La inauguración del Colegio Hermandad Educativa del Colegio Americano de Torreón, es un ejemplo a seguir que evoca los grandes esfuerzos realizados por las generaciones que nos precedieron, en los orígenes de nuestra comarca lagunera.
El Colegio Americano de Torreón es una institución privada dedicada a impartir educación elemental y media en nuestra ciudad y región desde el año 1950, que propone una formación bicultural mexiconorteamericana, lo que no sólo implica el aprendizaje del idioma inglés, sino que además ofrece una llave de acceso al mundo global.
El Colegio Hermandad Educativa, CAT, inaugurado formalmente en días pasados, nace como una oportunidad de acceso a programas de estudio del mismo nivel de calidad vigente en el Colegio Americano, en favor de niños de familias de escasos recursos, y se sostiene tanto con el apoyo de los padres de familia del CAT y de diversas empresas industriales y comerciales, así como de instituciones privadas asistenciales de la sociedad civil.
La iniciativa surge a raíz de que el CAT estrenó nuevas instalaciones en el Fraccionamiento Los Viñedos, desocupando los edificios escolares en los que estuvo en los primeros sesenta y un años de vida de la institución, que por su calidad y estado de conservación aún tienen mucho que ofrecer.
Los integrantes de la asociación civil propietaria del Colegio Americano se encontraron en la disyuntiva de vender el inmueble o aprovecharlo en una obra de beneficio social como la que es objeto de comentario, aunque ante la imposibilidad de asumir en solitario un compromiso de la magnitud que implica el sostenimiento del nuevo Colegio, articuló sus esfuerzos a los de otras instituciones.
Debido a que las instalaciones que albergan al nuevo Colegio se ubican en la colindancia de las colonias Torreón Jardín y Lucio Blanco, es precisamente en la zona aledaña en donde se siembra la semilla de la convocatoria al proyecto educativo recién inaugurado y de las colonias populares se obtienen los primeros ochenta y siete alumnos de preprimaria que habrán de ser el cimiento de las siguientes generaciones.
Los alumnos son seleccionados de familias de escasos recursos, a partir de una serie de criterios que incluyen tanto las virtudes personales específicas de los educandos, como las características del entorno familiar y social en el que se desenvuelven. Además de la educación escolar y formativa que se les brinda, se proporciona a los niños dos alimentos al día bajo la dirección de nutriólogos profesionales, contra el pago de una cuota de recuperación de sólo trescientos pesos mensuales.
Es evidente que el esfuerzo cuyo comentario nos ocupa no alcanza a resolver los problemas educativo o alimentario de los niños de la región en su totalidad, pero constituye un ejemplo que enseña el camino de la multiplicación de los bienes mediante otros esfuerzos en sentidos de orientación similares, que son posibles mediando la voluntad de compartir.
De hecho el modelo no es nuevo, existen otros como el sistema Mano Amiga de la Legión de Cristo, que en el caso de nuestra ciudad sostiene una institución educativa para menores de escasos recursos en la Colonia Las Julietas, por lo que paso a paso se va a formando un entramado social basado en la solidaridad del hombre con sus semejantes, bajo el principio elemental que indica que todos vamos en el mismo barco.
En nuestra comarca lagunera en la que el tejido social se encuentra desgarrado por la violencia que genera la criminalidad en todas sus formas y por los conflictos que derivan de la incapacidad de los políticos para llegar a acuerdos, la solidaridad humana emanada de la propia comunidad que se organiza a sí misma en pro de objetivos positivos concretos, es una alternativa obligada para construir el mundo mejor que queremos para nuestros hijos y nietos.