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Jacinto Faya

No hay conocimiento más importante y útil, que el de la condición humana.

“Un moralista es lo contrario de un predicador de moral. Es, en efecto, un pensador que toma la moral como discutible, como cuestionable, en suma, como un problema. Lamento tener que añadir que justo por ello, el moralista forma parte de los seres problemáticos”, dijo Nietzsche.

La moral es la ciencia que trata de las acciones humanas en orden a su bondad y malicia. Constituye el tema más importante para todo hombre en lo individual, pues depende de cada persona elegir constantemente y durante toda su vida si sus acciones van a ir de acuerdo con el bien o el mal. El predicador de la moral cree en lo que esta ciencia ordena y por ello enseña la necesidad de su cumplimiento. En cambio el moralista -no como lo define el diccionario, sino como lo capta el pueblo en general- es más bien un predicador de la moral pero que no siente la certeza de lo que predica. En el sentido de Nietzsche, se trata de una caricatura del verdadero predicador de la moral.

Es por esto que nos disgustan tanto los moralistas: dicen una cosa y con frecuencia hacen otra diferente, o bien se comportan moralmente pero en realidad son personas fanáticas, intransigentes y casi siempre carentes de bondad y compasión. Son seres problemáticos, pues todo moralista duda de lo que predica, con frecuencia anhela lo que prohíbe y se siente descontento de sí mismo.

En otra reflexión Nietzsche escribió: La venganza del inferior contra el superior tiende siempre a lo más extremo, a la aniquilación: únicamente así puede eliminar el contragolpe.

El inferior es la persona que sabe o siente que su contrario o enemigo es superior a él, ya sea en lo económico, en fuerza física o en la capacidad para dañarlo. Cuando un inferior daña a un superior, es muy frecuente que éste no castigue con dureza a su ofensor y más bien con frecuencia pasa por alto la injuria. En cambio, cuando el superior daña al inferior y éste cobra venganza, ese desquite lleva toda la fuerza de la aniquilación, pues el inferior siente y cree que el contragolpe del superior le sería devastador. Este problema lo observaron muy bien Quevedo y Gracián.

Nietzsche escribió: La mujer comete 10 veces menos delitos que el hombre; en consecuencia es, moralmente, 10 veces mejor que él: eso dicen las estadísticas. Esto lo anotó en 1880, pero hoy en día creo que las mujeres prácticamente en todo el mundo cometen menos del 10 por ciento de los delitos. Indudablemente son más íntegras que los hombres y además son mucho más responsables. Simplemente analicemos el porcentaje de las que son abandonadas; el drama de las madres solteras nos demuestra su enorme responsabilidad. Aun y cuando los hijos son dejados por su padre, la madre jamás los abandona, más bien los protege y trabaja con enorme esfuerzo para sacarlos adelante. Estas madres solteras son unas verdaderas heroínas.

¡No hay duda! Nietzsche tiene razón: las mujeres son moralmente superiores a los hombres, si no fuera así, la especie humana ya se hubiera extinguido hace decenas de miles de años.

Damos especial valor a la posesión de una virtud tan sólo cuando hemos notado su ausencia en nuestro adversario, escribió Nietzsche.

Es cierta la afirmación de este filósofo alemán. Nuestros contrarios hacen las veces de nuestros mejores espejos: como todo adversario nos hace sufrir, fijamos la atención en ellos y al ver detenidamente su comportamiento, notamos los defectos que tenemos cuando nuestros rivales también los padecen. Por lo general si una persona nos disgusta es porque caemos en la cuenta de que posee algún defecto que también nosotros padecemos y que nos resulta muy odioso.

Al centrarnos en la conducta de nuestro contendiente, de pronto nos percatamos de que carece de una virtud que nosotros estimamos como muy valiosa. Ese enemigo es un espejo pero ahora con un efecto diferente: vemos en él la ausencia de una virtud que nosotros sí tenemos. Al advertirlo, le damos un valor especial y por lo tanto llegamos a sentirnos con una ventaja sobre el contrario.

Son sumamente importantes las reflexiones sobre el comportamiento, y nos recuerdan que no hay conocimiento más importante y útil que el de la condición humana.

Correo-e: jacintofayaviesca@hotmail.com

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