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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

La colonia

José Luis Herrera Arce

Si la época pre hispánica la tenemos confusa, mucho más la hemos de tener la época colonial. Lo colonial lo referimos a un estilo arquitectónico de ciertas ciudades a donde nos gusta ir de vacaciones por su exotismo. Pero lo colonial es algo más mucho más que un estilo de construir, fue el largo ciclo en que hicimos nuestra unidad, después del cual desde Texas hasta Guatemala nos podíamos llamar una sola nación.

Considero que lo colonial tuvo varias épocas: La primera comprendería el siglo XVI y parte del XVII cuando el conquistador español fue anexando territorios a en dos formas, por fuerza de las armas, como sería el caso de Nuño de Guzmán y otros conquistadores militares, y por la actividad misionera, como sería el caso de Vasco de Quiroga o del Padre Quino.

La conquista en si nos causa un grandísimo dilema. A Cortés no sabemos como considerarlo, aceptamos de una manera u otra a los misioneros. Nos reímos de las leyendas que hacían que el conquistador se lanzara a la búsqueda de nuevos territorios como el de las cíbolas de plata o el de las amazonas; mas en general queremos relegar al olvido los 300 años de vida colonial, aunque ella haya sido la culpable de que el Yucateco se sienta tan mexicano como el de la baja california.

La crónica de la conquista nos refleja lo conflictivo de la época. Mas no todo puede reducirse a un conflicto que no toma en cuenta las circunstancias y sobre todo de otras épocas que no han igualado la epopeya americana del siglo 16.

Dejemos eso de por la paz. ¿Después qué? El español y el indígena dieron una nueva raza que comenzó a distinguirse de las paternas. Surgió la cultura criolla que por ejemplo en el campo del arte dio estilos como el barroco mexicano que es muy peculiar y que en el campo de las letras brilló en la pluma de Juan Ruiz de Alarcón y sobre todo en nuestra máxima musa Sor Juana Inés de la Cruz.

Para bien o para mal, la agricultura se desarrolló, y de nuestras minas salieron ríos de oro y plata hacia las Europas que España, según dicen, no supo aprovechar.

En la colonia también donde se conformó la peculiaridad de nuestras artesanías. Con las industrias que ya tenían los indígenas y con las enseñanzas de los misioneros se fue forjando la riqueza que en este campo posee el mexicano. Desgraciadamente, el común ciudadano no le ha dado el suficiente valor o a lo que tal vez hasta desconozca y por eso desprecia: alebrijes (que eso es lo muy moderno) el barro negro, las delicadezas de santa clara del cobre, el rebozo de bolitas, las piñas de Michoacán, toda la artesanía de Michoacán, los diablos de Ocumicho, las guitarras de Paracho, el árbol de la vida del Edo. de México, y más mucho más.

Pero también en la etapa colonial se conforma la comida típica mexicana donde se vienen a encontrar la herencia indígena con la herencia española. ¿O qué el mole no sería una de esas combinaciones? Los asados, la birria, etc., etc., etc.

Y el final de la colonial que al parecer es la etapa negra, cuando el gobierno peninsular aprieta más para impedir que el progreso de los países colonizados se les salga de las manos y obliga que todo comercio se haga a través de ella. Sevilla y Cádiz significaron la imposición. (Éstas me imagino que son lecciones que aún no se aprenden. Cuando las capitales se aferran a salirse con la suya, las provincias comienzan a pensar que es hora de cortar el cordón umbilical porque nos está impidiendo crecer).

Lástima que la monarquía Española nunca se haya dado una vueltecita por estas tierras; por lo menos sabría todo aquello que perdió.

Pero así nos hicimos y así surgieron muchas de nuestras leyendas, como la de la llorona que hasta se remite hasta los tiempos de Moctezuma, en donde una señora penaba por sus hijos que conformaban el imperio azteca.

Las grandes divisiones sociales fueron el resultado de la incomprensión y la soberbia. Los peninsulares venían a hacer la América. Pero las segundas generaciones de esos mismos peninsulares que nacían en este territorio y se entregaban a él eran considerados como ciudadanos de segunda y no podían acceder a los puestos públicos de mayor relevancia.

Estas fueron las personas que precisamente se revelaron contra el estado de cosas: los que hacían producir la colonia y veían que ellos no podían crecer por una serie de impedimentos. Son los criollos los que se lanzan a la Lucha; aunque fueran sacerdotes. Muchos de ellos llegaron al sacerdocio no por una vocación religiosa, sino porque en aquel tiempo no había más carrera para sobrevivir que esa o la militar. De una manera tenía que subsistirse; pero tampoco se os enseña tales referencias para entender porqué en aquellos tiempos ciertas personas actuaban de ciertas maneras.

La colonia ahí se queda en lo poco que se nos rescata de ella. No es un puente que separó lo indígena de la república independiente: insisto, es la época en la que obtuvimos nuestra unidad; por un lado, y es la época en la que conformarnos nuestras características nacionales tan peculiares; fiestas religiosas, alimentación, música, vestuario, usos y costumbres.

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