Entusiasmo
Ya lo antiguos nos señalaban que el entusiasmo y la pasión son la llave de la felicidad y la alegría de vivir. Es decir, si las tareas que emprendemos no sólo nos agradan sino que las hacemos con fervor, si le ponemos fuerza a lo que realizamos, eso nos ‘pone bien’, nos llena de gozo y alegría. Pero infortunadamente algunos sienten que muy pocas cosas en la vida les despiertan emoción y quizá esperen a que ‘algo’ les mueva el ánimo.
El sabio refrán afirma: “Actúa con entusiasmo y tendrás entusiasmo”, aunque nos preguntamos si únicamente actuando podremos crear esa emoción. En otras palabras, que si nos proponemos ponerle entusiasmo a tareas y actividades nos llenamos de eso mismo: ¡de entusiasmo! No esperemos algo así como un movimiento mágico que nos transforme, no funciona así, se trata de una alineación de pensamientos, sentimientos y acciones pero en un orden diferente:
Si pensamos que para actuar nos debe impulsar un sentimiento, el sabio refrán nos dice que debemos actuar primero, que nuestro comportamiento generará el sentimiento y el pensamiento que falta. Es decir que la secuencia no siempre es en el orden de primero pensamientos, luego sentimientos y posteriormente acciones; en ocasiones funciona mejor primero actuar, después sentir y finalmente pensar cuando se trata de generar estados de ánimo.
De tal manera entonces que podemos ser los generadores de la pasión por lo que emprendemos y realizamos incluso cotidianamente; que podemos elegir vivir desde el entusiasmo, no importa lo que hagamos podemos ponerle ‘pilas’. Es posible darnos cuenta de que toda tarea que comencemos puede ser un ‘gran trabajo’ y es nuestra responsabilidad llenar cada momento de feliz fervor, que sólo nosotros mismos podemos lograr que el día sea significativo y cuente como un día ‘bien vivido’.
Quizá uno de los secretos de la buena vida que todos podemos experimentar radica en que “no es hacer lo que más nos gusta, sino amar profundamente lo que hacemos”.
¿Queremos ponernos en contacto con la pasión? Pongamos entusiasmo en algunas cosas hasta sentirlo y vivenciarlo. Podemos darnos cuenta de nuestra conversación interna, aquello que nos decimos a nosotros mismos. El pájaro no canta porque es feliz, es feliz porque canta.
Realmente no necesitamos antidepresivos (o no deberíamos necesitarlos), sino un ‘impulso o empujón interno’, lanzarnos a las tareas y ponerles empeño, no esperar a estar emocionados para llevarlas a cabo.
Muchas veces he escuchado a personas que cuando se encuentran, al despedirse se dicen “nos vemos, échale ganas” y es un buen consejo, eso debemos decirnos a nosotros mismos al efectuar nuestras tareas y ocupaciones cotidianas.
Podemos entender que ‘lo que nos apasiona’, lo que ocupa nuestro pensamiento, lo que nos ayuda a no sólo esperar sino a propiciar los tiempos mejores, es un ingrediente que viene desde nuestro interior. Pero primero manos a la obra y con energía, ganas, lo que le gritamos a la vida y ésta nos devuelve como un eco el entusiasmo que le inyectamos al quehacer cotidiano.
En nuestro entorno existen personas con quienes basta con estar unos momentos para sentir que nos contagian de ánimo, y no nada más es un asunto de humor y carácter, las observamos ponerse las pilas en lo que hacen, gozan con sus deberes y por eso contagian alegría. Actuar con entusiasmo, ilusiona.
En las circunstancias del diario vivir no hay que esperar a ‘estar bien’ para hacer lo que nos toca, habrá que lanzarnos a la realización de las actividades con lo que nos quede de remanente de energía y eso nos pondrá bien. La secuencia entonces es de la acción a la emoción y luego al pensamiento... Habrá que intentarlo.
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