Vivir ¿para qué? sería la pregunta fundamental que intenta responder la cultura en general con el fin de satisfacer a la curiosidad de nuestra conciencia. Vivir con un sentido que le da cierta categoría al hecho de vivir. Vivir sin conformarnos con los primeros satisfactores sino buscar algo más que complazca no solamente las necesidades materiales de la vida sino aquellas que implican a nuestro estado emocional y anímico y si nos atreviéramos a afirmarlo, la espiritualidad.
El arte es una parte de la cultura, aunque todo mundo la confunde con ella como si no existiera algo más. La ciencia también forma parte de la cultura como la religión, los usos y las costumbres; mas aparentemente hemos privilegiado a la primera manifestación, tan es así que nuestras instituciones culturales a lo que se dedican es a fomentar el arte en todos sus niveles. Ha de ser importante para que esto suceda, pero ¿por qué lo es?
Para principio de cuentas, por medio del arte interpretamos a la realidad y la conocemos. Mejor dicho, el artista interpreta y el público conoce la versión del primero y con ello enriquece su propia percepción de las cosas. No es lo mismo ver un paisaje que admirar la obra de un pintor que nos presenta un paisaje. No es lo mismo que nos describan una batalla o la marcha de un ejército a que nos interpreten lo mismo a través de la música como es el caso de Guillermo Tell de Rossinni o 1812 de Tchaicosvsky. Con el arte le agregamos algo más a la percepción del mundo y eso mismo nos permite racionalizar mejor lo percibido.
Por lo tanto, el arte es un método de conocimiento que se puede agregar a lo que conocemos a través de la ciencia o lo que presentimos a través de la religión o alguna otra forma de conocer. Al arte no le interesa probar, solamente percibe; y en este acto se vuelve más importante la capacidad emocional que la racional.
En segundo lugar, al arte le interesa lograr una posible perfección. La obra de arte tiende a ser perfecta en dos planos, en el fondo y en la forma. En el fondo, intenta obtener una lógica para abatir el caos y en la forma, lograr lo insuperable relacionando de la mejor maneras las partes en el todo. Por ello surge la preceptiva o sea las reglas que indican lo que la experiencia dicta el deber ser del trabajo artístico.
El que estudia la obra de arte es como si rompiera un juguete para saber como funciona. Se desarma y arma de nuevo el juguete con la finalidad de conocer como funciona, de la misma manera que indagamos en la naturaleza cuales son sus leyes para posteriormente poder interactuar en ella.
Cuando nos enfrentamos a la obra de arte admiramos la capacidad del hombre para lograr lo perfecto, o admiramos del mismo modo una visión del mundo que no es la nuestra. La firma de un artista vale por presentarnos la realidad de forma tan personalizada como nadie jamás lo ha hecho. A través de lo que nos ofrece es el único modo de ver las cosas como él las ve, y si nos place, eso es lo que le da valor.
Los grandes hitos del arte son únicos. Nadie más había podido hacer las cosas como ellos las hicieron y las nuevas generaciones han de buscar otros caminos de expresión porque, el que aquellos nos presentan agotan esa posibilidad. Por eso, por lo general son imitados, o forman escuela, por ese valor único que poseen en la expresión.
Otra cosa que tenemos que comprender del arte es que se expresa desde un tiempo y de un espacio determinado. Al hablarnos desde un tiempo en especifico, nos están presentando la estructura del pensamiento humano desde esa época. Por ello no es lo mismo el renacimiento al siglo XIX, o a los tiempos actuales. Las concepciones estéticas, cambian, como lo hacen las concepciones del mundo, puesto que las experiencias de vida son diferentes.
Por ejemplo, la concepción de la pintura del renacimiento no es la misma que en el siglo XX porque la intención pictórica cambio. En el renacimiento la pintura atrapaba la belleza de la realidad; aún no existía la fotografía, entonces, atrapar la realidad era una función vital del pintor. Lo mismo en el clasicismo. En la época moderna existe la fotografía y la televisión y el cine que atrapan la realidad de mejor manera. El pintor se avoca entonces a dar una interpretación de lo que ve o a indagar en la estructura de las cosas y abstrae, la forma,el color, la composición logrando darnos una visión que antes nadie nos había dado.
Cada tiempo tiene sus aspiraciones o sus decepciones del mundo. Cada tiempo nos presenta sus esperanzas. A través del artista yo conozco esas decepciones de la vida o las esperanzas, cuando el mundo se sumerge en lo caótico o trata de dignificar el hecho de vivir. El arte es una búsqueda constante que no se detiene y además se convierte en la expresión de un pueblo.
El arte popular expresa a los pueblos, en sus concepciones tradicionales. En él se amalgama la historia y la mitología y juntos ofrecen un sentido de identidad. A través del arte popular se fundamenta ese sentido. El hecho de ser se adorna, se luce, se expresa, se define, logrando el hecho de ser único que solamente es posible explicar por medio de la historia.
El arte es un valor agregado que posee el hombre; tanto si es artista como si no lo es. Con el arte magnificamos la percepción, y la gozamos, y le damos la medida exacta a nuestros sentidos que es por donde nos entra la realidad.