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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

El mundo que estamos construyendo

José Luis Herrera Arce

Si no queremos pensar en los paraísos terrenales que alguna vez imaginamos después de la muerte, debiéramos de hacerlo en los que estamos construyendo aquí en la tierra y en los cuales vivimos cotidianamente. Más que paraísos son infiernos y más que soluciones nos sentimos impedidos de poder tomar en nuestras manos las riendas del futuro y sólo nos dejamos llevar por las circunstancias.

No hay ideas, ni viejas ni nuevas que puedan convencernos de que lo que vivimos tiene alguna solución. Todos los sistemas, al parecer, tienen sus defectos. La credibilidad se ha perdido, porque la fuerza se ha impuesto y perdida la moral todo parece válido.

Ni siquiera podemos tener la esperanza que la fuerza de la juventud sea capaz de sacarnos de este atolladero, cuando a la juventud misma la hemos metido en un mundo de irrealidades, de objetivos sin esfuerzos, de pasividad, de falta de ideas. Los hemos rodeado de circo y les hemos ocultado la realidad.

Los sueños de opio ahora es el mundo de los deportes y el mundo de los famosos, el mundo de la riqueza, y el mundo de los aparatos de seudo comunicación y el mundo de las redes sociales en donde la ficción nos rodea de amigos imaginarios sin darnos cuenta de que eso interrumpe la comunicación con las personas que tenemos enfrente y que nos rodean.

Este mundo de la vida fácil es el que ha provocado la inseguridad que vivimos. Este mundo que considera inútil esforzarse por algo es el que va produciendo jóvenes apáticos que se creen con derecho a que todo les den. Este mundo que ofrece mil trampas para evitar trabajos, comenzando por los escolares, es el que va estableciendo la costumbre del fraude cotidiano necesario para subsistir. Este mundo donde el hombre se ha convertido en una mercancía más y se le tasa según la oferta y la demanda. Este mundo de pactos globales, donde con la mano en la cintura se mueve la producción de un país a otro según se ofrezca la mano de obra más barata. Este mundo donde el hambre es la mala consejera para librarse de la norma que te impide comer o tener.

¿Nos quejamos? Nosotros hemos ido construyendo poco a poco lo que ahora sufrimos. En un tiempo definimos al ser en el tener; y ahora tenemos y somos este tipo de personas que estamos rodeados por la codicia del otro que también quiere tener sin importarle lo que tenga que hacer para lograrlo.

¿Quién se compadece de nadie? A pesar de las redes sociales hoy el hombre está más solo que nunca. El temor mismo nos impide hacer mancuerna con nuestros semejantes apara resolver los problemas. El unirme con otro sería negociar los propios privilegios, ceder en algo y hace mucho tiempo nadie está dispuesto en ceder en nada por eso la división misma de los hombres los ha convertido en sus propios enemigos.

Ahora nadie cree en nadie ni en nada porque todos hemos visto como se traicionan los ideales que una vez se creyeron sublimes. Los partidos se alían a las ideas contrarias, Los políticos cambian de partido por conveniencias particulares. Nadie es de confiar. Nadie ofrece soluciones. Estamos solos; y aún así queremos que nuestros problemas sean resueltos, pero únicamente los nuestros, sin llegarnos a importar lo que pasa con los otros.

Nada de lo que sufrimos tiene una solución sencilla. Como dijo Churchil cuando tomó el poder en Inglaterra, el que quiera sacarnos de esta situación lo único que tiene que ofrecernos es sangre y lágrimas; no hay ninguna otra forma. Todo es una gran círculo vicioso: falta de credibilidad, corrupción, una economía que ha dejado de depender de nosotros mismos, el delito como modo de subsistencia, espejismo de una buena vida sin esfuerzo, de una vida fácil, falta de esfuerzo, falta de creatividad, falta de sentido, falta de humanismo.

¿Por donde empezar? La demagogia nos disfraza a diario la realidad. Si n i siquiera contamos con la verdad del mundo que nos rodea, va a ser muy difícil que podamos presentar soluciones valederas. Estamos perdidos. Todos gritamos que se ponga punto final a la situación, la pregunta es ¿Cómo? ¿Qué alguien nos diga como?

Tan sencillo como eso, ¿cómo? ¿Cuál es la forma de incrementar las fuentes de trabajo si en este mundo globalizado no nos está llegando la inversión que pensamos nos podía llegar?

¿Cómo vamos a combatir la corrupción si todo mundo es corrupto?

¿Cómo vamos a saber de la verdad si todo mundo nos miente?

¿Cómo nos vamos a esforzar si se logra más corrompiendo o siendo protegido de alguien?

Si ni siquiera nuestras universidades ofrecen las respuestas, que es donde se supone se encuentran los investigadores, ¿qué más podemos esperar?

Una de las cosas que es cierta es que solos y sin confiar en nadie no vamos a lograr nada. El problema particular no se podrá resolver si no se resuelve el problema social.

Los paraísos se construyen en la tierra y con grandes esfuerzos y sacrificios. No hay de otra.

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