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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

El sentido de la muerte

José Luis Herrera Arce

Por lo general nos preguntamos por el sentido de la vida. Estas fechas podemos aprovecharlas para preguntarnos por el sentido de la muerte; que es una de las cosas que tenemos seguras de que nos habrá de ocurrir.

Nos negamos a ello, a morir; y tal vez por ello en estas representaciones de los días de difuntos representamos a los muertos como si estuvieran vivos, sobre todo en la tradición Mexicana donde, en algunos lugares, como alrededor del lago de Pátzcuaro las personas suelen hacer procesiones nocturnos con la intención de ponerse a cenar con los que se han ido o con sus almas, como si ellos vinieran de visita.

La muerte es el punto final de la vida. Todo lo que pase posteriormente sólo la fe lo sustenta. No estoy muy seguro si habrá otra forma de vivir donde la conciencia persista y una los dos tipos de vida, la actual y la futura. De los premios y los castigos, es un juego que se barajea con la intención, algunas veces, de ejercer dominio sobre los demás, o sobre las conciencias. Sin embargo; de la muerte podemos sacar algunas cosas ciertas, por ejemplo, que si bien es cierto que nosotros no vivimos materialmente, si vivimos en el recuerdo de los otros; la vida de algunos ha sido tan importante que su influencia persiste a través de los siglos, para bien o para mal.

Hoy hablamos de Aristóteles o de Platón; es más, de cultura general es el conocer de su existencia, se siguen realizando estudios sobre su vida y su obra y se puede afirmar que de alguna manera viven y se han ganado la eternidad, por lo menos esta eternidad terrenal que la propia civilización le damos.

Lo anterior sería vivir con un sentido positivo, pero de la misma manera la existencia se puede extender en un sentido negativo, como la vida que se rechaza, o que se critica. Si hablamos de Hitler, por ejemplo, o cualquier otro personaje donde sus acciones están llenas de crueldad o de un odio a la humanidad. Son los cocos de todos los tiempos, que ofenden a la dignidad humana.

De los dos tipos de personas subsisten en el recuerdo. Aquellos a quienes se les hacen en las ciudades efigies para recordar que por lo que ellos fueron antes, nosotros somos ahora. Aquellos de los que guardamos sus obras y sus historias en los museos para que no pasen desapercibidos para las nuevas generaciones. También algunos recuerdos conservamos de aquellas personas negativas que nos han afectado con el fin de que no se olvide en tiempos posteriores el daño que similares gentes nos pueden hacer.

Tal vez lo del premio y castigo en el otro mundo no exista, pero de lo que si se es seguro, existe en este; produce la admiración o el repudio; la continuidad o la lucha para borrar el recuerdo de sus acciones.

La civilización se ha ido construyendo a base de pequeñas acciones realizadas por hombres. Cuando se habla de los personajes se discute sobre sus méritos o sobre sus deméritos y como han afectado a la sociedad. Algunos se quedan en medio, no estamos seguros de cómo calificar su obra. Pudiéramos hablar de Alejandro, de Napoleón, de Cesar, pudiéramos hablar de muchos otros que en vida construyeron la gloria pero que en la muerte han provocado dos bandos que hablan a favor y en contra.

Se puede influir a niveles universales, como es el caso de los héroes y antihéroes en la historia. Pero también a niveles micros, quedamos en el pensamiento de las gentes, en nuestras familias y en nuestra descendencia. Así como muchos buscan los árboles genealógicos con las ansias de encontrar un abolengo, así algunos lo harán para que el antepasado nos herede lo que fue y lo que nosotros debemos continuar.

Lo que alguien en un momento dado cultiva en sus familias, da fruto en generaciones posteriores y eso produce el orgullo en los miembros de la familia; como también puede producir el repudio. Algunos muertos se convierten en nuestros fantasmas que nos recuerdan lo positivo o negativo que puede ser una vida.

En La Divina Comedia Dante Juzgaba a muchos personajes de su tiempo, todos somos juzgados lo queramos o no porque a todos nos gusta juzgar. En las hemerotecas, y ahora con la facilidad de que están digitalizadas, encontramos los hechos y los actos de muchas personas de quienes se suponen no tienen historia. Y a esas personas también se les puede recordar y juzgar.

O sea; que hay una forma de eternidad o de permanencia. ¿De que manera quisiéramos vivir esa manera de ser en la mente de los demás, en los recuerdos, en la historia, en la leyenda, en las anécdotas, en las noticas viejas, en las huellas que se dejan en las ciudades , en los libros, en los museos, en muchas posibilidades más.

La vida es una búsqueda y no sabemos lo que andamos buscando. Pretendemos vivir bien y cometemos muchas burradas. Ni vivimos bien vivos, y mucho menos vivimos bien, muertos; en el recuerdo de las personas. Hacemos trizas lo humano, lo que hemos dado en llamar nuestra dignidad; nos quedamos sin la dignidad.

Destruimos la herencia de los civilizados, con el fin de gozar un placer que nunca gozamos, porque como lo podemos gozar si nos sentimos irremediablemente acosados, perseguidos, cazados, vigilados.

El sentido de la muerte y el sentido de la vida. Ojalá y alguien nos ayudara a pensar más en ello.

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