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Escritor laureado

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

 L A expresión de Carlos Fuentes en el sentido de que México va a cambiar de manera pacífica, progresiva y para bien, no entraña una profecía, sino una visión positiva que toca los ciudadanos de nuestro país hacerla realidad.

En una presentación en la ciudad de México el fin de semana pasado, en la que el escritor promocionó su obra literaria frente a su público y los medios de comunicación, a pregunta expresa Fuentes señala a los jóvenes como los encargados de impulsar los cambios que nuestra vida pública requiere.

Como la pregunta reporteril tuvo como disimulado telón de fondo el reciente traspié de Peña Nieto en la Feria del Libro de Guadalajara, el afamado autor de Aura sin referir en específico a la anécdota, expuso algunas de sus ideas sobre la relación entre política y literatura, cayendo en una conclusión sin sentido según la cual "el problema no es leer, el problema es la experiencia...".

En su charla con la prensa Carlos Fuentes mezcla el optimismo y la ambigüedad relatadas con antelación, con una advertencia de tintes apocalípticos sobre las elecciones presidenciales del año entrante, cuando al ser cuestionado al respecto manifestó que nuestro país está en la "última oportunidad política para evitar el caos y la violencia" y respecto a su opinión sobre los candidatos presidenciales ya definidos y los que están por definirse aseguró que "son malos todos...".

Para explicar la absurda descalificación generalizada que lo anterior implica, también a pregunta expresa Fuentes responde que el perfil ideal que visualiza como Presidente de la República en la hora presente de México, es el del expresidente Lázaro Cárdenas, al que Fuentes considera como el político que lo ha marcado.

Lo anterior revela que no sólo los políticos yerran sino también los escritores laureados resbalan, porque el afirmar que el camino de nuestro país hacia el futuro sea el de un mejoramiento gradual por la vía pacífica es una verdad de Perogrullo, que para llegar a ella, no es necesario ser un intelectual. Las revoluciones violentas no conducen a ningún mejoramiento y los cambios positivos que por excepción experimentan los pueblos después de las guerras civiles, no son producto ni de la destrucción ni de la muerte, sino de la paz posterior y el deseo de no repetir la experiencia traumática.

Por lo que toca a la advertencia de Fuentes según la cual la próxima elección presidencial es nuestra "última oportunidad", suena del todo limitada a su propio horizonte personal de acuerdo a su edad y circunstancias, al igual que su propuesta del mito cardenista como solución a al problema real que plantea la sucesión presidencial. Con su ocurrencia, Don Carlos elude la pregunta y la responde en el plano imaginativo de la literatura.

Por lo que toca a la descalificación generalizada que aplica el escritor a los y las presidenciables del momento (todos son malos...), no es acertada ni conduce a ninguna parte, como no sea a la deserción cívica de la sociedad y al abstencionismo. Al fin y al cabo, los políticos hombres y mujeres que en el aquí y ahora se disponen a contender en las urnas para Presidente de la República y otros cargos de elección, son los que tenemos, es decir, los que como sociedad hemos sido capaces de producir y no tenemos otros.

Tal vez las cartas en el juego de la próxima elección no respondan a un paradigma de perfección ni sean del gusto de Carlos Fuentes, como puede ocurrir con nuestros empresarios, nuestros médicos, nuestros abogados, nuestros periodistas, con nosotros mismos y vaya, hasta con nuestros escritores; pero al fin y al cabo, esas son las herramientas disponibles para construir el futuro que deseamos para México, por el camino del mejoramiento gradual y de manera pacífica.

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