Así como hay especies de animales que se encuentran en fase de extinción, también hay seres humanos que están en la misma condición.
Son especies que se han ido extinguiendo, sea por la fuerza de la costumbre, por el cambio de hábitos y paradigmas o por la ausencia de prácticas que las sustentan.
Como le prometí a mi amiga Lucrecia, no voy a abordar ya temas tristes, a menos que sea estrictamente necesario. Por eso hoy me propongo hablar de estas especies de seres humanos y en especial de los poetas.
Los hombres honestos se han ido extinguiendo. Como lo he dicho otras veces, mi abuela solía afirmar que llegaría el día en que "a la honradez, la iban a llamar estupidez".
Y creo que hace tiempo que esa consideración se ha instalado entre nosotros.
Hoy el hombre que engaña, el que defrauda, el que roba al fisco, resulta ser un individuo exitoso y es aplaudido y reconocido en sociedad.
El llamar a alguien "don fulano", ya no es porque sea un hombre honesto, recto, congruente y cumplido. Ese trato se lo dan a cualquiera que tenga dinero, como si ello significara que lo merece. Se van extinguiendo también los hombres cultos. La cultura es un estorbo para los que sólo piensan en el tener y no en el ser.
Son ratones de biblioteca que clavan la cabeza dentro de un libro en vez de hacerlo ante una computadora o un teléfono celular.
De la misma manera he descubierto que ya no existen poetas o más bien los hay muy pocos.
Por eso yo admiro a mi amigo Jesús Cedillo, que se empeña en seguir ese oficio y con tal calificativo es conocido en Saltillo.
Él comenzó a escribir poesía desde muy joven y vive congruente con la vida que escogió.
El poeta, por lo común, es trágico, solitario y muy desparpajado.
Jesús viste como poeta moderno. No usa capa negra, pero siempre anda en pantalones de mezclilla, camiseta informal y saco sport.
No usa coche ni tarjetas de crédito. Vive en una pequeña casa en el viejo Centro de la ciudad, rodeado de libros y discos. Su pasión es la música y las letras.
No depende de nadie, ni busca componendas con nadie. Acepta de buena gana lo que la vida le regala y lo disfruta al máximo.
Siempre anda enamorado, pero no siempre de la misma mujer, porque el poeta requiere de musas para poderse inspirar.
Es solitario y hasta cierto punto sectario. Él escoge con quién se junta y rara vez se deja acorralar.
Platica sin ambages y masacra sin miramientos. Su pluma y su lengua son más mortíferos que una daga. No se arredra ante nada y menos ante el poder o el dinero. Sólo se inclina ante una mente inteligente e intelectual, o si acaso ante un amigo religioso.
Eso le pasó cuando conoció a otro amigo mío, Jorge Silva, simplemente dijo: "El sabio cura es un hombre de Dios".
Dicho sea de paso, debe también uno tener siempre a la mano un amigo sacerdote, para que, cuando sea necesario, nos aconseje y oriente; y yo lo tengo en Jorge.
Mi amigo Jesús, siempre trae entre manos un proyecto editorial, le encanta publicar textos.
Pronto presentará dos de ellos: La biografía de nuestro nunca olvidado amigo Armando Sánchez Quintanilla y el de: "Fiera de amor", que es un libro con grabados de tauromaquia de la pintora Magda Dávila y textos poéticos de Jesús, que estoy seguro de que, cuando se presente, será todo un éxito. 400 ejemplares sólo para conocedores.
Jesús vive a su manera, como diría Ortega Y Gasset: "Sin pausa, pero sin prisas". La vida lo lleva de la mano y él se deja llevar, desdeñando muchas de las tentaciones terrenales. No todas, porque algunas le fascinan.
Así vive uno de los pocos poetas que aún deambulan por este mundo, en forma humilde, taciturno, al borde de precipicios mentales, pero vive feliz, porque hace lo que le gusta y vive de su trabajo sin mayores pretensiones.
Así como los viejos poetas, sumido en un mundo mágico al que muchos no se atreven ni siquiera a asomar.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".