Los noticieros nos invaden. Los periodistas o lectores de noticias se han convertido en algo así como gurús a los cuales acudimos para normar nuestro propio conocimiento sobre las cosas. Nuestra relación con el mundo real son ellos, porque a través de lo que dicen y de las imágenes que nos presentan conocemos lo que pasa en el exterior.
Se nos quiere hacer creer que la presentación de la realidad es objetiva o sea, que es la real, la única válida. Pero para cualquiera con algo de cerebro sabe que ya al haber una persona involucrada entre la realidad y yo, eso es imposible, porque la realidad nos llega por lo que ese hombre ha decidido escoger de ella. Las noticias malas que nos ofrecen nos hacen pensar que la realidad únicamente está compuesto por este tipo de cosas, que anteriormente no existían, porque no sabíamos de ellas. Pero aquí cabe hacer una reflexión; no existían o nos informaban que existían. Como ahora, que las cosas positivas en este país no se dan o no nos informan que estén sucediendo.
¿Porque alguien escoge de al realidad una parte e ignora otras? Hay muchas causas; principalmente, por medio del manejo de la información, se tratan de establecer bases fuertes para los sistemas en los que se vive seguro, o en los que nos conviene. Cuando ni nos conviene o no se vive seguro en ellos, entonces se muestra a los cuatro vientos los errores para que con la crítica venga el cambio.
Esto no es nuevo. Una de las cosas que le criticamos a la edad media es esto precisamente. La iglesia se encargó de administrar el conocimiento acumulado por al humanidad, y para no enfrentarse a los problemas que había enfrentado al inicio de su historia, de que muchos plantearon cosas contrarias sobre lo que eran las verdades de la fe religiosa, retiraron los libros de la circulación para esconderlas en los conventos y no hubiera inquietudes que trajeran como consecuencia la separación. Se intentó imponer solo una versión de la realidad, la de la iglesia.
En los países totalitarios sucede lo mismo. Pasó en Rusia y en China, como pasó en todas las sociedades; hubo sola una interpretación del socialismo, la que el poder decía, ningún otro podría contradecirlo porque entonces se le tildaba como enemigo del poder, se les perseguía y hasta se les daba muerte.
El periodista es un hombre como cualquier otro. Tiene sus principios y sus ideologías, y hasta sus intereses. La objetividad está normada por ello, se puede jugar con la realidad, no digamos a conveniencia porque eso nos resultaría muy maquiavélico, pero si podemos decir que buscamos en la realidad el fundamento de nuestros propios intereses.
Otro de los grandes mitos es la opinión pública. Se supone que está compuesto por lo que el público o el pueblo opina, pero este pueblo es tan Heterogéneo que difícilmente sabremos cual es la verdadera opinión que sostiene, lo más que se puede obtener es un acercamiento estadístico y éste será valedero siempre y cuando las muestras estén científicamente calculadas y elegidas. Aún así, las estadísticas nunca te pueden dar el 100 por ciento de la Seguridad; en un cinco por ciento de inseguridad puede estar la verdadera opinión del pueblo.
Por otro lado, la opinión sólo puede ser respaldada por el conocimiento que tengas del problema que se te presenta. Infinidad de veces la misma televisión se ha burlado del conocimiento del público haciéndole opinar sobre cosas que se antemano sabemos falsas o contradictorias, y el público opina como si supiera. Esto nos da los parámetros para la confianza que puede tener lo que opinan los televidentes y con ello saber como normar tu propia opinión.
Las opiniones pueden cambiar según las circunstancias, porque hay un nuevo elemento que antes no se conocía. Pero para el público en general, estar al pendiente de los sucesos y aquilatarlos es pedir mucho. Por lo general las cosas son más sencillas, nos dejamos llevar por los líderes de opinión; de aquellas personas cuya voz se nos hace relevante y les creemos lo que nos dicen.
Estos líderes de opinión surgen por muchos motivos; simplemente la fama es uno de ellos. ¿Porqué alguien es famoso? Por exponerse a los medios y para ello parece bastar una forma tan antigua como el producir morbo.
No se porque se está tan al pendiente del mundo de los famosos, cuando esos famosos, precisamente, parecen no contar con los elementos necesarios para darnos a entender la realidad. Pero ahí están todos los días prestándose a las situaciones más absurdas como el comerciar con sus vidas personales; mas ellos dicen y ellos hacen y al público se le ofrece este circo, como la antigua roma ofrecía el romano, para alejarlo de la inquietud de hacerse preguntas serias sobre la realidad.
Tenemos que dirigir nuestra atención nuestra mirada y nuestros intereses hacia otra parte si queremos comprender un poco de lo que está pasando en nuestro país. No dejarnos llevar por lo primero que nos dicen o lo primero que se grita. Hay que ser muy cautos. Decisiones mal tomadas hoy nos pueden llevar a tocar fondo a un caos del que a lo mejor nunca saldremos.
Tenemos que aprender a pensar por nosotros mismos.