMINADO
Fernando sonríe de forma constante y se mantiene relajado, ahora se encuentra en mejores condiciones sociales que durante toda su secundaria y preparatoria.
Al ser un joven con preferencias sexuales diferentes era víctima constante de sobrenombres, adjetivos e insultos que lo obligaban a dejar sus estudios y no salir de su casa.
"Cuando entré a este centro me di cuenta de que eso se llamaba Bullying e intolerancia, vivimos en una sociedad que está acostumbrada a discriminar y eso me pasó mucho tiempo", dice Fernando.
Estas historias son contadas por ellos mismos diariamente a nuevos usuarios del centro, cada vez son más las personas que solicitan la ayuda mutua de los "Neuróticos Anónimos".
En el lugar no existen los apellidos, no se piden papelerías y tampoco se cobra por las sesiones que son 24 horas.
A diario llegan decenas de vidas para solicitar una alternativa a sus problemas, el centro se ubica en la calle González Ortega No. 476 sur.