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Ensayo sobre la cultura

Cuando se trató de construir una ciudad

José Luis Herrera Arce

En el pasado, allá por los años cincuenta y a los finales de los cuarenta, el club de Leones de Torreón organizaba todos los años el carnaval que comenzó siendo de Torreón para terminar llamándose de Coahuila. El evento más importante era la elección de la reina y del rey feo.

En este evento participaban todas las organizaciones que de una manera se preocupaban por conseguir fondos para las obras sociales que tenían a su cargo. Ahora las llamaríamos ong→ s. También, tengo entendido, participaban los sindicatos y los grupos culturales y sociales, como los estudiantes.

En aquellos años los estudiantes de más alto nivel eran los de preparatoria o los de las escuelas comerciales que con su entusiasmo juvenil imprimían al carnaval de la necesaria alegría que estas fiestas deberían de haber tenido.

Se hacían múltiples eventos para agenciarse los fondos los cuales se convertían en votos que venían a satisfacer las necesidades de los organismos sociales tales como: casa del anciano, la casa del niño o los desayunos escolares que como ya lo he dicho en otra ocasión, era una labor que se había echado a cuestas la Cámara Junior de Torreón, quienes no solamente se limitaban a conseguir fondo sino a repartir los propios desayunos escolares en las escuelas asignadas.

Los eventos máximos eran la coronación de la reina, que si bien al principio se llevó a cabo en el Casino de La Laguna, para que la fiesta fuera más popular, se vino organizando en el Estadio de la Revolución a precios al alcance de todo mundo. También se organizaban bailes de disfraces y serenatas y no podían faltar el desfile de carros alegóricos, de los cuales había concursos para premiar a la imaginación y a la creatividad y el cual muchas veces el ganador de conjunto fue el Pentatlón Deportivo Militar.

Eran aquellos tiempos en que los auditorios de los eventos culturales más importantes o eran el Teatro Princesa, o la XETB que prestaba sus estudios ubicados por la avenida Juárez o el Casino de La Laguna.

En enero de 1950, que es la información en la que me baso para este artículo, Pilar Rioja ya ofrecía recitales de danza acompañada por el Maestro Alejandro Vilalta, quien se estaba ya decidiendo por ser vecino de este lugar. Había un grupo de personas interesadas en que la vida cultural de la ciudad se desarrollara, y se empeñaba en traer conferencia sobre literatura, arte, ciencia, (en el año que me refiero se anunciaban unas conferencias sobre el universo y sobre la energía atómica).

La energía de vida irradiaba, a pesar de las carencias, porque en aquel tiempo también había carencias, por ejemplo la de la gasolina o la del petróleo que era uno de los combustibles que se utilizaban en aquellos tiempos en los hogares (le llamaban tractolina).

Pero la gente se levantaba todos los días para luchar en contra de las carencias y se sentía orgulloso cuando una novedad se deba en la ciudad, como la inauguración de las luminarias en alguna de las calles principales de la ciudad. Y precisamente se aprovechaban las fiestas para darle realce a ese acto.

Lo importante de esta fiesta carnavalesca, es que se promovía lo unión de la ciudad, porque se trataba de que toda la ciudad participara. Era una gran muestra del altruismo de las personas que estaban venciendo al desierto.

Un dato curioso con el que me topo es que en aquellos años se hacía el esfuerzo por construir un hotel que estuviera a la altura de cualquier turismo que quisiera tomar a nuestra ciudad como punto de llegada. Y se logró construir con la aportación de los propios laguneros. El hotel fue el Río Nazas y uno de los promotores fue don Antonio de Juambelz, fundador de este periódico y su director durante muchísimo tiempo.

"Vencimos al desierto" no es una oración de balde que se aplique a los laguneros; pero aquellos laguneros que hacían esfuerzos constantes para construir el mejor de los futuros para sus familias. No se trataban ni de personas pudientes ni personas con muchos estudios universitarios. Se trataba de las personas comunes y corrientes que con la unión y el esfuerzo diario lograron el Torreón del que estamos orgullosos.

Ni tampoco tenían presupuestos exorbitantes. Con lo único que contaban era con la creatividad y con las ganas de trabajar. Esa era su verdadera cultura, las ganas inmensas de realizarse por medio del trabajo.

Hoy lejos estamos de una fiesta que una a toda la ciudad como lo hizo el carnaval. Lo que más se asemeja es la feria que ha tenido muchos nombres: la de la victoria, la del algodón, la del algodón y de la uva, la de Torreón.

Cada club se rasca con sus propias uñas y algunos ya desaparecieron como la Cámara Junior cuya obra de los desayunos escolares ha sido olvidada por al ciudad. (La campaña de la vacuna contra la poliomielitis también se va a olvidar).

Eso es lo que los nuestros hacían antes. Hoy nos conformamos con vivir en la subsistencia; y tenemos más ciudad, más presupuestos, más gente, más eventos, más intervención gubernamental. Tal vez por eso. Aquellos se rascaban con sus uñas.

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