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¿Esperar o exigir?

RAFAEL ÁLVAREZ CORDERO

Se termina un año más, uno de los más difíciles años de nuestras vidas, porque México no había vivido lo que ahora está viviendo y de una u otra manera lo que ocurre nos ha afectado a todos, y a pesar de las alegrías y celebraciones de fin de año, se impone una reflexión profunda, no podemos seguir así.

No podemos seguir en la esquizofrenia que significa un pueblo que vive en la zozobra y un gobierno que presume de éxitos policiales, un pueblo urgido de leyes y unos legisladores que ignoran y desprecian a la ciudadanía, un pueblo que pide cambios en la educación y un Secretario que tiene el ojo puesto en 2012, un pueblo que exige justicia y funcionarios que farfullan "se irá hasta las últimas consecuencias" sin hacer nada más. Estamos hartos, sí, estamos hasta la madre de un gobierno que no gobierna, unos legisladores que no legislan, unos jueces venales que no imparten justicia, un sistema carcelario que sólo crea profesionales del crimen, jerarcas sindicales millonarios con obreros esclavos y pobres, corrupción e impunidad por todos lados.

Y al llegar 2011, mientras los políticos y seudopolíticos que infestan el sistema ven sólo el "hueso" de 2011 y sueñan con el de 2012, ¿qué debemos hacer los ciudadanos de a pie?, ¿esperar a que todo cambie como por arte de magia?, ¿esperar que los mensajitos presidenciales transformen la realidad nacional?, ¿esperar que los jueces trabajen, que los legisladores aprueben leyes, que los secretarios de Estado cumplan sus obligaciones?

No se necesita estudios muy profundos ni encuestas muy bien hechas para saber que la mayoría de la población mexicana está profundamente decepcionada no sólo de los diez años de panismo, no sólo de unos desangelados festejos bicentenarios, sino del camino que parece avizorarse en 2011: indecisión, inseguridad, impunidad, impotencia, y esta mayoría, silenciosa hasta ahora, necesita expresar todo lo que siente y todo lo que quiere.

En este inminente 2011 las cosas deberán ser diferentes: no vamos a esperar a que todo cambie de forma automática, ya tuvimos en estos meses evidencia de que nosotros, eso que se llama la sociedad civil, somos capaces de decir a las autoridades lo que queremos, y exigir que cumplan con sus responsabilidades.

Hoy más que nunca la admonición perentoria de Fernando Martí debe ser escuchada y cumplida: "Si no pueden, ¡renuncien!". Hoy más que nunca, las acciones valientes y decididas de héroes como la señora Isabel Miranda de Wallace y Marisela Escobedo, el padre Alejandro Solalinde y tantos más, deben repetirse y ser conocidas, para vergüenza y escarnio de un aparato gubernamental pesado, ineficiente y corrupto.

Hoy más que nunca usted, estimado lector, junto a miles, millones de mexicanos, puede y debe participar ya no para esperar la limosna gubernamental, sino para exigir que el solemne y manoseado juramento "y si no, que la Nación me lo demande", sea una realidad, y que jueces venales como Catalina Ochoa, Rafael Boudib y Netzahualcóyotl Zúñiga que dejaron libre a Sergio Rafael Barraza, asesino de la hija de Marisela, no sean "separados de su puesto", ¡que vayan a la cárcel!, y como ellos, los gobernadores, alcaldes, directores de paraestatales ineficientes, no sólo renuncien, sino que paguen por sus delitos.

¿Cómo podremos lograrlo?, es muy difícil, pero ya lo he propuesto: cientos, miles, millones de mensajes en correo electrónico, en facebook, en tweeters, una abrumadora avalancha de exigencias, que vayan a todos lados, que sean leídos en México y en todo el mundo, podrá mover el aparato gubernamental, para que en 2011 comience este cambio que todos deseamos cuando hace unos días brindábamos por un "próspero año nuevo".

2011, es el año de exigir.

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