Desde la independencia los mexicanos hemos vivido una serie de contradicciones que no nos permitieron lograr la paz anhelada en donde fuera posible forjar el bien común. Hidalgo, el iniciador de la gesta, murió sin haber logrado su propósito. Morelos intentó darnos una constitución de avanzada pero tampoco logró salir triunfador de la gesta. Iturbide, aprovechando su posición y traicionando a quienes habían depositado la confianza en él, consumó la independencia pero ello no lo queremos reconocer. Después del intento de imperio, el país se volvió un ring donde continuamente peleaban dos bandos que salieron de la masonería, los Escoceses y los Yorkinos, que muchos prefieren llamarles conservadores y liberales, y durante por más de treinta años una guerra tras otra nos hizo perder la estabilidad y con ello la mitad de nuestro territorio, el que aún no acabábamos de conquistar ni de unificar.
La situación del país sirvió para que cualquier payaso se alzara pretendiendo dirigir al país dictatorialmente y ahí tenemos el caso de Santa Anna y los nefastos resultados de sus tonterías. La patria destrozada, la patria dividida, vio surgir don nuevos movimientos, la reforma y una vez más otro intento de imperio.
Tal vez Benito Juárez estuvo en el momento apropiado para ser nombrado presidente de la República y hacerle frente a la invasión Francesa con mejores resultados a como se enfrentó la invasión americana. Juárez, logró unifica los mexicanos y derrotar al imperio de Maxiliano (Que curiosamente nos había traído el hijo de Morelos, Juan Nepomuceno Almonte).
Vivieron las leyes de reforma, el intento de redistribuir la tenencia de la tierra pero no con políticas muy acertadas. Juárez continúa en el poder anda más que se muere a tiempo. Luego viene el conflicto entre Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz quien obteniendo el triunfo se queda con el poder, a su manera produce estabilidad en el país, una buena macroeconomía pero basada en la injusticia social. Muchos no dejan de reconocer que esa mano fuerte era necesaria para que el país comenzara a entrar en la modernidad.
Se construyeron los ferrocarriles y se dio fuerte impulso a la inversión extranjera. Junto con ello había regiones donde aún no se desterraba del todo la esclavitud, como en Yucatán o en pinacoteca nacional y así nos tomó el siglo XX.
Pero aún no nos salgamos del siglo XIX; se gestó el romanticismo con sus aciertos y sus errores. Sus aciertos, nos hizo vislumbrar un estado de justicia. Se acabó de construir lo mexicano. La literatura nos refleja la vida cotidiana de una nación que nunca acaba de saber cual es el resultado de su independencia.
No creo que sean muy conocidos autores como Payno o como Riva Palacio que lo mismo se interesaron por la historia que por la literatura llevada al pueblo y que está emparentada con la novela de folletón. (Los bandidos de Rio Frío, por ejemplo o el Fistol del Diablo). O la obra de Guillermo Prieto en donde representa lo popular. No podemos olvidar que quienes tuvieron la educación en sus manos, Altamirano por ejemplo, en la segunda parte del siglo XIX tenían ascendencia indígena, como el mismo don Porfirio y que eso no era impedimento para que conocieran y admiraran la cultura europea. Po ello a finales de siglo se implanta el positivismo como en todas las latitudes, como modelo de educación, confiando que la ciencia sería quien nos llevara hacia un nuevo desarrollo y de alguna manera o de otra con la educación, obtener el premio a los esfuerzos nacionales.
Mas eso no pudo ser. La injusticia era tal que tuvieron que surgir movimientos en forma de protesta que obligaran a los cambios sociales y políticos. El primero el de los hermanos Flores Magón que tiene que ver con las huelgas de Rio Blanco y Cananea; Ricardo murió en las cárceles de Estados Unidos sin recibir el auxilio de nadie. Después fue Madero buscando la democracia. Muerto Madero le tocó el turno a Carranza; pero la historia vuelve a repetirse, la unidad se pierde derrotado Huerta y el conflicto perdura por los enfrentamientos entre las propias facciones revolucionarias: Primero Carranza contra Villa y Zapata y la convención; posteriormente, Carranza contra Álvaro Obregón, quien anteriormente había sido el brazo armado que lo había llevado a la presidencia y mantenido en ella.
Y de nuevo el jueguito que por lo visto ya no podía ser la de perpetuarse en el poder. Muerto Obregón, las opciones fueron otras, primero el callismo y luego el partido único y fuerte que no permite contrincantes.
El Corolario de esta época sin duda alguna es Lázaro Cárdenas, para muchos la conclusión obvia de un proceso revolucionario que nunca fue marxista, pero que si buscó otro modo de explotación de la Tierra. Con Cárdenas vinieron la creación del ejido y la nacionalización del petróleo y los ferrocarriles. Por lo menos en la constitución la educación tuvo tintes socialistas.
¿Y después? Ya lo sabemos, fue dar marcha atrás. Probar con los sistemas liberales con algunos tintes de justicia. Se hicieron grandes campañas de alfabetización, se nos dio el libro de texto gratuito. La educación en el papel ha sido obligatoria y parecíamos estar entrando a una especie de paraíso terrenal hasta la llegada del 68.
Antes la huelga ferrocarrilera, el 68 es el despertar de la juventud. De nuevo surgen guerrillas en la sierra de Guerrero y viene la época en que sufrimos como país, una derrota económica más, la terrible devaluación. (Tres ceros que aún existen escondidos en nuestra manera y parece ser que vamos a recorrer el mismo camino).