¿Sigue existiendo la patria? Muchos ya no están seguros y menos que esto que llamamos patria pueda definirse como algo donde sea un orgullo vivir. Se nos ha ido diluyendo en los individualismos, en los egoísmos en el constante delito que cometemos contra ella desde la inseguridad pública producida por los maleantes hasta los delitos cometidos por aquellos políticos en los que la patria ha confiado, o por sus familiares. Pasa lo mismo que a pasado con Dios, se ha perdido la fe. Muy pocos hoy en día tienen fe; y eso no produce más pérdida de sentidos existenciales.
Todo anda boca abajo; hasta los que claman que toda verdad proclamada y educativa debe ser científica. Pues si tienen ustedes razón, ni Dios ni la patria son objeto de la ciencia, el primero, como decía Kant, no lo puede experimentar sensiblemente, y lo segundo sólo es un hecho circunstancial que en realidad se exagera demasiado.
Por ejemplo Texas y California eran parte de la patria y ahora ni quien entre en su extrañeza; lo mismo que Guatemala; entonces ¿Qué es patria? El gran universo que se nos mostraba en la novela del Periquillo Sarmiento, ahora lo vemos más reducido. Otra pregunta más ¿Quién compone la patria? Nuestra historia puede dividirse en tres partes: la pre colonial, la colonial y la etapa independiente. De que parte recibimos la herencia, la continuación si ni siquiera a estas alturas conocemos datos sobre nuestra historia y continuamente corremos el riesgo de presumir las cosas que no conocemos ni comprendemos.
¿De donde conocer la etapa pre colonial si los códices auténticos fueron destruidos y tildamos a la crónica de la conquista que es la visión de los vencedores y que la de los vencidos es un librito que n o sobrepasa las cien páginas?
Y conociendo lo que hay, aún no entendemos que el norte del país estaba afuera del contesto de el imperio azteca, que no había unidad tampoco entre este imperio y los otros pueblos que sucumbían ante él (entre otros los tlaxcaltecas sus peores enemigos, desde mucho antes de Cortés). Pocas noticias tenemos de Tlacaelel el gran sacerdote que fue el instigador del gran imperio y que actúo detrás de tres emperadores, entre ellos Itzcoatl, al parecer el más grande de todos.
¿Quién nos habla de estos indígenas? Fray Bernardino de Sahagún y ¿quién era ese? Las nuevas de generaciones ya ni a chimino tienen de referencia, lo indígena se convierte en un México curioso; porque ni siquiera las artesanías actuales son conocidas y mucho menos forman parámetro de la cultura nacional. Algunas vez hemos oído hablar del alebrije, menos del barro negro de Oaxaca y mucho menos, del árbol de la vida, de los diablos de Ocumicho, de las piñas michoacanas. El reboso de bolitas de San Luis Potosí, no compite en la vida comercial, los amates son curiosidades acapulqueñas, la talla de madera son para las casas de estilo colonial mexicano, la plata es un anillito que conseguimos en Taxco y así por el estilo. Esa parte indígena nuestra se agota conociendo las pirámides, tratando de subir sus escalones y admirándonos de las cabezotas de la Venta que un grupo de imbéciles dañó, nomás porque no tenía mejores cosas que hacer.
¿Qué sabemos de lo indígena? Si aquí mismo en el estado nos hacemos bolas cuando nos referimos a los tlaxcaltecas. Intentamos hacer parecer que sean lo que no fueron; o sea, que cuando se pregunta a que Xicotencatl le dedicaron la calle de Saltillo, la gente abre los ojos y se queda pasmada: ¿A que fueron varios? El padre que se alió con Cortés y el hijo que deserto de las filas Tlaxcaltecas porque recelaba de los españoles, y al que poco después mataron. Sabiendo esto con toda seguridad se responde que fue el segundo el que desertó. Y uno se pregunta como puede ser posible si los Tlaxcaltecas llegaron a Saltillo precisamente por la alianza que tenían con los españoles. Fueron parte de 400 familias que primero emigraron a San Luis Potosí y de ahí algunos se dirigieron a Saltillo y después a Parra y dicen los que saben que unos llegaron hasta Viesca.
En Saltillo, los españoles acordaron con ellos que se establecieran entre huachichiles y tobosos, tribus bravas e irreductibles, como una forma de que aprendieran las nuevas formas de vida. Los Tlaxcaltecas recibieron el derecho de anteponer el don a su nombre y muchos privilegios más. ¿Entonces?
Y como estas muchas cosas más. Salió una colección de novelas que tratan sobre los aztecas y ha tenido su éxito. No digo que esté mal escrita, lo único que subrayo es que parte de falsedades, como el de darle realidad a Aztlán que hasta ahora la antropología a reconocido como un mito de los aztecas. (Los que saben dicen que los códices antiguos fueron destruidos por los aztecas mucho antes de la llegada de los españoles, porque tenían que recomponer la historia para darle validez a su imperio como continuación de la cultura náhuatl que había prevalecido en Mesoamérica. Un elemento de ese mito es Aztlán la ciudad de las siete colinas que es de donde se supone comenzaron a emigrar los aztecas buscando al famosa águila y la serpiente).
A novel popular que se sabe de esto. Los medios que dicen sobre esto. Nada absolutamente nada. En los Estados Unidos hacen películas de su historia, aquí después de la independencia. ¿Cómo vamos a hacer patria si no nos metemos en el pasado para buscar en nuestras raíces su validez?
Si queremos participar de la cultura náhuatl, por lo menos saber de todas las civilizaciones que florecieron bajo su manto: Olmeca, Tolteca, Teotihuacana y Azteca. Recordar a Quetzalcoatl y a Huichilopoztli. Por ahí andan los escritos de Ángel María Garibay sobre la mitología azteca; y lo que nos toque de la maya, la tarasca, la mixtecozapoteco, de la raramuri y todas demás etnias pues también habría que conocerlas pero ¿Dónde? ¿Cómo vamos a hacer patria?
