En unos días tendremos el festejo del "Amor y la Amistad", evento anual que nos permite reencontrarnos con los seres queridos, envueltos en ese sentimiento verdadero de calidad de relación, que cada día se debilita más.
Consultando a la Real Academia de la Lengua, leemos que el amor es: "sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser". "Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear".
Como simple definición, pareciera sencillo describir al amor; sin embargo, ese potente motor de la humanidad incluye sensaciones, dependencias, afectos, deseos, percepciones y sentimientos que son más complicados de entender y definir.
Su contraparte, el odio, va ocupando grandes espacios en la conducta humana y de él se desprenden temor y miedo. ¿Se ha puesto a pensar cómo nos influyen en la vida cotidiana? ¿Ha analizado sus respuestas a estímulos externos, identificando amor o desamor?; más grave aún: ¿reconoce cuándo actúa por miedo o temor, en vez de responder como humano respetuoso y amoroso de la vida?
Habrá que reconocer los distintos tipos de amor que nos mueven a desear, pensar, elegir, decidir, actuar, responder y hasta entregar.
Sin duda, el mayor de los amores es el deídico; ese que sentimos por Dios, la creación o el orden universal, según sean sus creencias.
Otro de gran trascendencia social y familiar es el filial, base para mantener unidos, alrededor de valores compartidos, a consanguíneos y grupos étnicos.
El filantrópico, deja la oportunidad de dar y darse; su mayor expresión es la entrega de hombres y mujeres a una buena causa -Teresa de Calcuta, por ejemplo -. Anima a personas con propósitos altruistas -gentes entregadas al servicio-, o motivan a hacer donativos en dinero a aquellos que tienen posibilidades de hacerlo.
Aquí debo hacer un alto y comentarle: algunas posturas filosóficas aseguran que tal amor filantrópico no existe, que de fondo, el deseo ególatra de sentirse bien y útiles socialmente es lo que mueve a darse o dar en beneficio de los demás.
¿Estará de fondo el egoísmo?
El cuarto tipo de amor es el romántico, que comúnmente se festeja el 14 de febrero de cada año y que está dedicado al sentimiento que despierta un ser humano sobre otro, con reciprocidad sobre entendida.
Es el sentimiento que está influido por la psicofisiología humana, tiene como instrumento a la sexualidad y es un motor poderoso para promover la perpetuidad de la especie.
Si el amor romántico es intenso, siendo disparado por hormonas y procesos mentales, el filial da cohesión a las familias y permite la organización social que gozamos. Son igualmente importantes el uno como el otro.
El filantrópico es poco promovido, siendo muy útil para mejorar las condiciones de relación y vida social de los más desprotegidos; y el deídico, permanece presente con grandes esfuerzos de agrupaciones de diferentes posturas filosóficas y congregaciones religiosas.
Ese sentimiento positivo, -el del amor- ha sido desplazado en muchas ocasiones por el desamor, que genera temor y miedo entre los humanos; la sensación de necesidad para actuar en autodefensa, llevando a las personas a perder una de las sensaciones de bienestar que más alimentan al espíritu.
El "Día del Amor y Amistad", está dirigido al festejo de las relaciones románticas, aunque en realidad debería incluir a los otros tipos de amores, que son tan importantes como el del enamoramiento psicofisiológico, hecho que no se da, por la conveniencia material de fraccionarlo haciéndonos consumir más.
Tan sólo reflexione en el amor a la madre, al padre y los múltiples festejos promocionados a lo largo del año, para todo tipo de trabajadores. Acaso, todos ellos ¿no representan, finalmente, al sentimiento del amor en alguna de sus facetas?
Si tomamos con orden el calendario, descubriremos que iniciamos en enero con el filial: los padres que festejan a los hijos entregándoles regalos del "Día de los Reyes Magos", -quienes por cierto no eran magos, ni reyes y sumaban más de tres- lo menos "partiendo la rosca; continuamos el febrero con el "Amor y la Amistad", insistiéndonos en comprar para "estar presentes" ante los seres queridos; luego viene la Semana Mayor, motivándonos a viajar y consumir; sigue el de la madre, del maestro y el padre, sin olvidar las graduaciones que requieren de regalos sencillos o costosos -actualmente hasta del kínder los gradúan- para continuar con las compras de verano y cerrar el año con las posadas, Guadalupe y Navidad: comprar y consumir en un eterno continuo.
¡Claro que es conveniente festejar al amor!; mejor sea todo el año, entregando afecto, compartiendo sentimientos, enriqueciéndonos espiritualmente, sin comprometernos económicamente. ¿No le parece?
Ydarwich@ual.mx